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Orlando Viera Blanco:La Doctrina Trump: la justa causa

Posted on: agosto 12th, 2025 by Super Confirmado

La denominada Doctrina Trump no es nueva en términos de precedentes y política exterior de EEUU e incluso, en otros conflictos. Un desafío sensible en términos diplomáticos

En el contexto de la política exterior de EEUU, las doctrinas presidenciales han marcado épocas y definido el alcance de su política exterior y la proyección de poder estadounidense. Desde la Doctrina Monroe (1823/América para los americanos) hasta la Doctrina Bush (2002/la justa causa) cada una ha legitimado-con matices-el uso del poder militar o económico más allá de sus fronteras.

Con Donald J. Trump, se configura una visión particular que podría denominarse Doctrina Trump contra el Narcotráfico Transnacional y el crimen organizado internacional, donde el flagelo no sólo es un problema policial, sino una amenaza directa a la seguridad nacional, justificando acciones militares, sanciones económicas y operaciones de inteligencia extraterritorial.

Estamos en presencia de actos preparatorios en el ámbito estratégico, jurídico, geopolítico e internacional, que suponen escenarios de cambios palmarios y desafiantes en el manejo del orden público internacional.

La lucha contra el crimen organizado, los crímenes de lesa humanidad; la aplicación de principios extraterritoriales de legítima defensa y responsabilidad de prevenir y proteger [R2P], suben al stage. La era post Manuel Antonio Noriega nos dice mucho de lo que podría venir.

II. Intervención Militar e Inteligencia contra el crimen organizado.

La esencia de la Doctrina Trump en materia de mafias internacionales parte de tres premisas: i.-El narcotráfico como terrorismo transnacional donde [Trump] equipara la amenaza de los carteles con la de grupos terroristas como Al Qaeda o ISIS, habilitando el uso del Título 10 y el Título 50 del Código de EE.UU, que permiten operaciones militares y encubiertas fuera del país. ii.-Autoridad ejecutiva ampliada: Mediante la Ley Kingpin y las órdenes ejecutivas (bajo la IEEPA International Emergency Economic Powers Act) el presidente puede imponer sanciones a individuos, empresas y gobiernos que faciliten el narcotráfico. III.-Cooperación forzada o aislamiento diplomático: Trump presiona a gobiernos extranjeros para colaborar, sopena de inclusión en listas negras como la de Estados patrocinadores del terrorismo.

En el caso Venezuela, la política exterior de Trump teje un traje pret a porter [a la medida] de los acusados en estos delitos […] En marzo de 2020, el Departamento de Justicia acusó a varios altos funcionarios venezolanos de liderar el Cártel de los Soles, una red de militares y políticos involucrados en el tráfico de cocaína hacia EEUU.

Las acusaciones fueron históricas por varias razones: i.-Incriminación directa de un jefe de Estado en funciones, excepcional en la diplomacia norteamericana. ii.-Oferta de recompensas millonarias por información que condujera capturas de cabecillas y colaboradores. iii.-Implementación de la operación “Enhanced Counter-Narcotics” reforzando la presencia del Comando Sur.

Un planteamiento que recientemente ratificó el Departamento de Justicia de EEUU y el propio Presidente Trump, aumentando recompensas y habilitando las FFAA norteamericanas para reprimir el tráfico de estupefacientes. Este enfoque rompió con la política de “contención diplomática”, esto es, un giro de timón con relación a la política que había predominado; un salto hacia la diplomacia coercitiva con respaldo militar.

Precedentes Históricos y orden público internacional.

La Doctrina Trump tiene antecedentes claros en la historia de la política exterior estadounidense: i.-La Operación Just Cause (Panamá, 1989), cuando el presidente George H. W. Bush ordenó la invasión para capturar a Manuel A. Noriega, acusado de narcotráfico y amenaza a la seguridad estadounidense. II.-El Plan Colombia (1999): Bajo Bill Clinton y luego George W. Bush, se desplegó asistencia militar y de inteligencia para combatir carteles y guerrillas vinculadas al narcotráfico. III.-Operación Snowcap (años 80-90): Programas encubiertos de la DEA y el Pentágono en Bolivia y Perú contra la producción de cocaína.

