El Consejo Nacional Electoral comunicó la admisión de las trece (13) postulaciones realizadas en el breve plazo establecido para esos efectos, que concluyó el pasado 25 de marzo con el inverosímil bloqueo de la aspiración presidencial de Corina Yoris sin ninguna argumentación legal. En jerga de uso corriente se dice: no me salió del forro.
El número 13 es asociado en algunas culturas con los malos presagios. No en la nuestra. Los beisbolistas venezolanos de las Grandes Ligas desde la época del gran David Concepción se adueñaron de ese número esquivo. Ojalá indique que estamos a las puertas de un gran batazo.
Lo que interesa al amplio y siempre agitado ámbito opositor es que entre esas trece postulaciones hay dos que representan en este momento las tarjetas de las fuerzas democráticas. La de UNT con Manuel Rosales como abanderado y la de la MUD, en la que figura Edmundo González Urrutia.
Las sustituciones, de ocurrir, se pueden concretar hasta el 20 de abril y así efectivamente aparecerían en la pantalla de la máquina de votación. Una fecha posterior de cambio, hasta 10 días antes de la elección, sería en principio válida pero sin que se pueda modificar lo que muestre la pantalla. Es decir, se votaría por un nombre y se elegiría otro, que sería el sustituto o sustituta definitivo.
Todo avanza rápido, pero con complicaciones mayúsculas para la opción del cambio político. El régimen de Maduro ha estimulado la dispersión electoral y las divergencias entre las fuerzas que lo adversan, y, a la vez, ha dificultado el registro e inscripción de los votantes dentro y fuera de Venezuela. Apuestan a que la confluencia de estos factores, más los que entrarán en esta partida electoral de zanjas y emboscadas una vez que comience la campaña y luego en la fecha de los comicios, le reporten una victoria negada en todos los sondeos de opinión.
La derrota es el signo más claro del gobierno. Nunca como ahora ha estado tan huérfano de sintonía popular. Nunca como ahora hay tanta coincidencia de pareceres en gobiernos democráticos tanto de derecha e izquierda. Pero el régimen no está vencido y no lo estará hasta que el veredicto de las urnas así lo indique, en apego a la ruta electoral que todos los factores democráticos aúpan a pesar de los ventajismos y el disparatado proceder del régimen.
Y aún vencido en las urnas, tendrán que transcurrir 166 días (hasta el 10 de enero de 2025) para el traspaso de mando. El cronograma electoral, como se ha denunciado, carece de sustancia democrática en línea con una autocracia en el poder sostenida por el factor disuasivo de las armas, el usufructo compartido del botín acumulado y la injerencia de voraces tiranías foráneas, con Cuba a la cabeza.
La tarea en consecuencia de construir una fuerza social y política de enorme magnitud es vital, tanto para acometer el desafío electoral en condiciones que permitan ganar y cobrar como el proceso posterior de alcanzar realmente el poder para producir la transición democrática y responder a la exigencia de las multitudes que reclaman el fin de esta pesadilla de miserias e ilegalidades.
Hay, y es visible para todos los venezolanos deseosos del cambio político, procesos en paralelo imprevistos hace tan solo unos días que agregan incertidumbre a las fuerzas democráticas, que siendo contundentemente mayoritarias deben encontrar la ruta ganadora y hacerla posible en contra de todas las adversidades.
Editorial de El Nacional
Foto Notitarde