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5 razones por las que no deberíamos ver las fotos robadas de Jennifer Lawrence

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5 razones por las que no deberíamos ver las fotos robadas de Jennifer Lawrence

 

Participar del ‘hacking’ masivo de imágenes privadas no solo comprende aspectos de índole legal, también afecta a la propia dignidad de la mujer. Así lo aseguran algunos expertos.

 

Tras la publicación el pasado domingo de decenas de imágenes robadas a un centenar de famosas –y el actor Dave Franco–, el diario británico Daily Mail informó ayer de la filtración de otra remesa de instantáneas y dos vídeos sexuales. El sainete de las fotos hurtadas de la plataforma iCloud no tiene visos de terminar. Mientras el FBI y Apple, propietaria de iCloud, investigan el suceso, los smartphones de medio mundo siguen nutriéndose de literatura onanista sin que nadie pueda remediarlo. Las autoridades ya han advertido de que la distribución de este contenido viola los límites de la legalidad, pues se trata de material obtenido de forma ilícita y que pertenece a la esfera privada de sus protagonistas. Muchas voces, sin embargo, tratan de concienciar a la opinión pública para que ignoren todo cuanto afecta al Celebgate por las implicaciones éticas que pueda tener. A continuación, enumeramos los argumentos que sostienen:

jennifer lawrence

1. LO QUE HA HECHO EL ‘HACKER’ ES ILEGAL. Pese a la obviedad, antes de entrar en aguas procelosas debemos destacar que el robo y distribución masiva de imágenes privadas es un delito que en Estados Unidos está penado con hasta diez años de cárcel –más la multa correspondiente–. Y qué decir si quien comete el delito pretende comercializar u obtener cualquier tipo de beneficio económico con el intercambio. El periodista Javi Sánchez explicaba el lunes en la revista GQ el desarrollo legal que afecta a estos hechos delictivos en España: «Entre uno y cuatro años de cárcel por el hackeo, entre dos y cinco años por subirlo a la red y, para los que retuiteasen o difundiesen alegremente a sabiendas de que son imágenes robadas, de uno a tres años de cárcel». Rosa Jiménez Cano, de El País, citaba fuentes de la Guardia Civil: «Se podrían considerar delitos desde revelación de secretos, que se podría aplicar a quienes las difundan aunque no las hayan robado, a robo con fuerza, por insistir hasta hacerse con las claves”.

 

2. ALGUNAS CELEBRITIES LO CONSIDERAN «VIOLACIÓN» CIBERNÉTICA. La actriz y guionista estadounidense Lena Dunham, el pasado lunes ofreció en su cuenta de Twitter un punto de vista diferente con relación al tratamiento mediático que ha recibido el robo de las imágenes privadas. «Apoyad a estas mujeres y no veáis sus fotos, pues recordad que si lo hicierais estaríais violándolas una y otra vez. De verdad, no olvidéis que las personas que han robado estas imágenes no son hackers, sino delincuentes sexuales». Sin duda, su opinión ofrece una nueva mirada sobre el caso, ya que Dunham lo compara con una agresión sexual que sin ser física puede ser igual de dolorosa. En el pasado, la propia actriz también ha sufrido ataques sexistas a través de la red por su forma de vestir o pensar. Cuando protagonizó la portada de febrero de la edición americana de Vogue, muchos internautas se mofaron de ella porque no la consideraban capacitada para dicha empresa –con el objeto de denunciar las imperfecciones físicas de Dunham, la web Jezebel compró las imágenes sin retocar–. En la misma línea, la periodista Van Badham afirmó en un artículo de opinión que quienes pinchan para ver las imágenes robadas no se pueden justificar con el argumento de que las fotos «están ahí y están disponibles», una actitud «deplorable» a su juicio. «Se trata de una ofensa sexual en toda regla y debe ser castigada de la misma manera que se condena a los acosadores y otros depredadores sexuales», defiende.

celebgate

 

Las actrices Kate Upton y Kirsten Dunst, víctimas del Celebgate.

Foto: Cordon Press

3. CONTRIBUYE A LA COSIFICACIÓN DE LA MUJER. Siguiendo el punto de vista de Lena Dunham, se trataría, pues, de un ataque frontal no solo a esas famosas sino a la dignidad y la privacidad de toda la condición femenina. «Tenemos que aprender de nuevo a respetar la privacidad de los demás, especialmente la de las mujeres que no quieren que veamos sus cuerpos desnudos. Se hace muy poco por atajar la cosificación del cuerpo de las mujeres, la propagación de la misoginia que ha facilitado internet, el veneno de la pornografía o las consecuencias que el interminable desfile de cuerpos desnudos puede tener en las relaciones humanas», asegura Stuart Jeffries, del diario The Guardian.

 

4. FAVORECE EL ENRIQUECIMIENTO ILÍCITO DE LOS DELINCUENTES. El hacker que filtró las imágenes robadas pidió bitcoins a cambio de ofrecer más material. Su petición surtió efecto y ayer subió a internet fotos íntimas de las actrices Aubrey Plaza y Jessica Brown Findlay, de la concursante de American Idol Tenna Torresmo y sendos vídeos de carácter erótico de la propia Findlay y Jennifer Lawrence. Desde luego, no hace falta ser un lince para darse cuenta de que los ingresos recibidos por este criminal servirán para seguir delinquiendo en estos u otros lares. Bloomberg se preguntaba el año pasado si Bitcoin y otras monedas virtuales pueden ser «los mejores amigos» de quienes financian el terrorismo, la pedofilia o el tráfico de armas y drogas. Al parecer, la dificultad para seguir este dinero hace que muchos delincuentes se refugien en las ventajas que ofrece.

 

5. FOMENTA EL INTERÉS DE OTROS DELINCUENTES PARA QUE HAGAN LO MISMO EN EL FUTURO. Ya sea con celebridades o personas anónimas, si alguien cree que de esta forma puede obtener dinero fácilmente y que a la gente le interesa, volverá a ocurrir algo parecido no demasiado tarde. El robo de imágenes privadas no puede ser, por tanto, fuente de ingresos para nadie. De esta forma, internet sería un lugar todavía menos seguro. Para evitarlo, la periodista Peggy Drexler, de la CNN, dice que resulta fundamental adaptar las leyes para perseguir con éxito estos delitos: «Es ridículo que perdamos el tiempo diciendo a la gente que no saque determinadas fotos. El primer paso para proteger nuestra privacidad no es exigir a Apple que mejore iCloud ni pedir a las mujeres que dejen de retratarse, sino tomar en serio estos delitos y pedir responsabilidades a quienes los cometen. El problema no es la imagen, sino el autor del delito».

 

Fuente: El País

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