Fueron operaciones extraterritoriales contra laboratorios y redes de transporte. La diferencia fundamental es que en el caso venezolano no existe cooperación del Estado receptor, siendo que el propio gobierno es acusado de ser el núcleo de la red criminal.

El giro de la política exterior que representa la Doctrina Trump apunta hacia la normalización de tareas de enforcement contra actores estatales implicados en narcotráfico. Un desdibujamiento de la frontera entre seguridad interna y política exterior, al considerar que las amenazas criminales externas justifican despliegues militares.

En términos geopolíticos estas medidas aumentan la presión sobre China, Rusia e Irán, ya que carteles y redes afines en América Latina pueden ser vistos como satélites de potencias rivales. En definitiva estamos en presencia de un reforzamiento del “poder duro” en el hemisferio occidental, reactivando la lógica de la Doctrina Monroe en clave del siglo XXI.

La Doctrina Trump contra el narcotráfico transnacional se apoya en un entramado de derecho interno estadounidense y en interpretaciones flexibles del derecho internacional:

i.-Derecho Interno: Título 21, Código de EE.UU (Control de Sustancias) que permite procesar a extranjeros si sus actos tienen un “impacto sustancial” en EE.UU, incluso si se cometen fuera del territorio. ii.-Título 50 [U.S. Code sobre Guerra y Defensa Nacional: que autoriza misiones de inteligencia militar contra amenazas externas, incluyendo narcotráfico. iii.-IEEPA [International Emergency Economics Power Act] y Ley Kingpin: facultan sanciones económicas y confiscación de activos. iv.-Declaraciones de Emergencia Nacional (Órdenes ejecutivas/ 13692 y subsiguientes): habilitan medidas excepcionales contra gobiernos vinculados al crimen organizado […] En el campo del Derecho Internacional tenemos la Convención de Viena de 1988 contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes que compromete a los Estados a cooperar, pero no autoriza intervenciones unilaterales.

La Carta de la ONU por su parte, Art. 2(4): prohíbe el uso de la fuerza contra la integridad territorial o independencia política de un Estado, salvo legítima defensa (Art. 51) o autorización del Consejo de Seguridad. La doctrina de la “Legítima Defensa Anticipada”(usada por EE.UU. post 11-S), permite la acción militar preventiva si la amenaza es “inminente y grave”.

Precedente: Panamá 1989 (Operación Just Cause). Consecuencias políticas

El presidente George H. W. Bush ordenó la invasión de Panamá para capturar a Manuel A. Noriega, acusado de narcotráfico y de poner en riesgo vidas estadounidenses. Sus fundamentos: i.-Protección de ciudadanos y tratados sobre el Canal de Panamá. ii.-Restablecer el orden democrático tras fraude electoral. iii.-Cumplimiento de órdenes judiciales estadounidenses contra Noriega por narcotráfico.

La invasión estadounidense a Panamá del 20/12/1989 denominada Operación Causa Justa—tuvo efectos políticos profundos y bastante inmediatos, no sólo por la captura de Manuel Antonio Noriega, sino porque implicó una reconfiguración total del sistema político panameño: En primer lugar significó el fin del régimen militar: La captura de Noriega y el desmantelamiento de las Fuerzas de Defensa de Panamá después de dos décadas de control castrense sobre el gobierno. Guillermo Endara [electo en mayo de 1989 pero impedido de asumir por Noriega] fue juramentado la madrugada de la invasión en una base militar estadounidense.

No hubo una nueva Constitución política, pero sí reformas en los 90 para fortalecer instituciones democráticas y limitar la influencia militar. La dependencia a EE.UU en materia de seguridad fue palmaria. Hasta 1999, EE.UU mantuvo una fuerte presencia en el país, tanto militar como política, lo que garantizó orden pero también generó debates sobre soberanía.

