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Ramón Guillermo Aveledo: Juzgar serenamente

Posted on: abril 5th, 2025 by Super Confirmado No Comments

Serenidad en medio de la tormenta, dice un sabio aserto más recomendado que practicado. La serenidad no es fácil, al menos para nosotros, venezolano de este tiempo de incertidumbre. Transversal a nuestra existencia es lo que Garavini llama “el monotema”, con independencia de si usted es como la mayoría de quienes queremos que la cosa cambie o si es de la minoría convencida de que salvo ciertos ajustes, básicamente en los demás, lo mejor es que siga como está. Todo o casi todo lo vemos por el lente de nuestro conflicto político que no es un espejismo, pero la vida es mucho más que eso.

Advierto que por demócrata creo en el derecho como fuente de seguridad y garantía de la libertad y la justicia. Que no todo el mundo es demócrata, lo sé, incluso muchos que creen o dicen serlo.

Empecemos por las sanciones. La palabra define a una variedad de actos cuya generalización lleva inevitablemente a la confusión. Las adoptan organismos internacionales o estados. Un Estado puede sancionar a otro o a determinadas personas. La causa de éstas puede estar en acuerdos internacionales, como ahora ocurre con los derechos humanos y lo garantiza la Constitución, o en la legislación de cada país.

En el mundo, aunque lentamente, va desarrollándose un nuevo Estado Democrático de los Derechos Humanos internacionalmente tutelados, pues éstos no reconocen fronteras, cada uno es responsable de sus actos, así que con las sanciones personales no tengo problema, todo lo contrario.

Las generales que por castigar a un gobierno afectan a un pueblo entero, son otra cosa. Con estas nunca he estado de acuerdo por razones que resumiré, aunque en nuestro caso no son el origen de esta larga crisis, básicamente causada por errores del poder. No las apoyo porque no sirven al objetivo que se plantean, evidencias históricas abundan; porque al ser burladas generan una economía de corrupción; perjudican a la gente común que ya es víctima de sus gobiernos y proveen a éstos de excusas para su incompetencia.

Otro tema actual es el trato injusto a los venezolanos por decisiones del nuevo gobierno de EEUU. En su territorio cada Estado establece soberanamente su política migratoria y enfrenta el problema de la inmigración ilegal, pero el Estado de Derecho tiene unas reglas cuyo respeto es esencial. Que las deportaciones, máxime a terceros países cuyos gobiernos cobran por eso, vengan acompañadas de la revocatoria del Parole y los TPS, envueltas en un discurso de propaganda con regusto racista y xenófobo que estimula esas bajas pasiones, agrava la generalización inaceptable que asocia una nacionalidad, la nuestra, con el delito.

La previsible propaganda del poder aquí no borra la realidad de detenciones y procesos que en nuestro país se realizan en contradicción con nuestra Constitución y con los tratados internacionales suscritos por Venezuela.  Lo consistente, democráticamente hablando, es rechazar el trato injusto a los venezolanos y a todas las personas, en nuestro país y donde sea. Como nadie tiene motivos para celebrar sanciones, nadie los tiene para buscar justificaciones o hacerse de la vista gorda al trato injusto a nuestros compatriotas.

Es lo que creo, lo he dicho antes y siento que es necesario repetirlo, tal vez alguien escuche.

Ramón Guillermo Aveledo

Mibelis Acevedo Donís: ¿Dueño del mundo?

Posted on: abril 5th, 2025 by Super Confirmado No Comments

 

Con Trump todo ello parece haberse repotenciado, inmerso en una versión distópica, tremebunda y teatral que ha agudizado las crisis con las que ya trajinaba el mundo globalizado

Decir “imperio” en era surcada por la novedad continua y las realidades cambiantes que ha impuesto la globalización acelerada, podría parecer una contradicción, un arcaísmo. En efecto, se trata de un vocablo antiguo, procedente de la voz latina de origen etrusco Imperium: esto es, “mando, orden, autoridad”. Algunos hitos históricos a los que ella nos remite son ampliamente conocidos. Con la consolidación del gran Imperio Romano y de su reconocimiento como régimen político, el concepto cobró cuerpo en el imaginario político como “un poder supremo, reforzado en su carácter primigeniamente divino, que en su forma más abstracta sería equiparable a lo que hoy llamamos potestas publica” (Moreno Almendral, 2013). Tras su caída, fruto del desbordamiento de esa “barbarie interior” de la que hablaba Spengler, Carlomagno fue coronado emperador por el papa León III, en suerte de recolección de los vestigios de la vieja gloria occidental. Más tarde, durante la Edad Media, el concepto siguió moviéndose como un eco de Roma en un mundo de reyes también avalados por Ley divina.

