Los presidentes de Panamá, Laurentino Cortizo, y Costa Rica, Rodrigo Chaves, se desplazaron este viernes hasta la región de Darién, fronteriza con Colombia, para abordar juntos la crisis migratoria, con la llegada diaria de miles de migrantes en su camino hacia Estados Unidos.
«Panamá hace un esfuerzo titánico para atender a los miles de migrantes irregulares que atraviesan la peligrosa jungla del Darién, con el propósito de salvaguardar sus vidas; sin embargo, esta crisis es una situación insostenible que a los panameños nos afecta directamente», afirmó Cortizo en un mensaje en X (antes Twitter).
Los mandatarios acudieron esta mañana al centro de recepción migratoria de Lajas Blancas, un lugar instalado por las autoridades panameñas para dar atención médica, alimento y cobijo a los miles de migrantes que atraviesan a diario la selva del Darién.
Esos migrantes, agotados por el trayecto durante días por la selva y en ocasiones con problemas de salud o heridos, llegan al centro de Lajas Blancas en canoa por el río Tuquesa, después de hacer una primera parada en el poblado de Bajo Chiquito, donde las autoridades panameñas registran a los recién llegados.
En lo que va de año más de 400.000 migrantes irregulares han cruzado por el Darién, la mayoría venezolanos, según cifras oficiales, que superan el récord histórico del año pasado cuando atravesaron la selva 248.000 transeúntes, 133.000 en 2021.
Panamá prevé llegar al medio millón de personas que cruzan la peligrosa selva este año, mientras que los organismos humanitarios y las autoridades panameñas presentes en esa zona ya están desbordados.
Según la agenda de este viernes, Cortizo y Chaves tenían previsto sobrevolar la selva, y tratar durante la reunión bilateral, además de la migración, temas como la seguridad o la colaboración fronteriza.
Panamá y Costa Rica aplican una estrategia de flujo controlado, que implica que los migrantes deben tomar buses en sus fronteras, que sufragan los propios viajeros, para ser llevados directamente a la frontera costarricense, en el caso panameño, y con Nicaragua, en el caso tico.
Ambos gobiernos han conversado en el pasado sobre la posibilidad de que los buses panameños que llevan a los migrantes no los dejen en Paso Canoas, frontera común, sino en otro lugar más distante dentro del territorio costarricense, de acuerdo con información oficial.
América vive una crisis migratoria sin precedentes con la oleada masiva de transeúntes en camino hacia EE.UU. o Canadá desde el sur del continente, que comenzó en 2015 con el tránsito de miles de cubanos y se ha agudizado este año pese a la insistencia de los países en que se opte por una migración ordenada y segura.
EFE