Desde 1990, Panamá ha tenido transiciones presidenciales pacíficas y regulares cada cinco años, sin interrupciones militares. Esto marca una diferencia radical frente al ciclo de golpes que sufrió entre 1968 y 1989 […] Aunque persisten problemas de corrupción y clientelismo, las elecciones son competitivas y con alternancia de poder.La disolución del ejército y la creación de una fuerza policial redujo el riesgo de golpes, aunque abrió retos en crimen organizado y narcotráfico.

En los 90 se implementaron programas de liberalización económica, inversión extranjera y privatizaciones. El manejo soberano del Canal desde 1999 potenció ingresos y obras públicas. Panamá se convirtió en un hub regional por su posición geográfica y política, esto es, como centro logístico, financiero y de servicios. El PIB per cápita creció de forma sostenida, pero las brechas sociales y regionales siguen siendo amplias, especialmente en zonas rurales e indígenas.

La alternancia en Panamá desde Noriega (post-1989) ha sido estable: Guillermo Endara (1989–1994)–Democracia Cristiana, transición post-invasión; Ernesto Pérez Balladares (1994–1999)–PRD, reformas económicas y privatizaciones; Mireya Moscoso (1999–2004)–primera mujer presidenta, entrega del Canal; Martín Torrijos (2004–2009)–PRD, hijo de Omar Torrijos, impulsó ampliación del Canal; Ricardo Martinelli (2009–2014) –Cambio Democrático, alto crecimiento económico, escándalos de corrupción; Juan Carlos Varela (2014–2019)–Panameñista, lucha anticorrupción, caso Odebrecht; Laurentino “Nito” Cortizo (2019–2024)–PRD, gestión de pandemia y desaceleración económica; José Raúl Mulino (2024–presente) –Aliado de Martinelli, promesas de seguridad y reactivación económica. ¿Podemos hablar de una era post Noriega democrática y próspera?

En términos de estabilidad política, Sí. Panamá es uno de los países latinoamericanos con mayor continuidad democrática desde 1990. En lo económico ha habido un repunte sostenido, sobre todo desde la reversión del Canal. Panamá pasó a ser una de las economías más dinámicas de la región. En términos sociales: Parcialmente. La estabilidad no ha resuelto las desigualdades estructurales; las clases medias y urbanas han prosperado, pero el interior rural y las comarcas indígenas siguen marginadas.

Balance: Podría describirse como una era post-invasión de estabilidad institucional y prosperidad macroeconómica, pero con deudas sociales y persistencia de corrupción política.

Marco conflictivo: Doctrina Trump vs. Principios de no intervención y autodeterminación

La no intervención, la soberanía, la autodeterminación son principios centrales del derecho internacional consagrados en la Carta de la ONU y en la práctica estatal. Prohíben el uso de la fuerza contra la integridad territorial o independencia política de un Estado, salvo excepción (autorización del Consejo de Seguridad o legítima defensa). Sin embargo la estigmatización del Estado Venezolano como un estado fallido y criminal, según formulaciones públicas y prácticas administrativas de la Administración Trump-considera a Estados que cooptan la economía criminal—como una amenaza a la seguridad nacional que puede justificar medidas coercitivas.

A efectos prácticos, los Estados (y especialmente EE.UU) han invocado varias doctrinas/excepciones para justificar el empleo de la fuerza fuera del propio territorio: i.-Consentimiento del Estado. ii.-Autorización del Consejo de Seguridad (Cap. VII, Carta ONU) iii.- Legítima defensa (Art. 51 Carta ONU). Tradicionalmente se admite defensa contra un ataque armado inminente. La defensa preventiva o anticipada ha sido invocada por EE.UU en el pasado para amenazas no convencionales (terrorismo).

