En el año 2000, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) proclamó el 31 de agosto como Día Internacional de la Solidaridad, para crear conciencia mundial en torno a la solidaridad como tema fundamental para las relaciones entre individuos, pueblos y naciones.
En un mundo donde los valores del capital, el hedonismo consumista y el individualismo amenazan constantemente las posibilidades del progreso y la plena realización de los seres humanos, es frecuente encontrar actitudes que niegan de hecho la condición del otro, determinando exclusión, olvido, represión y negación de los más elementales deberes para con los demás, especialmente en cuanto al reconocimiento de sus derechos.
La celebración del Día Internacional de la Solidaridad, integrando este valor a la vida cotidiana, propicia la aspiración de alcanzar la plenitud de la condición humana, cuando todo hombre, mujer y niño se consagre a la solidaridad, a superar las barreras sociales y culturales, el desconocimiento y la desconfianza mutua, guardando respeto por la diversidad cultural y ambiental, y generando desarrollo pleno y estable en y para todos los pueblos del mundo.