Pasa que compras un objeto nuevo y estás contento por ello. Abres la caja y te encuentras con que eso que compraste viene embalado en burbujas de plástico. La felicidad parece ahora mayor por dos cosas: Primero, tienes tu nueva pieza y segundo, puedes pasarte el rato explotando burbujitas.
Apretar una es –inevitablemente- seguir haciéndolo con todas. Una de las sensaciones más placenteras que puedes experimentar en tan solo un instante. Hasta te sientes más relajado, y lo que parece peor ¡No puedes parar!
Todo esto tiene un sentido aparente. Según varios estudios realizados, el placer que genera explotar burbujas viene dado por varios factores psicológicos:
El principio de inmediatez, que se refiere a la distancia de tiempo entre acción y reacción. Mientras más corta sea esta línea, más satisfactoria se vuelve la experiencia, pues la sensación de recompensa en el cerebro es mayor.
El principio de satisfacción, que sugiere que cada acción generadora de placer va a incitar al cuerpo a realizarla varias veces más.
En este caso, cuando revientas una burbuja de plástico recibes el sonido como respuesta inmediata (primer principio), y como esta respuesta rápida te genera placer, repites la acción innumerables veces (segundo principio), lo cual tiende a volverse un tanto adictivo.
En este fenómeno también se presenta el llamado ‘nivel de dificultad’. Para este, el tiempo, la fuerza y la energía que emplea la persona en realizar una actividad es fundamental. En este sentido, lo que se utiliza para explotar las burbujas es mínimo, por lo tanto no solo revientas más de una, sino que esto hace mucho más fácil el querer permanecer más tiempo haciéndolo.
Otros datos
-Existe un grupo en Facebook donde puedes unirte: “Popping Bubble Wrap”.
-La empresa inventora de este material, Sealed Air Copr decidió producir uno nuevo pero sin burbujas para explotar llamado iBubble.
– Se volvió tan popular que alcanzó ventas mundiales por 30.000 millones de dólares.
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