Capítulo aparte merece mencionar la Doctrina “Unable/Unwilling” (práctica anglo-estadounidense en counter-terrorism): Se sostiene que un Estado A puede usar fuerza contra actores no estatales operando desde Estado B si B es incapaz o no está dispuesto a impedir prácticas criminales. Aplicarlo al narcotráfico exige probar incapacidad o complicidad del Estado receptor. Es jurídicamente discutida y no universalmente aceptada. El tema se agrava cuando altos funcionarios cometen delitos internacionales (p. ej. trata de personas, narcotráfico con efectos transnacionales). Algunos ordenamientos sostienen que ciertas inmunidades pueden verse limitadas. Sin embargo, la inmunidad ratione personae de un jefe de Estado en funciones sigue siendo una barrera fuerte ante enjuiciamientos penales en foros nacionales extranjeros, salvo casos de crímenes de lesa humanidad [Estatuto de Roma].

En síntesis estamos en presencia de una nueva oferta diplomática, política y jurídica, que elimina los límites entre la jurisdicción interna y extra-territorial, permutando la diplomacia tutelada de reconocimiento de estados [no gobiernos], soberanías y no intervención, por una diplomacia coercitiva, de intervención preventiva o represiva que antepone la seguridad de las naciones afectadas por delitos internacionales, aplica postulados de legítima defensa y categoriza como delitos de persecución extraterritorial a los crímenes organizados.

La denominada Doctrina Trump no es nueva en términos de precedentes y política exterior de EEUU e incluso, en otros conflictos. Un desafío sensible en términos diplomáticos que deberá superar un mundo acostumbrado a anteponer los postulados de autodeterminación, independencia de estados soberanos e inmunidades diplomáticas, aun en naciones dominadas por regímenes autoritarios. Una historia desafiante, compleja, que puede significar un parteaguas, un antes y un después, en la lucha internacional contra el crimen organizado, los crímenes de lesa humanidad y los regímenes autocráticos.

 

Orlando Viera-Blanco

@ovierablanco

 

Caricaturas del 12/08/2025

Posted on: agosto 12th, 2025 by Super Confirmado

Miguel Uribe Turbay

Posted on: agosto 12th, 2025 by Super Confirmado

Colombia amaneció ayer con la triste noticia de la muerte de Miguel Uribe Turbay luego de más de dos meses en estado crítico, a consecuencia de un infame atentado sicarial en el occidente de Bogotá. Su fallecimiento fue recibido, que no quede duda, como un golpe al país entero y a la democracia. Y lo que es más triste en estos casos: también a la esperanza.

La fe en su recuperación estuvo presente hasta el último instante en su familia y entre los colombianos. Las movilizaciones multitudinarias que se organizaron mientras Uribe Turbay estuvo en cuidados intensivos en la Clínica Santa Fe sirvieron para desahogar el dolor por el atentado macabro y absurdo, pero también para encender una luz, alimentada por el encuentro de millones en el rechazo a la violencia. Más allá de diferencias ideológicas, hubo –y tendrá que haberlo siempre– un consenso en torno a que nuestra historia política no puede seguir escribiéndose en clave de magnicidios y traumas. No más.

Aun así, lamentablemente esa esperanza se apagó tras dos meses y cuatro días de lucha, no obstante el empeño de los médicos ante las graves heridas que le dejaron las balas disparadas por un menor de edad –otra tragedia nacional– en el barrio Modelia de Bogotá.

Miguel Uribe murió a los 39 años, en plena vida pública, con la convicción de servir a Colombia desde sus principios y desde la orilla política que representaba. Creía en la democracia, en el fortalecimiento de las Fuerzas Armadas, en reformas que sacaran a millones de la informalidad, en la lucha contra la impunidad y la corrupción. Tenía todo el derecho –y la voluntad– de aspirar a la presidencia. Pero las fuerzas criminales, como a tantos líderes antes que él, le arrebataron ese derecho y le arrebataron la vida.

