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Roberto Giusti, periodista de raza

Posted on: enero 29th, 2025 by Adrian Gonzalez No Comments

 

Durante 10 años la firma de Roberto Giusti alumbró las páginas de El Nacional. Excelente lector, agudo, de prosa limpia y lúcida, Giusti acaba de morir en Mérida a la edad de 71 años. Su nombre es una referencia de periodismo bien hecho, comprometido con el oficio, crítico riguroso e incluso implacable y, a la vez, placentero. Cumplía a rajatabla con uno de los mandamientos del enorme periodista italiano, también escritor e historiador, Indro Montanelli (1909-2001), quien sostenía que el peor pecado de un texto periodístico era aburrir a los lectores. Como Montanelli, y tantos nombres de fuste de la prensa, Giusti también persiguió la estela de la verdad, siempre tan escurridiza.

En la hora de su muerte, aún temprana a pesar de los padecimientos que lo aquejaban, circulan los elogios de su calidad periodística y los recuerdos de su talante educado y reservado, como buen andino. Había nacido en Rubio, estado Táchira, el 23 de junio de 1953. También rebotan textos más recientes de su autoría, producidos en el exilio en Norman, Oklahoma, como este publicado en 2018 en actualy.es, que dirige su amigo periodista Víctor Suárez, titulado “Un turbulento y lejano país llamado Venezuela”. Las primeras líneas son una invitación a servirse un café y acomodarse en el sillón, para leer:

“El día en que mi mamá conoció a mi papá, cuando ella le preguntó de dónde era y él le respondió que de Colón (con el ón enfatizado) ella sonrió feliz porque era el primer panameño que conocía en su vida. No tenía la menor idea que ese era, también, el nombre de una población del Táchira, en la frontera con Colombia.

Caraqueña criada en Maracaibo, para mi madre Cúcuta (al otro lado de la frontera) era un lugar remoto y enigmático de donde habían salido unos señores de modales bruscos y extraño acento, que atravesaron el país, batalla tras batalla, y amarraron sus mulas en las barandas de la Casa Amarilla (sede de la Presidencia de la República, en Caracas) para dejarlas allí hasta descubrir la existencia de un ingenio mecánico llamado automóvil”.

Giusti estudió periodismo en la Universidad Católica Andrés Bello. Aún sin graduarse, se inició como reportero en Radio Caracas Radio (RCR, la emisora pionera del país, hoy callada a fuerza de presiones) y, a la vez, era colaborador del vespertino El Mundo. Su profesor de géneros periodísticos, Germán Carías, leyenda del periodismo venezolano, de dilatada y variada experiencia, lo llevó a El Nacional en la década de los ochenta, tiempos de cambios tecnológicos en simultáneo con el surgimiento y apogeo de una prensa cada vez más acuciosa y competente en un ambiente de libertades democráticas nunca antes vivido en el país, a pesar de los nubarrones que se asomaban. Aún en la treintena, Giusti ya era una figura de referencia en nuestro periodismo, reconocida con tres premios nacionales.

En el segundo y muy revuelto gobierno de Carlos Andrés Pérez (1989-1993) se integró al novedoso programa de corresponsales extranjeros de la agencia oficial Venpres. De su experiencia en Moscú, donde presenció el derrumbe de la Unión Soviética, produjo dos libros Yeltsin, corazón de León(Fundación Andrés Mata, 1997) y Yo lo viví (Libros Marcados, 2010). A su regreso al país, fue director de Información de la Presidencia hasta que se produjo la destitución de Pérez. Luego se incorporó a El Universal, donde permaneció por más de 20 años, y allí consolidó su impecable trayectoria profesional y reforzó su postura crítica del poder atornillado en Miraflores.

Para un hombre sereno y de paz como él, de rotunda convicción democrática, ubicarse en la acera contraria a quienes hoy usurpan el poder en Venezuela tuvo sus consecuencias. Como conductor radial (Golpe a Golpe, RCR; con Fausto Masó) fue amenazado de muerte por grupos cercanos al poder, al punto de que exigió a la Fiscalía General una investigación, cuando ya las instituciones se habían convertido en apéndices lastimosos. Giusti fue también presentador en Globovisión (la de antes del cerco mediático) de los programas Primera Página y Grado 33. Su producción editorial entregó otros títulos: entre ellos, Carlos Andrés Pérez: Memorias Proscritas (Libros El Nacional 2006), junto con el periodista y escritor Ramón Hernández, y Pasión Guerrilla: Quince años de maridaje clandestino entre Chávez y la guerrilla colombiana (Libro Marcados, 2009).

Como tantos millones de venezolanos vivió el desgarro del exilio. Regresó para estar más de cerca de su familia y morir en ese país “turbulento y lejano llamado Venezuela.”

 

Claudio Nazoa: Hola, yo soy tú

Posted on: enero 29th, 2025 by Adrian Gonzalez No Comments

 

Quiero contarles algo hermoso. Ojalá no les dé flojera y acepten leer hasta el final, ya que es un recuerdo que jamás he escrito y que hoy, he decidido compartir con ustedes.

Hace aproximadamente sesenta años, mis padres, mis hermanos y yo, nos mudamos desde Caracas hasta un pueblo llamado Villa de Cura, en el estado Aragua, Venezuela. Tendría diez, quizás once años, y llevaba la vida de un niño feliz junto a mi familia y a los nuevos amigos que iba haciendo.

Como en esa época no existían celulares, juegos tecnológicos, ni peligrosos retos en las redes, era raro el día en el que no inventáramos juegos divertidos con los muchachos del pueblo.

Salíamos de excursión a los ríos para nadar y luchar contra el calor intenso. Subíamos cerros y árboles para tumbar mangos y comerlos. Corríamos, nos empujábamos mientras reíamos, y veíamos cómo los campesinos ordeñaban a las vacas. También fabricábamos carruchas de madera, eso me encantaba, al igual que hacer papagayos de colores. En otras ocasiones jugábamos trompo, yoyo, perinola e intercambiábamos metras. Lo más peligroso que hacíamos, era jugar guataco por las orejas o el horrible juego del fusilado, sin embargo, increíblemente, nunca nos pasó nada grave.

En esa lejana infancia no había tiempo libre en el que no estuviéramos inventando vainas buenísimas y divertidas. En diciembre, recuerdo muy bien, nos poníamos los patines y salíamos a las cuatro de la mañana para disfrutar las misas de aguinaldo de Villa de Cura. Los sábados hacíamos carreras en bicicleta y cuando llegaba el carnaval, nos caíamos a bombazos de agua y nos bañábamos con harina y barro. Ni se diga cuánto nos divertíamos en los actos culturales de la escuela, la verdad es que gozábamos una bola.

Cerca de nuestra casa, vivía una familia también muy humilde, que tenía un único hijo llamado Luis, a quien por cariño, le decíamos Luisito. Resulta que Luisito sufría de parálisis en sus miembros inferiores y tenía una deformidad congénita en su pecho, razones por las que, lamentablemente, no podía participar con los niños en las actividades.

La mamá de Luisito, la Sra. Julia, todas las mañanas cuando bajaba el sol, lo sentaba en una silla de ruedas y lo ponía frente a la puerta de su casa para que no estuviera todo el día encerrado. Luisito era un niño cariñoso, simpático y absolutamente normal de su cabeza. Nosotros, a veces, nos poníamos a hablar con él y nos preguntaba qué cosas hacíamos. Él se emocionaba con nuestros cuentos y aventuras. Le gustaban los detalles de los paseos y de los juegos.

Como los fines de semana y en vacaciones estábamos libres de tareas escolares, los amigos de la escuela nos reuníamos temprano y pasábamos frente a la casa de Luisito para saludarlo. Allí estaba siempre. Muy contento. Esperándonos. Sentado en su silla de ruedas.-Muchachos, ¿qué van a hacer hoy? –preguntaba Luisito.
-Vamos al río a pescar y luego a nadar en un pozo que descubrimos y al que los abuelos llaman Pozo Azul, dicen que guarda un misterio. Y esta tarde, haremos carreras de bicicleta en la calle Páez.