De Imperio se habló en la España de Isabel y Fernando, la de la Armada invencible de Felipe II. En la Francia de Napoleón Bonaparte, en la Rusia Zarista de Pedro I. Entre aztecas asentados en el valle de México y gobernados por Moctezuma. En la Inglaterra que prosperó bajo la égida de los Tudor, imperio de vida dilatada que dejó como legado la Mancomunidad de Naciones. No cuesta ver acá y en lo sucesivo esa voluntad de uniformización que distinguía a las culturas imperiales. Un modo de hacer y de autopercibirse, más que una proclamación formal en una constitución. Incluso en algunas realidades propias de ese Estado-nación surgido al calor del tratado de Westfalia, topamos con un tipo de poder asentado en la idea de la expansión territorial y superioridad civilizatoria. Un poder tradicionalmente sostenido por la subordinación de pueblos incapaces de competir con la tecnología de quien los sometía, y cuya apuesta simbólica solía orbitar en torno al emperador, árbitro de tensiones internas, según Moreno Almendral, y figura sacralizada en muchos casos.

La globalización, sin duda, fue introduciendo nuevos elementos a esas dinámicas de hegemonía, desigualdad y dependencia, desde la primera fase de un proceso que estaría especialmente marcado por la “Era de las Revoluciones”. A partir de ese momento y hasta hoy, los intercambios de ideas e información, los movimientos intelectuales y religiosos en la conformación de comunidades políticas y sociales, la expansión de la economía-mundo capitalista (I. Wallerstein, 2006) para el establecimiento de redes comerciales cada vez más proclives a la interconexión y la interdependencia, adquieren decisivo protagonismo. La idea del viejo imperio se mantiene subsumida en estos intercambios sin fronteras, renuente a desaparecer del todo, y quizás emparentada con la categoría de potencia, de nación fuerte. Algo parece seguir aportando terca sustancia a esa conducción y lucha por la hegemonía y expansión (económica, política, pero sobre todo, cultural), eso sí. Se trata de la personalización del poder, la voluntad de un “guía” que encarna los valores, creencias y contenidos intangibles que soportan la legitimidad de estas naciones-potencia para conducirse como lo hacen.

 

Lo paradójico, claro está, es que la historia de la política ha sido también la de la brega por despersonalizar y dispersar el poder, por dotar a los Estados de instituciones estables y duraderas que vayan más allá de personas y coyunturas. Contrapunteando con esa sana certeza, persiste la visión de países en continuo crecimiento, en continua expansión y movimiento hacia el exterior (una convicción con potencial para insertarse con holguras en las premisas de la asociación virtuosa propia de la globalización y sus instituciones, seguramente). Nada que los constitucionalistas norteamericanos no hubiesen contemplado, por cierto, en tiempos en que el calificativo de Imperio gozaba de prestigio geopolítico. En 1787 el propio James Madison recomendaba extender la esfera: aumentar la “extensión del territorio” para debilitar el extremismo político y evitar así la guerra de clases hacia lo interno.

En ello estribaría la clave de ese “renacimiento perenne” vislumbrado por el historiador Frederick Jackson Turner en 1893, quien distinguía en la frontera una matriz del carácter práctico e innovador del estadounidense, de una sociedad que en el oeste prosperaba «entre el salvajismo y la civilización». Por su parte, en su discurso “Strenuous Life” (1899), el gobernador de Nueva York y futuro presidente, Theodore Roosevelt, ya hablaba de la participación en el autogobierno “bajo una supervisión sabia, firme y benéfica a la vez”, y afirmaba que “en la medida en que las naciones adquieren intereses cada vez más amplios y se conectan entre sí cada vez más, si queremos defender nuestra posición en la lucha por la supremacía naval y comercial debemos fortalecer nuestro poder más allá de nuestras fronteras… El siglo XX se vislumbra ante nosotros con el destino de muchas naciones. Si nos quedamos de brazos cruzados los pueblos más audaces y fuertes nos superarán y se adueñarán del mundo.” Una postura en sintonía con la del senador de Massachusetts, George Hoar, quien ese mismo año declaraba sin rubor alguno: “No hay ley moral para las naciones fuertes. Estados Unidos ha superado el americanismo”.