Su historia personal estuvo marcada por la tragedia desde la infancia, cuando su madre, Diana Turbay, fue secuestrada y asesinada por la mafia. Sin embargo, eligió enfrentar el miedo y trabajar por un país mejor, menos violento y más justo. Hoy, su nombre se suma a la lista de personas que se la han jugado por el bien común y que por ello han caído por las balas de quienes creen que eliminando personas pueden imponer su agenda de terror. Según el conteo de Indepaz, con Uribe Turbay ya son 97 las personas que por su liderazgo político y social han sido asesinadas este año en el país. Una lista tan escalofriante como penosa para una democracia.

El Estado tiene la obligación de proteger a todos los candidatos, sin distinción, y la sociedad civil debe pronunciarse en defensa de la democracia para mantener el rumbo que quieren truncar los criminales.

Es necesario poner de presente lo doloroso que es para quienes vivimos los días aciagos de finales de los ochenta y comienzos de la década de 1990, cuando la violencia política pretendía decidir quién podía aspirar a gobernar. Este horrendo capítulo de ninguna manera puede repetirse. Por eso, el primer imperativo es que haya justicia. Con varios capturados, el país exige que la investigación llegue hasta el último responsable, que se identifique no solo a los ejecutores, sino a quienes ordenaron y financiaron este magnicidio. Que la verdad no aflore décadas después, cuando la herida ya haya supurado demasiado. Y que este proceso lo lidere, sin interferencias ni distracciones, la Fiscalía General de la Nación, la única voz autorizada para entregar avances y conclusiones. Ninguna hipótesis que no provenga de allí debe desviar la atención ni enturbiar la verdad.

Los criminales que atentaron contra Uribe Turbay buscaban, además de asesinarlo, enviar un mensaje de intimidación. Por eso la respuesta no puede ser la resignación ni el miedo, sino la unidad nacional en torno a la defensa de la vida, la libertad política y las instituciones. Este crimen no debe ser combustible para la confrontación política ni para discursos incendiarios que alimenten el odio. Las palabras, en especial las de quienes ostentan cargos de responsabilidad nacional, importan y en un país tan marcado por la violencia pueden ser tan letales como las mismas balas.

El magnicidio ocurre a menos de un año de las elecciones presidenciales y a pocos meses de las legislativas. Las próximas jornadas electorales deben realizarse con plenas garantías y en paz. El Estado tiene la obligación de proteger a todos los candidatos, sin distinción, y de asegurar que en cada rincón del país haya condiciones para que puedan dirigirse libremente a la ciudadanía. La democracia no se defiende solo con discursos, sino garantizando que las urnas, y no las armas, sean las que definan, sin dilaciones, el rumbo de Colombia.

En este día de luto, la tristeza debe transformarse en determinación. Determinación para esclarecer este asesinato, para blindar el proceso electoral, para que la sociedad civil se pronuncie en defensa de la democracia y en contra de quienes quieren que se pierda el rumbo y para que ningún otro colombiano entregue su vida por ejercer sus derechos políticos. Miguel Uribe deja el ejemplo de quien, pese a la adversidad y la amenaza, eligió servir. Honrar su memoria es asumir como país que la violencia no puede decidir nuestro futuro.

Editorial publicado por el diario El Tiempo de Colombia / GDA

 

 

Haz tus compras por internet con la Tarjeta de Débito Mastercard Bancamiga

Posted on: agosto 12th, 2025 by Super Confirmado

El candado virtual y la tecnología ID Check refuerzan la seguridad de este instrumento financiero.

La comodidad del cliente, la variedad de productos y la simplicidad de acceso a través de dispositivos móviles han contribuido en los últimos años al aumento de las compras por internet. Conscientes de esta realidad, Bancamiga ha puesto en manos de los venezolanos la Tarjeta de Débito Mastercard, que ofrece un sinfín de ventajas.

Con este instrumento financiero, los clientes tienen la facilidad de hacer transacciones en línea rápidas y seguras, gracias al beneficio que brindan dos de sus elementos clave de seguridad: el candado virtual y la tecnología ID Check.