Luisito, emocionado, nos llamaba para que nos acercáramos a él un poco más, y mirándonos a todos con sus ojos brillantes, escogía a uno de nosotros. Siempre hacía lo mismo. En algunas ocasiones me eligió a mí.

– ¡Claudio! –decía feliz- ¡hoy, yo soy tú!

Lo sé, esto es triste, pero bello. Les explico.

Cuando estábamos de regreso, Luisito le pedía al niño que había escogido, en este caso a mí, que le contara al detalle lo que habíamos hecho ese día. Luisito reía, bromeaba y vivía todo como si hubiese estado con nosotros, como si él hubiese sido yo. En su mente se sentía muy feliz porque a través de nosotros, había vivido un día maravilloso, lleno de juegos y aventuras infantiles.

Ya han pasado muchos años. Nunca más volví a saber de Luisito. Nunca supe qué fue de la vida de aquel niño que lograba superar su terrible enfermedad con tan solo soñar que era libre y vivía la vida de otro.

Lo que sí sé, es que jamás lo olvidaré, porque él me enseñó que a pesar de las tragedias y de las limitaciones, podemos ser felices. Por eso, cuando veo a alguien triunfar en algo que a mí me gusta, recuerdo a Luisito y me siento feliz, porque esa persona exitosa, también soy yo.

 

Claudio Nazoa

Joseph Stiglitz: ¿El fin del progreso?

Posted on: enero 29th, 2025 by Adrian Gonzalez No Comments

Hace 35 años, el mundo experimentó un cambio de época con el colapso del comunismo europeo. Se sabe que Francis Fukuyama llamó a este momento el “fin de la historia”, prediciendo que todas las sociedades terminarían convergiendo hacia la democracia liberal y las economías de mercado. Hoy en día, es casi un cliché observar lo equivocada que estaba esa predicción. Con el regreso de Donald Trump y su movimiento MAGA, tal vez deberíamos llamar a la era actual el “fin del progreso”.

La mayoría de nosotros damos por sentado el progreso. Pero deberíamos recordar que los estándares de vida hace 250 años apenas diferían de los de hace 2.500 años. No fue hasta la Ilustración y la Revolución Industrial cuando logramos las enormes mejoras en cuanto a la esperanza de vida, la salud y los niveles de vida que han definido la modernidad.

Los pensadores de la Ilustración reconocieron que la experimentación científica podía ayudar a las personas a entender a la naturaleza y crear nuevas tecnologías transformadoras, y que las ciencias sociales podían permitir una coordinación más estrecha de los esfuerzos por mejorar las condiciones de todos los miembros de la sociedad. Esos esfuerzos requerían que el estado de derecho desplazara al absolutismo, que el respeto por la verdad prevaleciera sobre el oscurantismo y que se elevara la experiencia en cuanto a los asuntos humanos. Entre los rasgos más inquietantes de la revolución MAGA está su rechazo frontal de estos valores.

¿Puede continuar el progreso? De la misma manera que los soviéticos consiguieron lanzar Sputnik, puede que veamos a Trump y a sus seguidores presidir hazañas tecnológicas notables en el espacio y en inteligencia artificial. ¿Pero podemos realmente esperar que la nueva oligarquía estadounidense supervise avances sostenidos y ampliamente compartidos? Los que están ahora en el poder se sienten motivados absolutamente por la búsqueda de riqueza, y no tienen reservas a la hora de acumularla mediante la explotación y la búsqueda de renta. Ya han demostrado su ingenio a la hora de ejercer el poder de mercado y aprovechar los medios de comunicación y las plataformas tecnológicas para promover sus intereses privados mediante la manipulación y la desinformación generalizadas.

Lo que diferencia a la corrupción norteamericana actual de las formas pasadas es su enorme escala y descaro. La idea de meter billetes de 100 dólares en sobres de papel marrón suena pintoresca comparada con lo que tenemos ahora. Los oligarcas estadounidenses pueden “contribuir” abiertamente con cientos de millones de dólares a la campaña electoral de un político a cambio de favores. El préstamo sin condiciones de 465 millones de dólares que Tesla recibió de la administración del presidente Barack Obama hace 15 años parecerá una miseria en comparación con lo que se avecina.

El progreso requiere inversiones en ciencia básica y una mano de obra calificada. Sin embargo, durante su primer mandato, Trump propuso recortes tan masivos en la financiación de la investigación que incluso sus colegas republicanos se opusieron. ¿Mostrarán la misma disposición a resistirse esta vez?

En cualquier caso, ¿sigue siendo posible el progreso cuando las instituciones responsables del avance y la transmisión del conocimiento son objeto de ataques constantes? Al movimiento MAGA nada le gustaría más que acabar con las instituciones de “élite” donde se produce tanta investigación de vanguardia.

Ningún país puede prosperar verdaderamente si gran parte de la población sufre carencias en educación, salud y alimentación nutritiva. En Estados Unidos, alrededor del 16% de los niños crecen en la pobreza, el desempeño global en las evaluaciones educativas internacionales es mediocre, la malnutrición y la falta de vivienda se han generalizado y la expectativa de vida es la más baja entre las principales economías avanzadas. El único remedio es más y mejor gasto público. Sin embargo, Trump y su equipo de oligarcas están empeñados en recortar el presupuesto todo lo que puedan. Hacerlo dejaría a Estados Unidos aún más dependiente de la mano de obra extranjera. Pero los inmigrantes, incluso los altamente calificados, son un anatema para los seguidores del MAGA de Trump.

Aunque Estados Unidos ha sido durante mucho tiempo líder mundial en el avance de la ciencia y la tecnología básicas, es difícil ver cómo esto puede continuar en un gobierno de Trump. Veo tres escenarios posibles. En el primero, Estados Unidos finalmente acepta sus problemas profundamente arraigados, rechaza el movimiento MAGA y reafirma su compromiso con los valores de la Ilustración. En el segundo, Estados Unidos y China continúan por el camino del capitalismo oligárquico y del capitalismo de estado autoritario, respectivamente, mientras que el resto del mundo queda rezagado. Por último, Estados Unidos y China mantienen su rumbo, pero Europa adopta la bandera del capitalismo progresista y de la socialdemocracia.

Lamentablemente, el segundo escenario es el más probable, lo que significa que debemos considerar cuánto tiempo más se podrán seguir gestionando las crecientes deficiencias de Estados Unidos. China cuenta con enormes ventajas en el desarrollo de tecnología e inteligencia artificial, debido a su enorme mercado, a su amplia oferta de ingenieros y a su compromiso con la planificación a largo plazo y la vigilancia integral. Asimismo, la diplomacia china respecto del 60% de los países no occidentales ha tenido mucho más éxito que la estadounidense. Pero, por supuesto, ni China ni los Estados Unidos de Trump están comprometidos con los valores que han impulsado el progreso desde finales del siglo XVIII.

Trágicamente, la humanidad ya se enfrenta a desafíos existenciales. Los avances tecnológicos nos han dado los medios para destruirnos a nosotros mismos, y la mejor manera de evitarlo es a través del derecho internacional. Además de las amenazas que plantean el cambio climático y las pandemias, ahora también tenemos que preocuparnos por la IA no regulada.

Algunos dirán que, aunque haya una pausa en el progreso, las inversiones pasadas en ciencia básica seguirán dando valiosos frutos. Además, agregarán los optimistas, todas las dictaduras finalmente terminan y la historia continúa. Hace un siglo, el fascismo asoló al mundo. Pero eso condujo a una ola de democratización, en la que movimientos de descolonización y derechos civiles contrarrestaron la discriminación racial, étnica y de género.