En una realidad radicalmente distinta a la de devotos de doctrinas como la del “Destino manifiesto”, no obstante, hoy renacen viejas ideas ataviadas de chocante innovación. La figura del hombre audaz al que rinde tributo Roosevelt, hombre “que no se acobarda ante el peligro, las dificultades ni el duro trabajo, y que de estos obtiene el espléndido triunfo final”, cobra insólito aliento. Con Trump todo ello parece haberse repotenciado, inmerso en una versión distópica, tremebunda y teatral que ha agudizado las crisis con las que ya trajinaba el mundo globalizado. “La táctica imperial de Trump parece un intento de salir del punto muerto, de decir que no hay límites, que el país sí tiene un futuro”, escribía Greg Grandin en el New York Times. Esfuerzo que, más que práctico, funge como “solución espiritual” al malestar, una forma de demostrar que existe un propósito para “un país a la deriva”. Sobran los temores en relación a los riesgos de esa “loable” intención, claro está, en especial cuando el ánimo ultranacionalista y revanchista propio del populismo es el feroz aliño de los discursos. En misma línea, se anuncian medidas que, lejos de promover la idea de la cooperación entre países, desafían las reglas de juego propias del orden mundial liberal que surgió tras la Segunda Guerra Mundial.

«Durante décadas nuestro país ha sido robado, saqueado, violado y desvalijado por naciones cercanas y lejanas, tanto amigas como enemigas». Sumando a la incertidumbre creciente, invirtiendo el peso de la culpas y muy a tono con su estrategia de “shock and awe”, conmoción y pavor, eso ha dicho Trump. El melodramático preámbulo le ha servido para justificar la metralla arancelaria que hoy vende como gesto de «amable reciprocidad» ante lo que califica como prácticas comerciales desleales. Abrumar a los oponentes, perturbar el orden establecido, romper las normas, crear otras de forma unilateral y sobre la marcha, parece ser el camino que ha elegido esta administración no sólo para relacionarse con los adversarios internos, sino con actores externos a los que el carácter de socios también somete a inesperadas condiciones. Al estilo de la diplomacia rooseveltiana del “Gran Garrote”, entrar en la “renovada” órbita comercial estadounidense implicaría aceptar de buen grado la adopción de esquemas de relacionamiento que retrotraen a etapas ya superadas. Y es que la amenaza anti-globalización que ello entraña parece desdeñar el espíritu de pactos que, con todo y sus imperfecciones, con todo y su fragilidad, han jugado a favor del mantenimiento de la paz y la idea del desarrollo inclusivo y sostenible, en un marco de aspiraciones como el que provee el Estado Democrático de Derecho.

Allí es donde “la búsqueda a tientas de Trump de un grito de guerra se vuelve peligroso”, advierte Grandin. En esa brutal deconstrucción del imaginario propio de la interconexión, la cooperación y la interdependencia global, uno en el que la confianza en la buena intención del otro funge hoy como insumo trascendental, también habrá que considerar el entusiasmo casi religioso con el que ciudadanos y funcionarios están validando las embestidas del “hombre fuerte”. A espaldas de la evidencia, por ejemplo, el presidente de la Cámara de Representantes de EE.UU., Mike Johnson, recomendaba no dudar de “los instintos del presidente sobre la economía”. Una figura sacralizada, incuestionable, toda poder e influencia como la que presidía los antiguos imperios (“hay un nuevo Sheriff en el pueblo”, celebraba la congresista republicana María Elvira Salazar), dotada para colmo de una temible nostalgia expansionista, resurge para reinstalar marchitos paradigmas y redibujar a su antojo las fronteras. El peligro no da tregua.

 

@Mibelis

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Roberto Patiño: Debido proceso

Posted on: abril 5th, 2025 by Super Confirmado No Comments

 

Después de más de veinte años de la llegada al poder de un supuesto proyecto “revolucionario” que se consolidó en forma de dictadura, un dolor ha alcanzado a todos los venezolanos: la migración.

Con más de 9 millones de migrantes, según los últimos datos levantados por especialistas, es casi imposible conseguir una familia donde alguno de sus integrantes no haya tenido que salir del país empujado por la crisis económica, el colapso de sus condiciones de vida, la inseguridad o la persecución política. Nuestro gentilicio como “venezolanos” ha quedado marcado por la cicatriz del exilio y el dolor de las familias separadas.

