Sólo resta decir, ruego a Dios que la política no nos distancie sino afiance nuestro gentilicio. Que germine tierra de gracia. No importa caminar, decía Jane Austen, “porque la distancia no es larga si existe un motivo”
Fueron las primeras palabras de Maria Corina Machado al recibir la llamada de Kristian Berg Harpviken, director del Instituto Nobel Noruego, notificando que había sido elegida ganadora del prestigioso galardón.
Muy emocionada María Corina dio mérito al pueblo venezolano. Una difícil y desigual lucha que ha venido librando Venezuela por su libertad, su paz y su regreso a casa. Es la consolidación de un liderazgo honesto y valiente. La estocada final de una dura batalla por recuperar nuestro derecho a ser felices.
Maria Corina se ha convertido en un factor inequívoco de esperanza y desenlace. Un premio Nobel de la Paz recibido por personalidades como Martin Luther King [1964], Nelson Mandela [1.993], Lech Walesa [1983], reconocimientos a quién no sólo pide libertad, sino quién la encarna. Un galardón a la perseverancia ética y la paz como instrumento de emancipación. Pero aún falta camino por andar. Dónde estamos?
EEUU, Donald Trump, liderazgo interno y gobernabilidad.
La intervención estadounidense como factor crucial en la transición política venezolana estaría—en la práctica—condicionada a la existencia de un liderazgo opositor que reúna tres requisitos: i.-Legitimidad política interna; ii.-Capacidad de articular y sostener pactos con sectores militares disidentes; y iii.-Capacidad para incorporar o neutralizar los “pliegues” insurgentes sin fragmentar la transición. Estas capacidades resultaron inconclusas en numerosos intentos de cambio político, sobre todo, por la imposibilidad de intentar o alcanzar pactos con militares disidentes.
María Corina Machado puede ser una figura clave si logra consolidar su liderazgo político en una estructura capaz de obtener obediencia y lealtades efectivas dentro de las FFAA. Una posibilidad es real pero incierta […] La Casa Blanca ha mostrado ambigüedad estratégica y táctica porque lo sospecha. Hasta qué punto apostar por una opción militarizada, conduce a un cambio de régimen sostenible. Una ambigüedad comprensible. La escalada de fuerza luce incontenible [ya ha sido anunciada] pero la estabilidad transicional, es un desafío difuso. El Premio Nobel en gran medida, llena estos vacíos de autoridad.
El salto a un cambio en Venezuela no se agota en una acción militar de EE.UU. Para lograr sostenibilidad, la sociedad venezolana y el liderazgo político interno, tendrán un rol determinante. Es ilusorio pensar que la salida de Maduro o de figuras duras del régimen, garantizan que ‘se acabe la rabia’. Hemos visto personajes realmente dañinos y pérfidos a la causa democrática, que ladran cual perros de caza hambrientos, criticando el Nobel a Maria Corina. Lo del grupete que se prestó al secuestro de AD, es ladino y bellaco […] Personajes taimados que parasitan con un estamento militar cooptado de corrupción y fumeta cubana, no se neutralizan con tanquetas sino con un manto de moralidad. El Premio Nobel anticipa ese baño ético que procurará pliegue al momento de quiebre. Pero la respuesta no es revancha. Es un complejo proceso de reintegración ciudadana y reconstrucción del tejido social.
Marco externo: cómo actúa (y condiciona) EE.UU
EEUU ha declarado la “opción militar” en determinados episodios. Pero una intervención definitiva ha estado condicionada a negociaciones fachada y canjes atados al costo-beneficio-regional. Un estado tomado por carteles y mafias se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza para avizorar un clima de estabilidad post-salida.
El diseño operativo que más atrae a responsables de política exterior es el de una transición “asistida”: un apoyo político/logístico/operacional que amplifique las fracturas castrenses ya existentes, más que una invasión convencional. Pero la gran pregunta que se hacen los venezolanos, la Casa Blanca y los aliados internacionales, es si existe en el liderazgo opositor, el respaldo suficiente para asegurar la defensa de un nuevo gobierno democrático. En el despeje de esta disyuntiva está la llave de “la asistencia”.
La intervención efectiva de EE.UU et al, demanda interlocutores domésticos creíbles. Lo son María Corina y Edmundo González? Son percibidos como genuinos arquitectos de una nuevo gobierno inclusivo y consensuado? Existe disposición real de la gente de volver a la calle a defender el cambio democrático al día siguiente de la caída del régimen? El momentum asoma credenciales favorables. Las hemos tenido antes. Pero qué ha fallado? No es solo falta de unidad. Es humildad, es amor, es inclusión, es hacernos más accesibles a todos, es atrapar los sentimientos de la gente con la verdad para hacernos más confiables y humanos.