El problema es que esos movimientos exitosos solo llegaron hasta cierto punto, y el tiempo no está de nuestro lado. El cambio climático no esperará a que nos decidamos a actuar. ¿Disfrutarán los estadounidenses de un progreso continuado en forma de prosperidad compartida, basada en la educación, la salud, la seguridad, la comunidad y un medio ambiente limpio? Lo dudo. ¿Y el fin del progreso en Estados Unidos tendrá repercusiones a escala mundial? Casi seguro.

Es demasiado pronto para saber cuáles serán las consecuencias de la segunda presidencia de Trump. La historia efectivamente avanza, pero el progreso podría quedar atrás.

Joseph E. Stiglitz, execonomista jefe del Banco Mundial y expresidente del Consejo de Asesores Económicos del presidente de Estados Unidos, es profesor de la Universidad de Columbia, premio Nobel de Economía y autor, más recientemente, de The Road to Freedom: Economics and the Good Society (W. W. Norton & Company, Allen Lane, 2024).

Copyright: Project Syndicate, 2025.
www.project-syndicate.org

 

 

Asdrúbal Aguiar: Ya está el helado al sol

Posted on: enero 29th, 2025 by Adrian Gonzalez No Comments

 

A los venezolanos se nos modificó la genética de nuestro ser originario desde la ola fratricida que nos arrastrara entre 1812 y 1830. Los doctores de universidad que firmaran el acta de nuestra independencia en 1811 – criticados por las armas – y los que luego sobreviven eran tributarios de la ilustración liberal española, reformistas. Leían a Botero, al antimaquiavelo.

La guerra nos enajenó e imprimió un muy dañino complejo colonial, un culto del autoritarismo paralizante de nuestra voluntad como nación. Desde entonces se nos secuestró y sujetó al mando de los traficantes de ilusiones. La libertad era intersticio, como lo señalara Rómulo Betancourt. La refriega entre el coronel Pedro Carujo, un bolivariano que intentara asesinar a su propio progenitor político, y el presidente civil José María Vargas, es la mejor radiografía de nuestro dilema existencial. Todavía hoy nos aprisiona y radicaliza. Allí reside el origen de la saña cainita y el espíritu divisor contra los que tuvieron que bregar, poniéndoles coto, los padres de nuestra democracia civil, a partir de 1959. Desde entonces nos acostumbramos a vivir en libertad.

Nuestros mayores, españoles vueltos criollos y tras el mestizaje cósmico – tomo en préstamo la expresión de Vasconcelos – con los indígenas nuestros, pocos y nómades culturalmente, y con los africanos llegados en los buques negreros del dolor, a la orden de la empresa explotadora para la que obtuvo concesión don Simón de Bolívar, el Mozo, después de darnos talante, que aún nos hace resilientes, fueron desconocidos por sus hijos. Cada uno de nosotros, considerándonos huérfanos y vueltos adanes, durante cada día y a cada hora, intenta reescribir la historia desde cero y a su antojo: ¡Como vaya viniendo, vamos viendo!

José Antonio Páez, partero de nuestra república liberal conservadora y de nuestra primera constitución duradera, igualmente quiso corregir este rumbo de asaltos y enconos, de arrestos épicos, devolviéndonos a nuestro molde genético, pero no lo logró; ello, a pesar de haber restablecido el matrimonio con españoles prohibido por Bolívar tras la Guerra a Muerte y pidió el regreso de los canarios, agotadas las tres décadas que nos llevaron a ingresar retardados al siglo XIX, en 1830. Los revolucionarios se vistieron de reformistas, también de liberales por tachar a sus adversarios por conservadores, sin ser lo uno ni lo otro.

El caso es que, desde entonces se nos forjó hacia adentro y en el subconsciente – no desde afuera, ni desde un imperio malvado e invasor – el verdadero imperio cultural, a saber, la adhesión a las dictablandas de quienes ven a Venezuela como “botín de audaces”. El sucesor de El Mozo, nuestro Padre Libertador, condenó a la monarquía de la que hacía parte su familia – no éramos colonia, como si lo eran y fueron las inglesas y las francesas – para plagiar a la británica e insuflarla en sus modelos constitucionales militaristas y vitalicios, el de Angostura de 1819 y el de Bolivia, de 1826. Esa fue, que no otra, la verdad tras la implosión de la Gran Colombia, protestada desde el municipio caraqueño, primer anclaje de nuestra incipiente experiencia democrática.

Tras cada tropiezo y por el dominio entre nosotros de un ser que quiere ser, pero que termina siempre inacabado o en un No-ser al enajenarle su voluntad al capataz de turno para que nos distribuya el pan y mantenga amnésicos, se nos sobrepone a los venezolanos una visión derrotista y para el quehacer institucional, obra del tiempo. De suyo y para resolver, por ende, nos gustan las soluciones instantáneas o el fugaz devaneo que nos procura el hombre a caballo y dueño de nuestras aspiraciones, hasta que le llega otro que lo desbanca con la siguiente revolución.

Los positivistas de inicios del siglo XX, tras la molienda de ambiciones que se desprende entre quienes se adjudican ser los herederos del Padre de la Patria – como quienes se titulan herederos del “comandante eterno” a partir de 2013 – optaron por el rescate del espíritu originario de lo bolivariano: No estaríamos preparados los venezolanos para el bien de la libertad, tal como lo afirma Bolívar en 1812, desde Cartagena. De tal modo se nos volvió a instalar el padre bueno y fuerte – ahora Juan Vicente Gómez, el Taita, el Benemérito – que tomó en sus manos y bajo su disposición la vida y los bienes de todos los venezolanos. A un punto tal que, pasadas otras tres décadas y muerto el general, llegamos con otro retardo y por un sino al siguiente siglo, el siglo XX, en 1935. Lo recordaba Mariano Picón Salas, el del cuero seco.

La revolución de octubre de 1945 reaviva el espíritu cainita del siglo XIX, contenido hasta entonces y vuelve a traer sobre la mesa la solución autoritaria, la de Marcos Pérez Jiménez, que la guía y luego dice haber sido traicionado por los civiles, por Rómulo Betancourt. El logro del voto universal, directo y secreto, como la elección de un hombre civilizado, Rómulo Gallegos – pienso en nuestro 28J – y por imponerse el arrebato revolucionario, es decir, ¡o todo o nada! o para ¡ya mismo, tarde no sirve!, acabó con los sueños de la generación de 1928. Los postergó hasta caída de nuestra penúltima dictadura militar.

Tras el 23 de enero de 1958, en cuyos días previos la Iglesia le dice al ministro Vallenilla Lanz que “todo el pueblo los odia y los detesta” – según escribe un reportero desde Caracas, El Gabo, Gabriel García Márquez – los padres de nuestra «democracia civil», ahora conscientes de la complejidad que acusan los procesos históricos e institucionales comprometidos con la libertad, optan por un corte en seco con nuestra tradición cainita. Sitúan sus miradas hacia el porvenir. Aceptan el compromiso de ir superando los escollos que encontrarían en el camino, como lo fueran las deserciones de los ambiciosos, el asalto cuartelario, y la violencia de la guerrilla importada desde Cuba. Entendieron, juntos y en sus diversidades legítimas, que era llegada la hora de evitar las distracciones esterilizantes de quienes vociferan desde los márgenes de la historia, para desviarla de su rumbo y envilecer el final.

A partir del 28J conducen el barco de la nación con idéntico propósito – todavía no el andamiaje de la república –y con sobrada legitimidad, María Corina Machado y Edmundo González Urrutia. Aquella tiene las llaves de la gobernabilidad y este la de la gobernanza. La estrategia y su yunta les está dando la razón. Tratar de fisurarla con pastoreos de nubes, nos devolvería a un callejón sin salida y ellos lo saben.