El candado virtual es una herramienta que permite a los clientes habilitar o deshabilitar el uso de la tarjeta para compras online. Al momento de efectuar la transacción se abre el candado y se cierra una vez realizada.

ID Check, por su parte, es una capa adicional de seguridad. Al finalizar una compra por internet con la Tarjeta de Débito Mastercard Bancamiga, la web solicitará a los clientes un código de autenticación, que se obtiene al ingresar a la aplicación Bancamiga Suite y se incorpora en la transacción.

Con el candado virtual y con ID Check, Bancamiga reafirma su compromiso de poner en el mercado soluciones innovadoras que, en un mercado digital en constante evolución, satisface una condición medular de las transacciones: la seguridad.

Además del importante beneficio de facilitar las compras por internet, la Tarjeta de Débito Mastercard Bancamiga, que cuenta con tecnología sin contacto, también permite suscribirse a servicios de streaming, cancelar por puntos nacionales e internacionales y retirar de cajeros en el exterior.

A estas características se le suman los descuentos exclusivos disponibles en comercios asociados, donde destacan restaurantes, centros de salud y de belleza, Pedidos Ya y Yummy, entre otros.

De esta manera, Bancamiga reafirma su sentido de dirección al promover entre los venezolanos productos de vanguardia con beneficios tangibles, que mejoran su calidad de vida.

 

 

Día Internacional de la Juventud, #12 de agosto

Posted on: agosto 12th, 2025 by Super Confirmado

Los jóvenes localizan los ODS
El tema del Día Internacional de la Juventud (DIJ) 2025, Acciones Juveniles Locales para los ODS y Más Allá, destaca el papel fundamental de la juventud para convertir las ambiciones globales en realidades impulsadas por la comunidad. A medida que los socios para el desarrollo trabajan para traducir e implementar los objetivos globales en contextos locales específicos, alineándolos con las necesidades de la comunidad y manteniendo la coherencia con los compromisos nacionales e internacionales, los jóvenes son socios fundamentales. Aportan creatividad, perspicacia y profundos vínculos comunitarios que ayudan a cerrar la brecha entre las políticas y la práctica. Con más del 65% de las metas de los ODS vinculadas a la gobernanza local, la participación juvenil no es un lujo, sino una necesidad.

El Día Internacional de la Juventud (DIY) de este año también destacará el papel esencial de los gobiernos locales y regionales. Al ser los más cercanos a las comunidades a las que sirven, se encuentran en una posición privilegiada para crear entornos políticos inclusivos, asignar recursos y establecer mecanismos para la participación de la juventud en la planificación y la toma de decisiones locales. Al integrar las prioridades de la juventud en las estrategias locales y regionales y fomentar la colaboración con organizaciones juveniles, las autoridades pueden colaborar con los jóvenes para transformar sus ideas en soluciones impactantes. Cuando los gobiernos locales brindan espacios para la innovación, la mentoría y la participación cívica, no solo aceleran la implementación de los ODS, sino que también impulsan a futuros líderes comunitarios y creadores de cambios.

El Año Internacional de los Jóvenes (AIJ) de este año adquiere mayor relevancia al coincidir con el próximo 30.º aniversario del  Programa de Acción Mundial para los Jóvenes . Este programa sigue siendo un marco rector para reconocer a los jóvenes como actores clave del desarrollo sostenible y la gobernanza participativa, principios que se reflejan directamente en el tema de este año. Los debates sobre el tema del AIJ 2025 también servirán de base para los preparativos de la  Segunda Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social,  que se celebrará en Doha en noviembre.

A medida que el mundo emprende la recta final hacia 2030, el Año Internacional del Desarrollo 2025 exige inversiones reales en políticas y programas inclusivos que aprovechen las acciones de los jóvenes locales en favor de los ODS.

Jóvenes de Kosovo y Albania colaboran en un mural como parte de un proyecto de arte comunitario.

 

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