Esta tragedia que es a un mismo tiempo doméstica pero con efectos geopolíticos tiene como origen, ¡no podemos olvidarlo!, una crisis humanitaria, social y política instalada en Venezuela por una camarilla de autoritarios que socavaron los principios de la democracia, eliminaron los sistemas de controles y contrapesos de la democracia, acabaron con las instituciones del país y avanzaron en la conformación de un sistema político, de vocación totalitaria, que destrozó la economía venezolana con el manejo arbitrario de los ingresos petroleros (de una industria que destruyeron) y con fomento de un ecosistema corrupto que encumbró a los poderosos que nos gobiernan con la misma fuerza con que empobreció a la mayoría de los venezolanos. La crisis migratoria es una tragedia hecha en revolución y por la revolución.

A este dolor migratorio que acompaña a los venezolanos desde hace muchos años se le suma la incertidumbre generada por la decisión del gobierno norteamericano de cancelar el TPS y el parole humanitario.

Sabemos que cada Estado tiene el derecho de definir y aplicar, con base en las leyes de su país, la estrategia migratoria y de seguridad que consideren pertinente. Sin embargo, preocupa las formas que llevaron a la deportación a una cárcel de máxima seguridad salvadoreña a un grupo de detenidos en Estados Unidos y acusados de pertenecer al Tren de Aragua. En particular, el desconocimiento de la identidad de los detenidos, la celeridad con que fueron llevados al centro de reclusión en el extranjero, la polémica generada por una orden judicial sobre el caso y las condiciones en que fueron recluidos en El Salvador. La presunción de inocencia y el derecho a la defensa son principios claves del sistema legal norteamericano, justo para asegurar que no se ha colocado en un mismo lote a personas inocentes junto a delincuentes.

Es fundamental que no se criminalice la migración y se imponga a los venezolanos un estereotipo que los condena de manera arbitraria. Tenemos que insistir: ser venezolano no es delito, ser migrante no es delito.

Sólo con el retorno de la democracia en Venezuela se podrá dar garantías para la reunificación de la familia venezolana.

Este ha sido y seguirá siendo nuestro compromiso.

El Observatorio Venezolano de Migración (OVM) es una iniciativa del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello que se especializa en la divulgación de información precisa y basada en evidencia sobre la migración en Venezuela.

Su trabajo es importante para conocer la magnitud de este fenómeno y desarrollar políticas para lograr el retorno de venezolanos, un esfuerzo que está bajo la amenaza de la dictadura venezolana que persigue, criminaliza y acosa las iniciativas de la sociedad civil organizada. Luchar por el retorno de la democracia es trabajar por la autonomía de estas iniciativas y la libertad de todos los presos políticos.

Roberto Patiño 

www.rpatino.com

 

 

Hervido de Gallina a la venezolana

Posted on: abril 5th, 2025 by Laura Espinoza No Comments

 

El hervido ó sancocho es una sopa con gran contenido de ingredientes y aliños que le dan un sabor muy característico, se acostumbra a preparar en todas las regiones del país, es un plato nacional que puede encontrarse en cualquiera de nuestras ciudades y pueblos; tiene un sin fin de variaciones según la zona donde se prepare, varía tanto en su forma de preparación, como en su forma de acompañarlo ó comer, es parte importante de nuestra culinaria y se pueden preparar a base de carne, pollo, gallina ó pescado, se pueden hacer «cruzaos» utilizando dos o más de estos ingredientes principales, pero generalmente se prepara de uno. El hervido de carne ó gallina, se acostumbra a comer en Caracas desde mucho antes del siglo XVIII, se preparaba esta sopa para comer antes del plato fuerte, en épocas de la colonia se presentaba casi diariamente, se hacia primero un caldo con la carne ó el ave, y en esta base se añadían los tubérculos, verduras y aliños, hasta estar blandos, se le agregaba el «sofrito» y el «compuesto», para darle sabor y aroma, entonces se servia el caldo en el plato y las verduras y tubérculos en una bandeja, y las presas del ave ó los trozos de carne en otra, para que el comensal tomara la ración de verduras y carnes de su preferencia, esto representaba el preámbulo al plato fuerte.

En las distintas regiones del país encontramos un hervido que identifica la zona, su preparación depende mucho de las costumbres de la región, por ejemplo en la región oriental y de la costa donde se encuentran con facilidad los frutos del mar, se acostumbra a preparar el hervido a base de pescado, el de Jurel es uno de los más acostumbrados, sin embargo se utilizan otros pescados blancos para su preparación. Se utiliza bastante el ají dulce como parte de un sofrito para darle sabor, y al servirlo se le pueden rociar algunas gotas de limón, se acompaña con arepas de maíz, y se le acostumbra a llamar, «sancocho ‘e pescao».