Sin mengua de la esperada usurpación que se ha repetido – no por acaso el invasor y secuestrador de nuestro territorio no es una dictadura común sino un cártel del Narco organizado y del crimen transnacional – por lo pronto los venezolanos nos hemos dado un presidente electo. Su legitimidad de origen la prueban las actas de votación – testimonio auténtico del pueblo que es quien nombra y documenta a cada mandatario – depositadas en el Banco Central de Panamá. Esas son las que nos acreditan como soberanía popular y actuante, a través del presidente electo, en las distintas cancillerías del mundo. El acompañamiento de estas es crucial – como lo fue en 1958 el de Pio XII y el del Departamento de Estado norteamericano – para llegar hasta el final. Por lo que la síntesis de nuestro quehacer, para lo sucesivo, ha de ser el compromiso con la verdad, así nos duela. Es la única que nos enseña. La simulación es como la mentira, tiene patas cortas.

Venezuela ha de ser para nosotros lo más importante y el objeto prioritario de nuestros desvelos. Para las potencias del mundo, tengámoslo presente, somos unos pasajeros, no los primeros, en el tren de la reordenación que se proponen para el restablecimiento de las

fortalezas democráticas en Occidente. Convencerlos de que acaso, con lo nuestro, encontrarán una clave importante – hemos sido la base experimental de la Galaxia Rosa –para resolver el conjunto de los desafíos globales pendientes, es la tarea por completar.

Sabemos que tiene en el mundo libre y en los pueblos que aspiran a la libertad María Corina. Conozco, además, de la larga experiencia internacional acopiada por Edmundo González Urrutia, que dejó al usurpador como «ánima sola» durante su desangelada coronación.

El embajador y ahora presidente electo trilló, durante su exitosa carrera diplomática, con los árabes. Fue clave en el ajuste de nuestras relaciones con Colombia y en cuanto al manejo de la espinosa cuestión guerrillera. Vivió de cerca el proceso de pacificación centroamericana, y en vísperas del siglo XXI, así como armó la Cumbre Iberoamericana para la defensa de los valores éticos de la democracia, fue testigo de excepción en la recuperación de la legalidad constitucional de Argentina. La serenidad de su carácter es prueba de la firmeza en sus convicciones y de su rechazo a los asaltos del voluntarismo. Sabe calibrar en donde están las verdaderas fuentes de poder que le dan estabilidad al mundo, y le sostienen en paz en medio de las situaciones recurrentes de la violencia.

Los hombres y las soluciones providenciales, en suma, son cadáveres insepultos. Están en el origen de nuestros males y del mal radical o absoluto radicado en Venezuela. Por eso, como lo repite María Corina, no les pidamos a Edmundo y a ella hacer lo que cada uno de nosotros no está dispuesto a hacer por Venezuela. “Ya está el helado al sol”, le responde el general Llovera Páez a uno de los secretarios presentes en Miraflores el 22 de enero de 1958. Pérez Jiménez se acaba de enterar de los alzamientos de Puerto Cabello y Barcelona. Eran las 7.30 pm, según escribe José Umaña Bernal, diplomático colombiano.

 

Asdrúbal Aguiar

correoaustral@gmail.com

Las opiniones emitidas por los artículistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de Confirmado.com.ve

Claudio Nazoa: Estrellas pensantes de carne y hueso

Posted on: enero 29th, 2025 by Adrian Gonzalez No Comments

A las personas que estuvieron pendientes cuando enfermé levemente, gracias. Y gracias, nuevamente, a los maravillosos médicos de la Clínica Ávila quienes, mientras me curaban, me dieron el tiempo suficiente para reflexionar e investigar sobre cosas en las que no me había detenido a pensar.

Parte del tratamiento consistía en transfusiones de hierro…  mucho hierro. Me he convertido en Iron Man con tres litros de hierro en el cuerpo. Mientras me los colocaban lentamente, bajo la supervisión de mi doctora de cabecera, Aixa Müller, decidí investigar cuántos minerales tenemos los seres humanos en nuestro cuerpo y cuando les cuente, se van a sorprender de la cantidad de hierro, calcio, magnesio, yodo, zinc, fósforo, azufre, manganeso, flúor, sodio, cloro, potasio, cobalto y selenio que hay en nosotros. Es realmente asombrosa la cantidad de elementos presentes.

Pensando en esto me acordé de un genio a quien admiro profundamente y quien murió muy pronto, el gran Carl Sagan, un astrofísico y astrónomo estadounidense, quien puso de moda aquello de “somos polvo de estrellas”. ¡Maravillosa imagen esa de compararnos con las estrellas!

Cuando estudiamos la composición química de los meteoritos que a diario caen en la Tierra, nos asombramos al descubrir que estamos hechos con los mismos materiales de esos pedacitos de estrellas que nos bombardean día y noche. Los mismos que nos hacen pedir un deseo cuando los vemos brillar al entrar a la atmósfera terrestre. ¡Literalmente estamos hechos de polvo de estrellas!, pero transmutados en cuerpos de carne y hueso.

De verdad que este autodescubrimiento me tiene emocionado y feliz, porque nos hace darnos cuenta de lo maravilloso que es estar vivo y tener conciencia. Les quiero recordar que todas las cosas que nos rodean, tienen su origen en ese misterioso universo en el cual flotamos.

Pobrecitas las plantas y todos los animales, bichitos, bacterias y hongos que existen, ya que están allí pero no lo saben. Esta inmensa casualidad que es la vida humana consciente, como la conocemos, es posible gracias al hecho fortuito, hace 66 millones de años, del famoso meteorito que cayó en Chicxulub, en la península de Yucatán, México, sin el cual no hubiesen desaparecido los inútiles dinosaurios para dar paso a la evolución de los mamíferos de donde venimos.

Es tal la armonía y el acoplamiento de eventos casi imposibles e increíbles que tuvieron que suceder para que surgiera la vida en el planeta Tierra, que es inevitable no pensar que un ser superior armó todo para que usted, hoy, esté leyendo esta historia.

La Tierra está en la distancia exacta en el Sistema Solar para no ser achicharrada ni congelada. Hace 4.500 millones de años, un objeto gigantesco, casi del tamaño de Marte, chocó con la Tierra y le desprendió un pedazo que luego, por la gravedad, se convirtió en la Luna, sin la cual sería imposible la vida en la Tierra. La inclinación del planeta es única y sin la Luna, la rotación sería desordenada impidiendo los ciclos que hacen posible la vida.

Se supone que, durante miles de millones de años, la Tierra fue bombardeada por meteoritos que contenían agua, lo que contribuyó a formar una capa que protege al planeta de los rayos ultravioletas del Sol. Para no seguir con “las casualidades” de tantas perfecciones, “por casualidad”, valga la redundancia, cae el famoso meteorito que, a la larga, inauguró la vida inteligente en la Tierra.

Entonces, ya lo saben, cuando miren hacia el cielo, piensen en todo esto y tengan conciencia de lo que realmente somos: estrellas pensantes de carne y hueso.

Y ya, despidiéndome, cuando nos pregunten o nosotros mismos nos hagamos la pregunta de: ¿habrá vida inteligente en el universo?, pues, la respuesta es: ¡Sí!

¿En dónde vivimos nosotros? Nosotros vivimos en el universo.

 

Claudio Nazoa

Trino Márquez: El cerco a la democracia

Posted on: enero 29th, 2025 by Adrian Gonzalez No Comments

The Economist, la prestigiosa publicación inglesa, habla en una de sus últimas ediciones de la putinización de Europa central, para referirse al proceso que está ocurriendo desde hace tres lustros en Hungría y, más recientemente, en la República Checa y otros pequeños países de la zona. Se trata de modelos con un jefe de Gobierno muy autoritario que concentra el poder y debilita o anula la función de los parlamentos y de otras instituciones del Estado y la sociedad.

En Hungría gobierna el ultraconservador Viktor Orbán, a partir de 2010. Desde ese año ha movido las piezas del Estado para perpetuarse como primer ministro. A pesar de que Hungría pertenece a la Unión Europea, son pocos los valores políticos y culturales que Orbán comparte con la mayoría de los países que integran la comunidad.  Ha estrechado sus vínculos con Vladímir Putin. No ha condenado la invasión a Ucrania y, por supuesto, no se ha solidarizado con los esfuerzos de Volodimir Zelenski para desalojar al ejército ocupante. En el plano interno, ha acallado a la oposición, controlado el Poder Judicial y silenciado los medios de comunicación privados que le adversan. Por el mismo camino ha comenzado a transitar la República Checa.