María Corina lo entendió. Su narrativa no viene asistida de mercadeo político. Es redención, es empatía, es paz.
La condición militar: defectos, obediencia y “pliegues insurgentes”
La clave práctica no es sólo que algunos oficiales salgan del régimen, sino que lo hagan en volumen y con cadenas de mando coherentes: la deserción dispersa (oficiales aislados, filtraciones, desarticulados) no equivale a control territorial ni capacidad de tomar instalaciones críticas (aeropuertos, bases, control de fronteras, cuarteles, PDVSA/Citgo).
La capacidad real de garantizar un periodo de seguridad, gobernanza y estabilidad neutralizando las fuerzas de sabotaje del régimen fallido. No basta un desprendimiento de las FFAA. Es la reactivación ciudadana, social y popular de la mano de un liderazgo firme, plural y abierto, lo que podría asegurar la obediencia de las FFAA y policiales. EEUU no vino para quedarse y vigilar el proceso. No es Panamá, Haití o Libia. Es la Sudáfrica de Mandela, la Ucrania naranja de Víctor Yúshchenko, la Portugal de la revolución de los Claveles; la revolución de solidaridad en la Polonia de Walesa o la revolución de Terciopelo de la República Checa de Václav Havel. El reto no es solo acabar con el monopolio del poder y la violencia, sino del miedo y la apatía. El Nobel nos da una cascada de emoción y confianza.
Me gusta anticipar la revolución de las orquídeas venezolana. Pero el nuevo liderazgo político opositor no puede ser nuevamente sorprendido por la indisciplina, el desorden y la fractura. Fragmentar la transición es morir en el intento. En la exclusión y excesos de personalización quién cobra es Maduro. Maria Corina debe cuidarse mucho de la no-verticalidad del poder. Desde la óptica de cualquier gobierno interesado en “asistir”, la prioridad es un pacto ciudadano integral y amplio que eleve el costo político de la desobediencia armada. Fuera de eso la intervención estadounidense tendría un alto grado de riesgo estratégico.
María Corina Machado: fortalezas y límites como factor decisivo.
En el plano de las fortalezas, Maria Corina hoy exhibe un perfil claro de aceptación que puede traducirse en capacidad de removilización, autoridad en sectores de resistencia y credibilidad. Su prestigio la ha posicionado como líder con alta visibilidad y condición estadista. El Premio Nobel reconoce su talante y empeño democrático y abona el camino para afianzar la causa que representa.
Su discurso hacia las FFAA, cuestionando la “unidad” chavista y llamando a que definan su postura, busca crear grietas públicas en la legitimidad del régimen. Sin embargo existen límites y riesgos. Maria Corina tiene un liderazgo político sólido entre civiles opositores pero carece de autoridad institucional sobre las FF.AA. No es fácil lograrla en un cuerpo armado invadido de adoctrinamiento, amoralidad y corrupción. Por ello depende de dos factores concurrentes: La removilización interna aunada al miedo de una escalada externa con EE.UU, por lo que su persuasión es vital.
Lograr una relación orgánica o patronal con los mandos militares de alto rango en Venezuela pasa por un movimiento interno bien organizado, pliegues policiales y militares estratégicamente eficaces y la citada asistencia internacional. No ha sucedido en 25 años que la oposición logre armar esta triada de manera cohesionada: primavera interna+pliegue policial y militar+asistencia internacional. Hemos tenido lo primero, por cierto, también minado de tensiones y cabras que saltan pal’ monte. Lo segundo sigue cooptado entre cubanos y cooperantes y lo tercero [factor internacional] ha sido más diplomacia de café, puré y espárragos, que acción real.
Maria Corina ha ganado leverage [balance/ecuanimidad] y “palanca” de sostenibilidad y resistencia. Es lo que busca Washington para respaldar una transición liderada por Machado et al. La aproximación de María Corina con Trump ha sido inteligente, pragmática e instrumentalmente bien manejada. Los militares afectos al régimen no le temen tanto a Maria Corina, como a un pueblo desbordado y a quién [la] apadrina: Trump, Europa toda [salvo España] y una mayoría de vecinos en Latam. Igual Colombia y Brasil dicen una cosa, pero sus costuras otra. Y lo dejarán solo […] Si EE.UU decide engrosar, intensificar y materializar su “búsqueda, captura y recompensa”, parte de la historia habrá acabado.