En la región del centro se acostumbra a prepararse el hervido de gallina y el de res, es ampliamente conocida la «sopa de rabo», que se prepara haciendo el caldo base con el rabo ó cola de la res. Estas dos sopas ó hervidos se les agregan verduras, tubérculos y jojotos, en trozos de tamaño mediano y cuando están blandas se les agrega cilantro, hierbabuena y perejil para aromatizar. Se aliña igualmente con un sofrito, y cuando se sirve, se procura colocar una presa de la carne en el plato, abundantes verduras y caldo.

En la región andina y de los llanos igualmente abundan las crías de ganado y aves, por lo que se preparan los hervidos ó sancochos de carne, gallina y pollo, y se adapta la preparación a lo que la tierra provee en abundancia, por ejemplo en los andes y parte de occidente se le agrega siempre plátano verde, por lo que el caldo se vuelve más oscuro, en los llanos hacen una variación del hervido al que le agregan arroz y se le llama «asopao», hay los que aún los preparan en fogones de leña y ollas de barro, como nuestros ancestros indígenas, por lo que adquiere un leve sabor ahumado.

Un buen hervido lleva yuca, ocumo, ñame, auyama, jojotos y apio, puede agregársele algo de papas, y zanahorias y su base es un caldo concentrado de carne de res ó ave, que debe lucir transparente y limpio, con un color apetecible aportado por las carnes, el sabor que añade el jojoto y el compuesto es imprescindible, el despliegue de sabor y color de esta sopa, es simplemente maravilloso. Se cree que un hervido puede levantar el ánimo del más decaído, aliviar las penas, reconfortar un enfermo…

En nuestro país esta sopa es como muchos de nuestros platos típicos, parte de nuestra herencia mestiza, ejemplo de nuestro colorido, de la transformación de los frutos que nos da esta tierra llena de abundancia y riqueza que es Venezuela.

 

Esta receta que les suministro es la del Hervido de Gallina, acostumbrado a prepararse principalmente en Caracas:

Hervido de Gallina

Ingredientes

 

 

Preparación

Monte en una olla grande los 3 Lt de agua, y aún fría coloque la gallina ya limpia, sin piel y sin viseras, cortada en presas medianas, agregue sal al gusto, la rama de cebollin, el medio pimentón sin semillas, el ajo machacado y la cebolla cortada por la mitad y 1 ají dulce. Retire la piel de los jojotos y corte cada uno en tres ó cuatro partes y colóquelos en el agua. Deje hervir hasta que los jojotos y la gallina ablanden, es importante retirar la espuma que se forma en la superficie, para obtener un caldo limpio y claro. Cuando este blando, retire el pimentón y las ramas de cebollin, luego agregue todos las verduras y tubérculos, menos la auyama. Deje ablandar, y por ultimo agregue la auyama, ya que esta se ablanda con rapidez, rectifique la sal. Aparte en una sartén llana vierta el aceite, y saltee ½ cebolla finamente cortada, 2 cabezas de ajo y 2 ajíes dulces, agregue este sofrito al caldo, añada una rama de cilantro, una rama de hierbabuena, una de apio España, y un toque de pimienta al gusto. Cuando la sopa esté lista retire las ramas. Sirva en platos hondos de manera armoniosa, puede agregarle por último un poco de cilantro muy finamente cortado. Disfrute de esta sopa colorida y sazonada, acampándola con arepas de maíz.

 

El sofrito es un conjunto de varios tipos de vegetales y aromantes que se saltean en aceite para proporcionarle sabor a las comidas. Se utiliza con mucha frecuencia en la cocina venezolana y se compone principalmente con ajo, cebollas, cebollin, y ají dulce, finamente picado y salteado, puede tener variaciones y puede agregársele especies aromatizantes, también puede colorearse con onoto el aceite.

 

El compuesto es un conjunto de hierbas frescas, que se utilizan para dar sabor y aroma principalmente a las sopas, se compone principalmente de cilantro, perejil, hierbabuena, y apio España.

 

Venezuela Tuya

#5Abril: Día Internacional de la Conciencia

Posted on: abril 5th, 2025 by Super Confirmado No Comments




El 5 de abril se celebra el Día Mundial de la Conciencia, una fecha promulgada por la ONU en 2019, y que consiste en promover una conciencia global en el mundo, más allá de acuerdos políticos o económicos.

¿Cuál es la conciencia a la que se refiere este día internacional?