El esquema de la putinización, o en términos más comunes, de destrucción de la democracia, es similar al de las dictaduras y tiranías convencionales: desaparición de la independencia de los Poderes Públicos y concentración del poder en el Ejecutivo, con un gobernante muy fuerte, de carácter personalista; sometimiento del Poder Judicial, órgano que pasa a estar subordinado al mandatario; cerco o cierre de los medios de información independientes y asfixia a la libertad de expresión y del derecho a la crítica; militarización de la sociedad; reelección indefinida, control de los órganos electorales y elecciones llevadas a cabo en medio de ambientes hostiles para la oposición que se atreve a desafiar al candidato a la reelección. Podrían mencionarse otros rasgos compartidos, como el desconocimiento y exclusión de las minorías, la politización de las Fuerzas Armadas y la extinción de las organizaciones no gubernamentales. Sin embargo, me detengo aquí.

La degradación de la democracia en Europa Central hay que enlazarla con el auge de la ultraderecha con conexiones con el nazismo y el fascismo en gran parte de Europa, desde España hasta Polonia. Aunque hasta ahora esas agrupaciones, por razones electorales (para no ahuyentar a sus potenciales votantes), no expresan su rechazo abierto a la democracia liberal, comparten la esencia del modelo putinista: desprecio al diálogo y a la construcción de consensos con sus contrincantes, y, por lo tanto, rechazo a los parlamentos, instancia que consideran descompuestas; son antieuropeístas, antiinmigración, supremacistas y homofóbicos (igual que los putinistas).

El modelo que representa Donald Trump reúne casi todas las características mencionadas. Por esa razón, se acopla con los intereses de Putin y de la ultraderecha europea en ascenso, y se lleva tan bien con ese personaje y esos movimientos.

Si se amplía la mirada hacia otras regiones del planeta, podrá verse que el autoritarismo se extiende, con diversas modalidades, hacia otras numerosas naciones y áreas. La India de Narendra Modi se ha hecho cada vez más monolítica y fanática. La China de Xi-Jinping continúa tan vertical como siempre, con el añadido de que el señor Xi alimenta el culto a la personalidad, una práctica que había tendido a desaparecer en ese país luego de muerte de Mao Tse-tung. En el sureste asiático prevalecen los regímenes de partido único, sin espacio para la oposición ni la disidencia.

En América Latina, la lucha entre democracia y autoritarismo, de izquierda y de derecha, aunque no alcanza la cota de Europa, también se desarrolla en gran parte de la región, representando la línea de confrontación crucial del debate político.

Las posturas autoritarias cuentan con defensores apasionados en el mundo intelectual. Uno de los más destacados es Aleksandr Dugin, cercano colaborador de Putin y su principal ideólogo. Según Dugin, la democracia es putrefacta y demoníaca. Forma parte de la “civilización satánica”. La democracia solo sirve para disolver las sociedades y convertir los gobiernos en maquinarias lentas e ineficientes. ¡Así de simple!

En Estados Unidos ha venido consolidándose una corriente que piensa en términos similares, aunque no se atreve a citar ni a elogiar a Dugin. Algunos la llaman Tecnofeudalismo. Su representante más conocido es el supermillonario Elon Musk, quien disfruta desconcertando al mundo entero con sus estridencias. Para Musk, la democracia constituye un estorbo del cual hay que prescindir. El Gobierno tiene que ser dirigido por los mejores tecnócratas bajo el mando de un jefe de acero. Sin mucho que discutir. Punto.

En Venezuela, han aparecido algunos “ilustrados” que comparten la crítica al sistema democrático, pero les da pena elogiar a Dugin o a Musk. Prefieren criticar a la Plataforma Unitaria por su “infantilismo”, “ingenuidad” y “desconocimiento” de las recomendaciones de Maquiavelo, antes que denunciar el implacable cerco a la democracia.

 

@trinomarquezc

Nelson Chitty La Roche: Notas del hegemón y la usurpación: fenomenología de la descontitucionalización y la barbarización

Posted on: enero 29th, 2025 by Adrian Gonzalez No Comments

 

“Allí está el texto derramado, de los labios eternos del pueblo”. Ante la Constitución de 1947, Andrés Eloy Blanco

“Entre el débil y el fuerte, es la libertad la que oprime y la ley la que libera”. Lacordaire

En unas horas, en medio de impresionantes medidas de seguridad, se consumaría el más grosero golpe de Estado a la soberanía popular y nacional, en la historia de nuestro país.

Haciéndolo, se desconoce también, el más contundente espaldarazo electoral que se haya concedido, democráticamente, en nuestro devenir representativo, a cualquiera de los liderazgos propuestos.

Se quebranta definitivamente entonces un ciclo, en el que desde 1958 se puso a prueba una nación siempre aprendiz de república que, como una experiencia única, permitió al país navegar entre las aguas de la consideración democrática y aun con sobresaltos, mantener el predominio civil como un paréntesis dentro de un derivar pernicioso de sujeción a las armas que nos acompañó siempre.

El último cuarto de siglo, simulando, entre parodias y sainetes, el cándido criollo, movido por su ingenuidad, su bajo psiquismo, por la antipolítica y los cálculos de las oligarquías, tributó en el cauce del chavomadurismomilitarismocastrismoideologismo, hechizado y flácido, de una fantasía revolucionaria que legitimaba con su discurso populista, el pago del costo de oportunidad más gravoso y suicida que se recuerde en los anales de la economía. Un bagazo quedó de aquel país pujante de 1998. De lo que teníamos y éramos no queda nada, ni somos nada tampoco.

El desaire de los comicios del 28 de julio sobrevino, con el exuberante desmentido de los conciudadanos, a ese apoyo que ya no existe sino en el lamento y la vergüenza a la mal llamada revolución bonita, e impulso al régimen a despojarse de la máscara, para mostrar sin pudicia su verdadera cara: la de la tiranía.

En un rato, el trapiche de la mentira molerá la verdad, piensan ellos, entre la tocata de fuga en el Salón de los Embajadores y la pista para bailar salsa casino, dispuesta para la lisonja y la alegría del hegemón.

Unos y otros desfilarán, como ausentes de lo que realmente pasa, como si así pudieran consagrar un bucle de liviandad en sus vidas. Empero, no olvidemos al poeta maldito: “El aire del infierno no tolera los himnos”.
Las formas y las pompas rodearán el evento, para, quizá así, cubrir la desnudez de la fingida solemnidad. Los uniformes, los convidados comparsa, los representantes de los gobiernos que se lo permiten, completarán el escenario para acometer la usurpación.

El hegemón no ganó, pero, como si así hubiera sido, se le juramentará para agregar al desastre de los últimos 25 años, otros más y concluir la tarea de defenestrar a Venezuela, dividirla, extrañarle sus vástagos y chuparle sus riquezas hasta dejarla en la postración y la precariedad.

Afuera del teatro, gente traída de todos lados, obligados muchos, vasodilatada, trasnochada, soliviantada, presta al vitoreo, al jolgorio, al jubileo, aguarda la orden, para gritar cantos y proclamas que apenas contarán como vulgaridad.

Mas allá, la patria profunda, avergonzada de sus presos políticos, ofendida por la pérdida de su soberanía, irrespetada y burlada su ciudadanía, de frente o de reojo, mirará el espectáculo, entre displicente e indiferente, confiando sin embargo en su interior, en las marquesinas de la memoria histórica, mismas que recordarán la afrenta y, el juicio severo recaerá, mas tarde o mas temprano, sobre los que consumaran contra el bravo pueblo, un holocausto, un crimen de lesa humanidad, asesinando su orgullo, su decoro, sus valores y atolondrando su porvenir y algunas vidas también.