Pero aún queda el otro tramo: asegurar el rescate republicano, institucional y democrático. María Corina hoy es una carta decisiva en ese reto de asegurar un salto sustentable a la democracia. Tiene sobre sus hombros la ecuación: ascendente moral, respaldo civil y ciudadano y aliado[s] internacional [es]. Un salto que cuenta con un plan organizativo y una narrativa política donde a nadie le sorprenda, incluso países vecinos demostrarán respeto. La “pata” que le falta a la mesa es la definición de un acompañamiento de fuerza, militar, policial y ciudadano. Esa mesa ya está servida.
La Casa Blanca y el “punto de inflexión”. El Premio Nobel como estocada final.
Otro factor que “presiona” la permanencia norteamericana en el Caribe”, es que este movimiento de fuerza significativo, por costoso y polémico, pueda convertirse en una histórica victoria política y no en una sensible y anti-histórica retirada. Sería pasar de lo sublime a lo ridículo. Un aguafiestas que la Casa Blanca no se puede dar el lujo de derramar. El Premio Nobel vino a engranar a todos los que son, incorporar los que todavía callaban y decantar a los que no hacen falta [España, Rusia China, Cuba]. Si se pierde esa cadencia, se perderá el punto de inflexión.
El Premio Nobel de la Paz a María Corina Machado representa un acontecimiento de trascendencia histórica para Venezuela y para la comunidad internacional. Unl prólogo de un reencuentro hermoso. Una luz que el tiempo se había encargado de nublar, pero que ahora viene cargada de alegría y orgullo. Es una huella imborrable en el camino del rescate identitario y grupal. Este reconocimiento es la validación moral de una lucha cívica, democrática y no violenta contra un régimen autoritario, un punto de inflexión político y diplomático que faltaba en la narrativa global. El mundo oficializa quién es la víctima y quién el victimario. Pero también los venezolanos reafirmamos quién mejor representa hoy nuestros anhelos, esperanzas y sentimientos de libertad.
En el plano internacional, el galardón consolida a Machado como una figura emblemática de la resistencia democrática en América Latina, comparable con líderes como Aung San Suu Kyi o Lech Wałęsa, líderes que significaron el toque decisivo para el apalancamiento popular de cambio y emancipación. [Y] también duele decirlo, este galardón es una bofetada y un alerta para organismos como La Corte Penal Internacional, que han dejado en la plana y muy mal parada, a la justicia penal internacional. Un sacudón a la anomia que es la nada, un chocante nihilismo cuyo veneno de impunidad, adormece, desmoraliza y aplaca a los pueblos.
El premio a Maria Corina también es una gran responsabilidad. Supone nobleza en el andar, actitudes incluyentes, redentoras y amables, propias del líder con talante conciliador y justiciero. Es un compromiso superior con el pueblo venezolano, cuya paz depende de comportamientos humildes, firmes pero gentiles[…] Es el preludio simbólico de cambio, la reivindicación de la voluntad popular expresada en las elecciones del 28/7/2024 que debe traducirse en el triunfo de la papeleta sobre la violencia.
En suma, el Premio Nobel de la Paz a María Corina Machado no sólo honra una trayectoria de coherencia, valentía y sacrificio, sino que marca un hito en la historia contemporánea de Venezuela. Es situar la lucha por la libertad en el corazón mismo de la conciencia universal. Un reconocimiento que trasciende a la persona, toca la fibra de una nación libertaria y consolida las bases de las alianzas internas y externas faltantes, para que funcione la ecuación: primavera interna+pliegue policial y militar+asistencia internacional.
Felicito de corazón a Maria Corina Machado. Honrado como venezolano de esta hermosa, agridulce [dixid Soledad Morillo Belloso] “un grito, un canto, un rugido de dignidad” de una noble lucha, tejida con “rabia y ternura”. Tu padre desde el cielo nos bendice. Tu corazón y tu temple nos engalanan. Sabes bien cuánta alegría y orgullo invade nuestro pecho.
Sólo resta decir, ruego a Dios que la política no nos distancie sino afiance nuestro gentilicio. Que germine tierra de gracia. No importa caminar, decía Jane Austen, “porque la distancia no es larga si existe un motivo”… Y callo ya para no envilecer el verbo [Camilo José Cela] siendo que… oh Dios mío, no tengo más palabras. ¡Dios bendiga a la Venezuela!
Orlando Viera-Blanco
@ovierablanco