La ONU pide a gobiernos, agentes sociales y a las personas en general que fomenten una Cultura de Paz con Amor y Conciencia. ¿Qué quieren decir con la palabra conciencia?

La conciencia es algo difícil de explicar por lo abstracto del término. Si nos fijamos en la etimología de la palabra, el vocablo proviene del latín conscientia («con conocimiento»).

Eso significa que la palabra conciencia se refiere a aquello que el sujeto o ser humano conoce.

Pero Naciones Unidas amplía el significado de esa palabra a un sentido más social.

Se trata de proteger a las generaciones futuras de las guerras, de que el ser humano actúe con valores de justicia, democracia, solidaridad y derechos humanos.

Se trata de que todas y cada una de las personas, pero también las sociedades y los gobernantes actúen guiados por valores de paz y amor.

Una conciencia colectiva que se debe fraguar en todos y cada uno de nosotros.

¿Es posible una conciencia de paz y amor en el mundo?

Así explicado, el concepto parece un poco utópico, pero la ONU pretende fomentar esta cultura para extender en todo el mundo este cambio de conciencia.

Para fomentar esta idea son necesarias actividades educativas, culturales, sociales y cívicas, dirigidas a todas las edades y a todos los grupos sociales, de forma que cualquiera tenga la oportunidad de dar, aprender y compartir.

Se trata de que la cultura de paz sea inseparable de la cultura como tal. Y para ello hace falta mucha estrategia.

Cómo el coronavirus COVID-19 ha puesto de manifiesto una conciencia global

La pandemia de coronavirus COVID-19 desatada en el mundo entre 2019 y 2020 ha enseñado a todos que existe una cultura de solidaridad con el único objetivo del bien común.

Muchos países han decretado el confinamiento de sus compatriotas que han tenido que abandonar todas las actividades sociales, laborales y de esparcimiento, con el único objetivo de parar la pandemia mundial que está provocando la muerte de decenas de miles de personas y de liberar los sistemas sanitarios de una presión a la que nunca se habían visto expuestos en la era moderna.

La respuesta de millones de personas en todo el planeta quedándose en casa y respetando las normas decretadas por las autoridades en aras del bien común, ha demostrado que sin duda existe una conciencia superior a cada uno de nosotros. Y que cuando superemos esta pandemia, esta conciencia debe reforzarse.

Antecedentes de la cultura de la paz

El concepto de una cultura de paz surgió como tal en el Congreso Internacional sobre «La Paz en la Mente de los Hombres», que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) organizó en Côte d’Ivoire en julio de 1989.

Pero yendo más allá, encontramos el antecedente en la Constitución de la UNESCO, adoptada hace más de 50 años, en la que se pide a esa organización que exija los baluartes de la paz en la mente de los hombres.

Ayuda tú también a promover una conciencia global
Si quieres contribuir a crear una cultura de paz y solidaridad en el mundo, puedes usar las redes sociales para difundir mensajes con la etiqueta

 

#DiaInternacionaldelaConciencia.

Hervido de pescado a la venezolana

Posted on: abril 5th, 2025 by Laura Espinoza No Comments

 

 

El hervido ó sancocho es una sopa con gran contenido de ingredientes y aliños que le dan un sabor muy característico, se acostumbra a preparar en todas las regiones del país, es un plato nacional que puede encontrarse en cualquiera de nuestras ciudades y pueblos; tiene un sin fin de variaciones según la zona donde se prepare, varía tanto en su forma de preparación, como en su forma de acompañarlo ó comer, es parte importante de nuestra culinaria y se pueden preparar a base de carne, pollo, gallina ó pescado, se pueden hacer «cruzaos» utilizando dos o más de estos ingredientes principales, pero generalmente se prepara de uno.

 

 

El hervido de carne ó gallina, se acostumbra a comer en Caracas desde mucho antes del siglo XVIII, se preparaba esta sopa para comer antes del plato fuerte, en épocas de la colonia se presentaba casi diariamente, se hacia primero un caldo con la carne ó el ave, y en esta base se añadían los tubérculos, verduras y aliños, hasta estar blandos, se le agregaba el «sofrito» y el «compuesto», para darle sabor y aroma, entonces se servia el caldo en el plato y las verduras y tubérculos en una bandeja, y las presas del ave ó los trozos de carne en otra, para que el comensal tomara la ración de verduras y carnes de su preferencia, esto representaba el preámbulo al plato fuerte.