La constitucionalidad -esa es su historia desde la Revolución francesa- tiene como objetivo, asegurar al ciudadano, el ejercicio de la dignidad en la libertad. Persigue atajar el arrebato del poder, frecuentemente avieso y malintencionado. Es la norma que limita las compulsiones de los autoritarismos inficionados de barbarie. Es la civilidad. Y esa constitucionalidad es la que acaban de victimar.

Viene a mi mente afiebrada Píndaro: “Oh alma mía, no aspires a la vida inmortal, pero, agota el campo de lo posible”.

nchittylaroche@hotmail.com
@nchittylaroche

Alexander Cambero: La mujer de la plaza

Posted on: enero 29th, 2025 by Adrian Gonzalez No Comments

 

Retornó a los sitios en donde la vio por primera vez. Era como si aquella doncella de piel morena y ojos de ensueño fuera el fruto de su imaginación. Descendió por la misma calle en donde se cruzaron en una suerte de gran encuentro.

Una larga caminata desde Duaca a Buena Vista lo puso en contacto con un paraíso natural lleno de cascadas deliciosas, aguas cristalinas que se esparcen por un bosque de un verdor inigualable. Cuando subió hacia el pozo de  La Hoya, algo  llamó poderosamente su atención. Debajo de un gran árbol vio a la esplendorosa mujer que yacía desnuda, rodeada de velones de múltiples colores. Un hombre atiborrado de collares y anillos de gran tamaño recorría su hermoso cuerpo con bocanadas de tabaco y rociándola con aguardiente. Hizo un círculo de pólvora y la colocó dentro, no sin antes barrer el espacio con abundantes ramas que usaba insistentemente haciendo la señal de la cruz. Después de una serie de oraciones le fue agregando flores desde los pies hasta su cabeza; una rosa de montaña fue entrelazada en sus manos. Siguió rociando licor hasta llenarla generosamente con un brebaje oscuro sacado de una bota de cuero. Encendió la pólvora con un yesquero; cayó de rodillas invocando diversas genealogías de cortes africanas en idiomas desconocidos. Una suerte de oración principal lo hizo rodar ante los pies de la cascada, como si una fuerza superior hiciera su aparición desde el reino de la oscuridad. Durante algunos minutos permaneció inmóvil como recobrando fuerzas para el asalto final. Con gran entereza se puso de pie y prosiguió con su ritual. De repente se percató de que era observado y alzó a la joven para llevarla hasta un sitio en donde tuviera mayor privacidad.

Cuando el hombre terminaba de llevársela, la mujer despertó y sonrió con una ternura contagiante, como enviando un mensaje que no terminó  de interpretar. Un gesto como indicando que no era casualidad lo del encuentro en aquel predio vegetal; que existía un más allá en su lenguaje de silencios; que apenas se comenzaba a escribir el prólogo de una historia que escapaba a la racionalidad humana. Una ráfaga de luz se asomó en sus labios mientras se internaba en el bosque rumbo a Charco Azul. Un beso lanzado desde la lejanía hizo que la aguardara hasta que la tarde fue muriendo.

Marchó por el sendero de Los Canelones con rumbo a Cacho e’ Venao; en las enramadas que se cruzaban por aquel lánguido trecho de crucetos y cantos de guacharacas, sentía que en cada pisada estaba ella como símbolo de lo desconocido. Atravesó Cacho e’ Venao como en un instante; sus calles estaban llenas de una soledad increíble. Sus casas cerradas como si se trataran de una madrugada de domingo. Solo Efraín Bonilla se asomó a su ventana para saludar con la efusividad de siempre y señalar que delante de ellos había caminado una preciosa mujer con una cesta de duraznos tan abundantes que los frutos caían como hojas resecas de otoño. Lo extraño, agregaba Efraín, es que cuando nos acercábamos a recoger los frutos, estos desaparecían en nuestras manos. Es por eso que toda la gente se escondió, al ver que este hecho no es cosa buena. Las palabras de Efraín le causaron pánico; estrechó  su mano y prosiguió con el alma llena de angustias.

Meses después le apareció vestida en regio anaranjado. Casi como respondiendo a un designio incomprensible; volvió a sonreír con la misma intensidad de la rara experiencia en Buena Vista. Caminaba por la plaza en una feria navideña, iba de kiosco en kiosco mirando adornos y probando dulces. Cuando se acercó, la chica desapareció entre el bullicio de la gente. Le preguntó a varios expositores y ninguno tenía la certeza de haberla atendido. Buscó serenarse y con gran pasión le dijo  a un grupo de amigos: ¿Cómo es posible que no la hayan notado?  Si verla es contemplar danzar la lluvia. Es una mujer con rostro de amerindios; altiva,  con los ojos más refulgentes que el cielo. Camina soñando en viajes celestiales que marcan su derrotero definitivo. Tiene cuerpo de sirena del mar adriático o pez irredento del mediterráneo. Parece haber escapado de una isla en donde la dorase el sol, con los compases marciales del chapuzón. ¿Será un serafín que buscó romper el curso de las coordenadas históricas para hacernos beber de la fuente inagotable de la felicidad?  Quizás en definitiva  no sea parte de este mundo. Tiene la frente de la madre Europa. Sus  labios son el rocío de los valles americanos donde yacen los barcos hundidos por los viejos piratas en Cartagena de indias. Su cabello es agreste y  retador; como los músculos del negro al sentir el latigazo sobre el resplandor de su  carne. Es un delicioso ser humano, ¿de dónde será?  ¿Cuáles sus anhelos? Despunta el alba con la música de sus ojazos cautivadores, como la tierna brisa que recoge al medanal henchido de emoción para quien pronuncia su nombre.  Ella lo tiene todo: es todas las flores con su candor y aroma. Refleja en cada mirada el mágico instante en donde no está. Princesa y bella por siempre. ¡Quién fuera la plaza para volverte a mirar; o dulce de melocotón  para saber qué contiene tu inagotable néctar! Esa sonrisa tuya iluminó todo el incomparable momento. Como el azul que pintan los poetas y describen las canciones. Afanosamente, busco su rostro que desde aquel día es como un templo sagrado del Olimpo. Sus recuerdos son como relámpagos que aparecen bajo la tormenta de la noche oscura.

Los amigos sonrieron al escuchar todo aquel arsenal de frases acerca de una mujer que solamente él podía ver. Al insistir con varios de los asistentes, Daniel Arismendi, un viejo profesor de historia, oriundo del caserío Agua Salada, le indica que muchas veces se materializa en carne viva el sueño que llevamos por dentro. Son las flechas del amor particular que solo tienen como destinatario a nuestro corazón. Deja que ese mismo corazón te  conduzca hasta ella.

Una mañana sucede algo inesperado. El banco de madera donde estaba sentado comenzó a transformarse; poco a poco, como devorado por hambrientas mandíbulas de termitas gigantes, quedó hecho añicos. La plaza Bolívar fue cambiando de manera asombrosa. Ahora poseía una hermosa cerca perimetral; sus pisos relucientes y asientos de mármol con abundantes plantas ornamentales de una belleza incomparable. Alguien lo tomó del brazo invitándolo  a disfrutar de una retreta. Observó con el alma en vilo que todos los hombres están con sombreros de pajilla, las mujeres usaban vestidos de colores pálidos llenos de grandes adornos; sus manos llevan guantes de seda.

Creyó que la obsesión lo había puesto loco, y al caminar pudo  darse cuenta  de que estaba en la Duaca de 1903. Es decir, que retrocedió ciento veintiún años. ¿Cómo ocurrió?, ¿Qué extraño mensaje es todo esto? Se calmó un poco y ya con mayor dominio de lo que acontece va  precisando algunas cosas; las calles que bordean la calzada están llenas de carruajes, la gente saluda con naturalidad y decencia. La plaza lleva el nombre de Independencia. Con una jardinería atestada de flores desconocidas.

