Ha resultado ser Capriles un formidable candidato presidencial. A diferencia de su principal contrincante, Nicolás Maduro, el gobernador de Miranda le ha dado oxígeno político al país. Transmite mucho de lo que el futuro requiere. Una visión moderna de la sociedad y de la economía. Habla de unidad de la nación y de una economía próspera que beneficie a todos los ciudadanos sin exclusión. Quiere ver a una Venezuela a la par de nuestros principales socios de la región. No se cansa de recordar que tenemos los recursos y un capital humano extraordinario.
Capriles se parece a la modernidad, al siglo XXI, a las nuevas generaciones que logran adaptarse a los grandes cambios sociales y políticos del mundo, con nuevas ideas y conceptos que aproximan a las naciones a la justicia social y a la libertad sin complejos.
Ha logrado para Venezuela un nuevo liderazgo: miles y miles de personas lo siguen, tal como ocurrió ayer espontáneamente en Caracas; sueñan con que sea el próximo presidente y que contribuya a sacarnos del hueco en que nos sumergió un liderazgo manipulador que expuso a la nación a la confrontación, la división y a un patrón ideológico ante el cual el país no debió haber claudicado, por ser desfasado, retrógrado y excluyente.
El tipo de socialismo que nos ofrecieron sucumbió en muchos países: Cuba es uno de los mayores exponentes del fracaso de un modelo político basado en la represión y en la carencia de bienes materiales para su población. Lástima que el contendor de Capriles presente como muestra de su visión del mundo a un régimen que, con su modelo marxista, hizo padecer los mayores sufrimientos a un pueblo maravilloso que se merecía otro destino, una democracia sin adjetivos y libertades que son hoy conquistas de la humanidad.
Capriles, con apenas 40 años de edad, sin complejos y con la piel curtida para soportar todo el atropello de un Estado rico, poderoso y prepotente, exige que la democracia sea divergencia, compromiso, consensos, respeto por las ideas de los demás y, ante todo, entrega al servicio público.
Los dirigentes del oficialismo se han sumido en tal empalagamiento por el poder y los bienes materiales, que ello constituye una de las causas del alejamiento de muchos de sus propios seguidores. A Capriles le ha correspondido enfrentarse no sólo con un Estado poderoso sino fundamentalmente con un gobierno abusador.
Ojalá que pronto el país retome la sindéresis y los venezolanos se relacionen sin temores, y los que eran enemigos políticos sean sólo adversarios que pueden vivir en una misma nación. El respeto debe regresar a la política y mucho se le agradecerá a este joven líder que, con pocos recursos y mucha valentía y decisión, logró unir a los venezolanos y a un número importante de organizaciones políticas. Capriles supo construir un liderazgo y generar también pasión por una Venezuela distinta. Que Dios y la suerte le acompañen.
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Editorial de El Nacional