 

 

En las distintas regiones del país encontramos un hervido que identifica la zona, su preparación depende mucho de las costumbres de la región, por ejemplo en la región oriental y de la costa donde se encuentran con facilidad los frutos del mar, se acostumbra a preparar el hervido a base de pescado, el de Jurel es uno de los más acostumbrados, sin embargo se utilizan otros pescados blancos para su preparación. Se utiliza bastante el ají dulce como parte de un sofrito para darle sabor, y al servirlo se le pueden rociar algunas gotas de limón, se acompaña con arepas de maíz, y se le acostumbra a llamar, «sancocho ‘e pescao».

 

 

 

En la región del centro se acostumbra a prepararse el hervido de gallina y el de res, es ampliamente conocida la «sopa de rabo», que se prepara haciendo el caldo base con el rabo ó cola de la res. Estas dos sopas ó hervidos se les agregan verduras, tubérculos y jojotos, en trozos de tamaño mediano y cuando están blandas se les agrega cilantro, hierbabuena y perejil para aromatizar. Se aliña igualmente con un sofrito, y cuando se sirve, se procura colocar una presa de la carne en el plato, abundantes verduras y caldo.

 

 

En la región andina y de los llanos igualmente abundan las crías de ganado y aves, por lo que se preparan los hervidos ó sancochos de carne, gallina y pollo, y se adapta la preparación a lo que la tierra provee en abundancia, por ejemplo en los andes y parte de occidente se le agrega siempre plátano verde, por lo que el caldo se vuelve más oscuro, en los llanos hacen una variación del hervido al que le agregan arroz y se le llama «asopao», hay los que aún los preparan en fogones de leña y ollas de barro, como nuestros ancestros indígenas, por lo que adquiere un leve sabor ahumado.

 

 

 

Un buen hervido lleva yuca, ocumo, ñame, auyama, jojotos y apio, puede agregársele algo de papas, y zanahorias y su base es un caldo concentrado de carne de res ó ave, que debe lucir transparente y limpio, con un color apetecible aportado por las carnes, el sabor que añade el jojoto y el compuesto es imprescindible, el despliegue de sabor y color de esta sopa, es simplemente maravilloso. Se cree que un hervido puede levantar el ánimo del más decaído, aliviar las penas, reconfortar un enfermo…

 

 

En nuestro país esta sopa es como muchos de nuestros platos típicos, parte de nuestra herencia mestiza, ejemplo de nuestro colorido, de la transformación de los frutos que nos da esta tierra llena de abundancia y riqueza que es Venezuela. (Venezuelatuya)

 

 

Esta receta que les suministro es la del Hervido de pescado a la venezolana, acostumbrado a prepararse principalmente en Caracas:

 

 

 

Ingredientes para de pescado a la venezolana:

 

 

  • 2 kilos de pescado de carne blanca, las cabezas y los espinazos cortados y lavados
  • 1 limón
  • 1 1/2 cucharada de sal
  • 20 tazas de agua
  • 1 tallo de ajo porro cortado en dos, a lo largo
  • 1 cebolla grande pelada y cortada en dos
  • 7 ajíes dulces cortados a la mitad y sin semillas
  • 10 dientes de ajo machacados

 

 

Verduras

  • 1/2 kilo de ocumo
  • 1/2 kilo de mapuey
  • 3 topochos verdes
  • 1/2 kilo de yuca
  • 1/2 kilo de papas
  • Apio y auyama, opcional
  • 3 ramitas de cilantro fresco
  • 3 cucharadas de sal
  • 1/2 cucharadita de pimienta

 

Preparación

Se frota el pescado con el limón y se enjuaga con agua. Se colocan las ruedas del pescado  en una bandeja y se frotan con la sal. Se pelan y se lavan las verduras, se cortan en pedazos grandes.

 

 

En una olla grande se ponen el agua, el ajo porro, la cebolla, los ajíes, los ajos, el mapuey, los topochos, el ocumo y la yuca; se llevan a un hervor, se agrega la cabeza de pescado y algunos espinazos, y se cocinan durante 30 minutos.

 

 

 

 

Se agregan las ruedas de pescado a la olla, poniéndolas encima de la verdura y sin revolver. Se agregan dos cucharadas de sal y la pimienta. Se lleva de nuevo a un hervor y se cocina por unos 12 a 15 minutos, o hasta que el pescado esté cocido, pero firme. Se le agregan las ramitas de cilantro, se cocina por tres minutos más, se apaga y se le elimina el cilantro. Las otras verduras se cocinan aparte en agua con sal y unas espinas del pescado.