Trató de entablar conversación y nadie lo ve. La gente baila con el acorde de los violines, las copas de los frondosos árboles dejan caer algunas hojas; aquel espacio del pueblo parece la edición en moldes de oro de la felicidad. Unos ríen, otros cantan; mientras algo se mueve con mucha fuerza en el bolsillo derecho de su traje de gala. Un diseño exclusivo importado por la casa Bortone, con la firma del afamado modisto italiano de principios del siglo XX, Antonio Di Pietro. Trató de considerar qué significan tantos enigmas, mete la mano en el bolsillo y su sorpresa es mayor. Es una invitación dirigida a él con fecha del 3 de julio de 1903. Quedó estupefacto. No puedo comprender lo que sucede.

El corazón se agita, parece que va a estallar. Una tierna mano de mujer calma el tormento y lo conmina a sentarme en el banco principal de la Iglesia San Juan Bautista de Duaca. La invitación diseñada con gran estilo gótico es para la boda de Esther Santibáñez y Pedro Guanipa. Sigue sin entender. ¿Qué hago aquí, cincuenta y nueve años antes de haber nacido?  La iglesia goza de una decoración maravillosa. Los frescos en las paredes y en la cúpula de la nave central, reflejan el buen gusto. Desde la entrada principal hasta el atrio no existe espacio para más flores. La iglesia está decorada con las alas del paraíso. La música clásica recuerda las piezas alemanas. La sonata Claro de Luna, de Beethoven, inicia el concierto nupcial. Dos hermosas palomas blancas revolotean graciosamente posándose justo al lado nuestro. Dan vueltas sobre el púlpito haciendo círculos; una de ellas extendiendo sus alas le hace prestarle atención al acontecimiento. Una hermosa mujer de impredecibles ojos negros camina por la nave central. Viene vestida con un elegante traje de novia de color durazno. Los encajes tienen el signo de la candidez; las manos cubiertas de guantes de seda blancos con un bouquet de rosas blancas, en donde destaca un par de orquídeas gigantes. El novio viste con un traje gris con un par de yuntas con la palabra muerte.

Una joven desgarbada y huesuda acompaña el ritmo de la orquesta. Se coloca justo al frente de los novios. Un piano de cola desgarra las primeras notas del Ave María de Schubert. Es una concertista extraordinaria que hace que el piano se rinda ante sus dedos maravillosos. La nave central de la iglesia se transforma en un gran salón del arte mismo. Aquella solemnidad hace pensar que son parte de un coro celestial. Sutiles voces que se escuchan por todos lados sin que se puedan ver los rostros. De repente, todo se hace silencio. Más que un matrimonio parece un velatorio. La contrayente se levanta y logra precisar cosas. Un frío penetrante e indescriptible hiela sus venas. La mujer que contrae nupcias es la misma que vio en Buena Vista hace algunos meses. El instante tiene el lucimiento inconfundible de la liturgia antigua. Todo el mundo se encuentra pendiente de los oficios religiosos que hará el sacerdote del pueblo, el párroco Virgilio Díaz. El prelado inicia la ceremonia entonando cantos gregorianos en latín. Todo es felicidad, los rostros gozosos de los presentes testimonian el inmenso cariño por los enamorados. La voz del religioso vibra en el altar mayor. Pedro Guanipa toma la mano de su bella consorte y una lluvia de pétalos azules cae sobre los cuerpos; el anillo matrimonial brilla como ninguno. La pasión del amor lo arrebata todo. En el momento cuando el cura está bendiciendo la unión, un hombre moreno vestido de negro saca un filoso cuchillo y se abalanza sobre los novios. Los gritos no se hacen esperar; la bella pareja queda petrificada frente al altar mayor. Todos corren desesperados buscando las puertas de salida. El asesino exhibe el arma con alegría suprema. Un olor a sangre y duraznos, campea en toda la iglesia. De los ojos de la virgen brotan copiosas lágrimas que apagan los candelabros de oro macizo. Salen de la iglesia y todo desaparece en cuestión de segundos. Comenzó a despertar de la espeluznante visión. La hermosa doncella se presenta ante él; ofreciéndome un delicioso néctar de durazno y las yuntas ensangrentadas con la palabra muerte.

 

Alexander Cambero

Gloria Cuenca: Del Ser a la Autoestima

Posted on: enero 29th, 2025 by Adrian Gonzalez No Comments

No sé si habrán comprendido, los amables seguidores y contradictorios lectores, cual es el fin de estos escritos. Espero que sí. Busco una explicación a la falta de ética, de moral y en algunos casos hasta de las buenas costumbres, desde una aproximación valorativa y psico-social, observadas a diario. Lo peor: las padecemos. Somos personas, bio-psico-socio-espirituales. Así, ha quedado establecido. Ateos y agnósticos, quiéranlo o no, tienen espíritu. Importante separar religión de la espiritualidad. No significan lo mismo. Aceptar la integralidad del humano, implica espiritualidad. No necesariamente, siendo espiritual, se siente y se tiene, la religiosidad y la Fe en determinada Doctrina. ¡Importante saber esto! Nos acompañan, mente y razón, emociones y sentimientos; pretender ignorar la integralidad del humano, en mi opinión, corta inmensas posibilidades a nuestro crecimiento emocional.

Durante diferentes épocas, ciclos de la humanidad, después de la Edad Media, altamente religiosa y sesgada al fanatismo, re-surgió la racionalidad. Vuelta del humano a otra forma de ver el universo. Aparecieron-entre otros- el positivismo y el funcionalismo, con alta racionalidad, y grandes avances para el humano; de alguna manera, trascendentes para el desarrollo de la ciencia y la humanidad. Se buscó la verdad mediante una especie de limitación en contra de lo que se ve como irracional, lo emocional o lo espiritual. Válido en su momento. Como toda postura ultra racional, condujo a una situación en la que, se auto limitó en la búsqueda de respuestas a preguntas, imperativas para el desarrollo humano. Se hizo una fisura entre lo racional y lo emocional, olvidando los grandes conocimientos de la psicología humana, a partir de la evolución y el crecimiento humano, su re-educación, la serenidad, la paz y el equilibrio necesario para alcanzar la plenitud de la vida. Explica parte del atraso en la inteligencia emocional de muchas personas, específicamente, del varón humano

Entender la magnitud y la importancia que la coherencia y la congruencia tienen para el desarrollo del ser humano, resulta vital. Soy creyente en Dios, lo siento así, lo pienso y actúo como tal. Para poder ser coherente, tengo, que actuar en correspondencia con ese pensar y sentir. Es problema inquietante en estos días. Todos se han dado cuenta de la implicación de esa incongruencia. Se ha hecho consciencia: “del dicho al hecho, hay mucho trecho”. La realidad, ha obligado al “ciudadano” a comprender: ¿trata de una toma de conciencia? Implica si se piensa de una manera, pero se actúa contradictoriamente, es decir, se piensa como comunista, pero se actúa como “burgués”; sí las palabras no se corresponden con las acciones, aparece la incongruencia. Impide la buena relación o comunicación entre las personas. Las ofertas, las promesas hechas como propaganda política: resultaron falsas. ¡Un engaño más! La mentira, basada, en la buena Fe de la gente humilde, en su inocencia, logra su propósito. Ser ingenuo e inocente, es una posibilidad; distinto actuar como aprovechador, embustero y falso. De esa falsa actuación se aprovecha el politiquero: conoce la debilidad en la auto estima de ese “ingenuo”. ¿Cómo tener bien la auto estima si no, se es? La autoestima, en términos específicos, refiere a “lo que siento de mí”, y se complementa con el “autoconcepto”, lo que pienso de mí. Necesario incorporar la auto identidad. Así se forma una categoría jurídica. Todas fundamentales para la serenidad y equilibrio del humano.

