El Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) aprobó en su reunión de septiembre por una sólida mayoría subir sus tasas de interés en un cuarto de punto, hasta el 4,5%, porque sigue preocupado por la inflación y posibles impactos sobre los precios de la energía.
Las actas de la reunión del 13 y el 14 de septiembre, publicadas este jueves, muestran que algunos miembros del BCE argumentaron que realizar una pausa en las subidas de las tasas de interés podría alentar la especulación de que el ciclo alcista había concluido, lo que incrementaría el riesgo de un rebote de la inflación.
«Esta situación requeriría otra ola de restricción monetaria más tarde, que podría tener consecuencias adversas para los mercados inmobiliarios y la estabilidad financiera más generalmente», añaden las actas.
Los miembros del BCE que votaron a favor de subir el precio del dinero en septiembre consideraron que de no hacerlo hubiera podido enviar la señal de que «el Consejo de Gobierno estaba más preocupado por la economía y una posible recesión que por una inflación demasiado elevada».
Pero algunos miembros expresaron su preferencia por mantener las tasas de interés porque consideraron que los datos disponibles desde julio no apoyaban una subida más porque la economía se había debilitado notablemente y se preveía que la inflación volviera al objetivo del 2%.
Además, estos miembros del BCE consideraron que los riesgos para la inflación estaban ahora equilibrados y pensaron que aunque los precios del petróleo habían subido, el aumento podría ser temporal.
Lo que quedaba pendiente
Los defensores de mantener las tasas de interés en septiembre también dijeron que todavía quedaba pendiente gran parte de la transmisión de las anteriores subidas a la economía.
Por ello opinaron que hacer una pausa en septiembre hubiera tenido la ventaja de «proporcionar tiempo para valorar el impacto de las anteriores decisiones en la economía y evaluar si la ralentización era más profunda de lo esperado y si la inflación bajaba como se esperaba sin necesidad de una subida más de las tasas de interés».
Asimismo, los defensores de mantener las tasas en septiembre argumentaron que subirlas creaba el riesgo de que se repitiera la situación de 2011, cuando el BCE subió las tasas de interés y después los tuvo que bajar rápidamente por las consecuencias económicas de la crisis de endeudamiento soberano.
También pronosticaron que si la inflación podía bajar al 2% en el último trimestre de 2025 era preferible un ritmo de subidas más bajo, que aumentara la probabilidad de un aterrizaje suave de la economía. Y alertaron de los costos económicos y sociales de un aterrizaje forzado.
Además, «los riesgos de subir en ese momento y tener que revertir la tendencia más tarde en caso de que la economía se debilitara más de lo esperado, eran mayores que los de introducir una pausa en el ciclo alcista y tener que subir las tasas de interés en una de las próximas reuniones», añaden las actas.
2001