 

 

 

En una bandeja se ponen las verduras y el pescado, se cuela el caldo en un colador, y se lleva a una olla limpia y se vuelve a hervir, se sirve bien caliente.

 

 

 

A cada plato hondo de sopa, se le echan verduras, pescado y caldo bien caliente.

 

 

Agoramagazine

 

Hervido de res a la venezolana

Posted on: abril 5th, 2025 by Laura Espinoza No Comments

 

 

En Venezuela y Colombia la palabra hervido hace referencia al sancocho.

 

El sancocho es una sopa hecha con carnes, tubérculos, verduras y condimentos. Entre sus orígenes parecen estar el ajiaco taíno, el cocido español, la olla podrida española, y los estofados corso, irlandés, danés, alemán, italiano y francés.

 

El sancocho es una sopa a base de tubérculos, verduras y carnes. Estas últimas le dan el nombre, por ejemplo, sancocho de gallina. Tiene un alto índice de calorías y grasa.

 

Se prepara en una olla en la que se hierven en agua todos los ingredientes, que varían según la versión regional.

 

En Venezuela se preparan sancochos en todo el país. Reconocido como una comida típica de los fines de semana, el sancocho puede ser de carne de res (generalmente Llanos), pollo o gallina (generalmente centro y occidente), panza y patas de res (llamado simplemente «mondongo») o de ganado caprino (en este caso se le llama «mondongo de chivo», típico de los estados occidentales Lara y Falcón) y pescados o mariscos (generalmente Oriente y costas caribeñas), en el caso de mezclar dos tipos de carne (pollo y res, etc.) se le llama cruzado. Entre las verduras y condimentos tradicionales para todas las variedades están ñame, cebolla, ajo, sal, pimienta, orégano, papa, yuca, jojoto (maíz/choclo/elote), apio (arracacha/zanahoria blanca), ocumo (mafafa/malanga/yautía/cocoñame), auyama (zapallo/calabaza), repollo, ocumo chino (taro/malanga/otoe/yautía coco/papa balusa), ají picante o chirel, cilantro y plátano verde o topocho.

 

Estas sopas son platos principales en la cocina venezolana que no suelen ser acompañados con otro tipo de comidas. Se consumen a la hora del almuerzo o en la tarde. El sancocho es un plato muy común en las celebraciones y suele servirse durante o después de éstas. Esto último, según la creencia popular, es para aliviar la resaca que pueda sentirse al día siguiente de consumir bebidas alcohólicas. Por tal motivo, es típico servir este plato como almuerzo los días de Navidad o Año Nuevo, si bien algunos lo sustituyen por parrilladas.

 

Generalmente se acompaña con casabe o bien con arepas. Algunas personas acostumbran añadirle zumo de limón (especialmente al de pescado). Existen variantes, como el llamado cruzado, el cual se denomina de este modo cuando contiene dos tipos de carne, y el llamado trifásico, cuando se combinan tres tipos de carne en un mismo sancocho. Es innegable la relevancia de este plato en las celebraciones. Es tanta que, en lugar de decirse que se va a una fiesta, es común la expresión «ir a un sancocho». Coloquialmente, se le suele llamar simplemente «sopa». En algunas regiones (como en el estado Zulia) se le da el nombre de sopón. También se lo conoce como hervido.

 

Ingredientes para Hervido de res:

 

Instrucciones:

 

1) Con un cuchillo, se elimina la grasa del pecho de res y se corta en trozos.

2) Se colocan las carnes en una olla grande junto con la cebolla, el ajoporro, el apio españa, la pimienta y la sal. Se cubre todo con el agua y se cocina a fuego bajo hasta que las carnes estèn blandas y el lìquido se haya reducido a la mitad (aproximadamente 40 minutos).

3) Se retira la olla del fuego,se sacan las carnes y s dejan enfriar. Se apartan las costillas.

4) Se cuela el caldo y se vierte en una olla. Se añaden las carnes, la papa, el ñame, el ocumo, los jojotos en ruedas y la yuca. Se calienta a fuego medio y cuando el lìquido comience a hervir, se agregan la auyama, el repollo y el apio. Se cocina todo hasta que las verduras ablanden (unos 10 o 15 minutos).

5) Se colocan las costillas sobre una bandeja y se hornean durante 15 minutos o hasta que doren, a 240ªC. Se sirven aparte.

6) Se agregan al caldo las ramas de perejil y cilantro 5 minutos aantes definalizar la cocciòn, y se retiran antes de servir.

 

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