La necesidad de tener buena auto estima para la vida cotidiana, en estos tiempos complejos, se destaca por la divulgación de los mensajes vía las redes sociales. Hay una necesidad informativo-comunicacional, puesta en evidencia con los avances tecnológicos. Un adulto integral, detecta con facilidad las fallas de autoestima, en el otro. Los llamados “influencers”, preferidos y seleccionados por el afán de “estar a la moda o, en algo”. Ser popular, deseo importante para ellos. Si no usamos la razón y el corazón para decidir, es decir hacer una combinación de lo que me gusta y lo que me conviene, con facilidad entramos en lo banal, lo mediocre o lo fácil. O, no sé si peor, en “aislamiento utilitario”. Puede entenderse, porque han captado la atención de jóvenes y adolescentes. La de los niños ocurre, porque quieren comprender la vida, aprender, conocer. Mientras, los chamos quieren, aceptación, reconocimiento, novedades y ser amados, entre lo más común.

Aprender a ser, requiere ayuda, una venezolana la Dra. Senta Essenfeld, tiene un libro, escrito por aquellos años: “Ayudar a ser”. Necesitamos, volver a leerlo. En mi opinión sigue vigente. Regresar a la enseñanza de la Ética, fundamental. La religión, la mía, la católica, nos da “Los 10 Mandamientos de la Ley de Dios”. Sí se aplican seria y sinceramente, las sociedades mejorarían de manera impresionante. Nunca más los disparates ejecutados por el Socialismo del Siglo XXI. Descartar, los estudiantes, no aprueban las materias cursadas: siempre serán promovidos. En segundo lugar, decretar la existencia de los valores cristianos a partir de los 10 Mandamientos de la Ley de Dios. Recordar la existencia de reglas y normas de convivencia humana. ¡No es tarea fácil, para nada! Debemos empezar la reconstrucción, con esos objetivos. ¡Con el favor de Dios y el amparo de la Virgen!

Gloria Cuenca.

Editado por los Papeles del CREM, 9 de enero del año 2025. Responsable de la edición: Raúl Ochoa Cuenca. casablanaitalia@gmail.com

Mibelis Acevedo: ¿Qué es y qué no es la democracia?

Posted on: enero 29th, 2025 by Adrian Gonzalez No Comments

 

 

La solución del inevitable conflicto que se deriva de la lucha por el poder y la coexistencia en sociedad complejas, se concreta gracias a la aplicación de la regla de la mayoría

¿Qué esperar de la democracia? (sobre todo cuando no se tiene, pero sobrevive en algunas prácticas formales, como el voto.)

Es cierto que hablar de democracia nos remite necesariamente al plano de las ideas, tan diversas y relativas como inasibles. Por tanto, entre el ideal democrático y la democracia realizada, concreta, aparece un trayecto que a primera vista quizás luce insalvable. La democracia, en el plano ideal, -esto es, lo que debería ser- implica una definición normativa o prescriptiva; mientras que en el plano real -lo que es- entraña una definición descriptiva. De modo que en aras de establecer un forzoso vínculo de aproximación entre ambas y no extraviarnos en el intento, conviene recurrir a Norberto Bobbio, para quien resulta ineludible partir de una definición “mínima” de democracia y sus rasgos distintivos. Así, guiado por el pensamiento de Kelsen, nos dice que un régimen democrático sería “el conjunto de reglas (primarias o fundamentales) que establece quién está autorizado a tomar las decisiones colectivas, y con qué procedimientos” (1985).

Dahl, por su parte, habla de las “condiciones procedimentales mínimas”, y de los principios que hacen factible a la democracia. El primero, piedra angular del edificio, el consentimiento popular: el reconocimiento de los resultados electorales y de la contingencia de los mismos, de modo que los perdedores respetan el derecho del vencedor a gobernar, y este último el de los perdedores a seguir participando en el juego político. Así, habrá que reconocer que las mayorías políticas siempre son circunstanciales, movedizas; no eternas, no heredables. El segundo principio, avisa Dahl, lleva a reconocer que “todas las democracias implican un grado de incertidumbre acerca de quién será elegido y qué políticas llevará a cabo”. No son democracias, por tanto, regímenes donde un partido único (encubierto con la presencia de otros partidos, que en la práctica se alinean rigurosamente con aquel) cancela por diversas vías la posibilidad de la alternancia.
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Como elemento constitutivo y básico de ese régimen democrático, Bobbio menciona al sufragio; así como la libertad, la igualdad, el pluralismo, el consenso y el disenso ligados a esa práctica. Todas claves de un mecanismo que faculta a los gobernados para la elección transparente de sus gobernantes, según ciertos cánones y valores. Veamos:

El sufragio, que debe ser secreto, y un derecho garantizado a todos los ciudadanos.

La libertad (positiva o política), cemento y fondo, remite a ese espacio de protección que se otorga a las personas contra las interferencias que operan a favor de una sola tendencia. Hablamos, claro, de la posibilidad cierta de un ejercicio de autodeterminación y autonomía. Allí, dice Bobbio, radica la fuerza moral de la democracia; la certeza de que cada individuo tiene la capacidad de decidir por sí mismo. Nada justificaría entonces excluirlo de las decisiones colectivas.

La igualdad, que en sintonía con el concepto griego de isonomía, invoca el derecho de todo ciudadano a elegir al candidato de su preferencia, y supone el acceso al voto en idénticas condiciones técnicas y legales.

El pluralismo, que se ve retratado en la presencia activa de partidos políticos de corrientes disímiles, así como candidatos que compiten en condiciones de igualdad ante la ley. Son los partidos, en fin, una respuesta institucional a la necesidad de resolver las demandas de diversos sectores sociales, mediante la representación.

El consenso, destino que nítidamente asume la Constitución, garantía de ese Pactum societatis, el Contrato Social que nos aleja de la anarquía, la del lobo devorando a otros lobos, y nos reconcilia con la necesidad de la avenencia. Algo que, en atención al pensamiento de Kelsen, se vincularía también a la doma del ideal libertario, silvestre y originario. La solución del inevitable conflicto que se deriva de la lucha por el poder y la coexistencia en sociedad complejas, se concreta gracias a la aplicación de la regla de la mayoría. Esto es, la suma de las expresiones individuales, y el remedio ante la imposibilidad material de lograr la unanimidad. En este sentido, las elecciones regulares y justas ofrecen un método idóneo para zanjar los desacuerdos.

El disenso, fundamento no menos importante. Mediante una continua retroalimentación, se trata de reconocer que las disconformidades, incluso dentro de esa misma mayoría, existen y tienen derecho a manifestarse y competir. Gestionar eso supone a su vez establecer límites precisos a la facultad de decisión de la mayoría.

Finalmente: la democracia, entendida en su forma más elemental como un mecanismo que permite articular todas estas piezas cuando toca elegir gobernantes, tiene como centro a la persona, el agente-ciudadano habilitado para influir en los asuntos públicos. De allí que Przeworski hable de los límites y posibilidades del autogobierno. Sin la participación y aval de eso que algunos bautizan grandilocuentemente como “pueblo”, sin ejercicio efectivo de soberanía, sin contraloría social, auditoría y verificación ciudadana de los procesos electorales, ninguna decisión tiene sustancia ni carne democrática. Gracias a eso, aun a contrapelo del enrarecido contexto, resiste ese sustrato de cultura cívica que evita que las prácticas oligárquicas o la negociación egocéntrica de intereses particulares se impongan.

Aunque para efectos legitimadores hoy resulta indispensable parecerlo, no basta, pues, hacerse de la denominación “democrático” para serlo. Entendemos, claro, que “la democracia perfecta no puede existir, o de hecho no ha existido nunca”, como sentencia Bobbio. Por eso, los indicadores ya descritos nos pueden ofrecer un apretado vademécum, una suerte de “check list” para saber a qué atenernos a la hora de calificar con imparcialidad lo que ocurre -y definitivamente, no ocurre- en esta golpeada Venezuela.

 

@Mibelis

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