Médicos venezolanos temen brotes epidémicos letales

Médicos venezolanos temen brotes epidémicos letales

Los ladrones llegaron al Instituto de Medicina Tropical, en el centro de Caracas, desde un bosque cercano.

 

 

Una vez adentro del complejo, que es parte de la Universidad Central de Venezuela (UCV), se dedicaron a lo suyo, dejando atrás pisos llenos de desechos, vidrios rotos y puertas destrozadas. Se llevaron medicamentos, computadoras, impresoras, microscopios, cables, equipo de laboratorio y acondicionadores de aire.

 

 

Pero también se llevaron animales de laboratorio, como conejos, ratones y pollos inoculados con parásitos y bacterias.

 

 

“Quién sabe lo que le haya pasado a esas personas. Quizás se enfermaron o pusieron a otros en peligro si vendieron los animales”, dijo la Dra. Nahir Martínez, de 50 años, jefa del Departamento de Virología del instituto, el mayor y más prestigioso del país. Mientras recorría la zona desolada del instituto donde antes estaban los animales, la preocupación se le marcaba en el rostro.

 

 

El reciente robo, uno de una docena ocurridos en el instituto en los últimos años, muestra lo que los venezolanos desesperados están dispuestos a hacer para sobrevivir en un país plagado por la amplia falta de alimentos, medicinas y productos básicos.

 

 

Sin embargo, lo peor de los robos fue que se llevaron computadora donde se almacenaba información nacional sobre posibles zonas de brotes virales, bases de datos de pacientes infectados y otros registros vitales.

 

 

Con la falta de información actualizada sobre casos virales, estos incidentes son otro golpe a la comunidad de médicos, científicos e investigadores que tratan de evitar la posibilidad real de un brote epidémico letal.

 

 

En Venezuela, con su diverso ecosistema, un rango de temperatura ideal y migración humana, hay toda clase de agenes infecciosos. Los expertos saben que cualquier propagación puede controlarse con el seguimiento estricto de normas sanitarias e información al público.

 

 

“Todo esto ha fallado en años recientes, y cuando tomamos en cuenta la falta de medicamentos, de agua potable, la mala dieta y los robos, es un coctel explosivo”, dijo el Dr. Oscar Noya, de 67 años y el principal experto en malaria en la UCV.

 

 

Noya señala la malaria como un posible brote catastrófico. Según el médico, la cantidad cada vez mayor de casos de malaria ya es alarmante. En 1961, Venezuela fue el primer país del mundo en erradicar esta mortal enfermedad, propagada por los mosquitos. Pero ahora pudiera haber 2 millones de personas que sufren de síntomas de malaria, estima Noya.

 

 

“Temo que cualquier enfermedad infecciosa pudiera propagarse por toda Venezuela en este momento”, dijo.

 

 

Pero el Dr. Noya no es el único con esa opinión. El Dr. Julio Castro, de 55 años y otro destacado experto en enfermedades infecciosas, está profundamente preocupado de que en Venezuela se repita lo que sucedió en Haití en 2010.

 

 

Ese año, Haití fue devastado por un terremoto en que perecieron más de 300,000 personas, según cifras del gobierno, y menos de un año después de la tragedia, se desató un brote de cólera que dejó 10,000 fallecidos más.

 

 

“El cólera en Venezuela, en la misma escala de Haití en 2010, me asusta mucho”, dijo Castro, quien también trabaja en el Instituto de Medicina Tropical.

 

 

Los venezolanos batallan con apagones y escasez de agua persistentes, y al igual que los haitianos, ahora se bañan, lavan los platos, beben y hacen sus necesidades en ríos cercanos, condiciones ideales para que una enfermedad infecciosa se propague, dijeron expertos.

 

 

Según los especialistas, otra preocupación son las cañerías secas en ciudades y poblados, que ofrecen refugio a ratas, cucarachas y otros animales, exponiendo las viviendas al agua contaminada una vez que se restablece el servicio.

 

 

“Todos en Venezuela deben hervir siempre el agua”, dijo Noya.

 

 

Los médicos culpan con frecuencia al gobierno de la falta de información sobre la prevención de enfermedades. El régimen de Nicolás Maduro no publica cifras de salud pública, de la misma manera que hace sobre estadísticas accesibles en materia de inflación y delincuencia. El Dr. Castro dice que eso es un “apagón informativo” para evitar que la población y el mundo no sepan lo que ocurre en Venezuela.

 

 

El Dr. Castro trata de mantener a los venezolanos informados a través de canales alternativos. El especialista ha creado una red de comunicación de 40 hospitales en todo el país, desde donde colegas le envían las noticias y tendencias más recientes en sus respectivas regiones y le ofrecen sus propias observaciones y pronósticos.

 

 

El Dr. Castro también monitorea lo que se dice en las plataformas de redes sociales, como Twitter y Google Trends para identificar el uso excesivo de palabras como dolores de cabeza, vómitos y temblores, que pudieran apuntar a un brote de virus o bacterias en una zona particular.

 

 

Una vez que recopila toda la información posible, publica actualizaciones en la página digital del Instituto de Medicina Tropical y otros portales, algo que hace una vez a la semana.

 

 

Sin embargo, a los epidemiólogos les sigue preocupando que un brote potencial no pueda atajarse a tiempo y resulte muy difícil de controlar.

 

 

La Dra. Martínez, la viróloga, comparte esta preocupación. Ahora, como resultado de los robos en el instituto, no puede diagnosticar muchas enfermedades virales como el zika, la chikunguña y el mayaro.

 

 

“Aquí en el Instituto somos la última línea de defensa, pero cada vez podemos hacer menos”, dijo. “Muchas veces solamente tenemos una sensación de lo que pudiera ocurrir allá afuera”.

 

 

El Nuevo Herald

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