La Asamblea General de las Naciones Unidas en su 78 período de sesiones, que se prolongará hasta septiembre de 2024, ofreció desde ayer la tribuna a líderes de este mundo atribulado que avanza con más lentitud de la deseada hacia los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) enmarcados en la Agenda 2030: el mayor plan de acción global para hacer del planeta un hogar inclusivo, próspero, con mucha menos pobreza y hambre, con la corrupción en mínimos y con resultados positivos frente al cambio climático, que todos sentimos pero algunos despachan como un fake.
Hay más que nubarrones en este mundo tan próximo y desconocido. Una guerra que empezó hace más de 500 días, éxodos que desangran países y generan tensiones en muchos más -y que nos toca muy de cerca a los venezolanos-; más inflación, menos crecimiento, movimientos populistas que acosan a las democracias y unas cuantas dictaduras sin fechas de vencimiento.
La guerra y el clima marcaron esta primera jornada de primeras voces mundiales. Habló Lula, que anunció la vuelta de su país al foro (Bolsonaro no existió) y puso el énfasis en la crisis climática; lo siguió Joe Biden, quien pidió hacer frente a la «agresión descarada» de Rusia a Ucrania; después el mandatario de Colombia, Gustavo Petro, en ese tono donde no cabe una duda, y que junto a su llamado a «defender la vida» propuso un par de conferencias de paz: una sobre Ucrania, la otra sobre Palestina .A continuación el turno al bate lo tomó el cubano Miguel Díaz-Canel, quien, sin rubor alguno, reclamó «un nuevo y más justo contrato global». ¿Será un «contrato social» como el que impera en la isla antillana?
Esa tanda inicial la cerró Volodimir Zelenski, el presidente de Ucrania que el año pasado habló por video ante la Asamblea General, el personaje del año 2022 de la revista Time por su liderazgo frente a la invasión rusa, quien soltó una frase que da miedo: Vladimir Putin está empujando al mundo «a una guerra final».
Zelenski va a entregar hoy al Consejo de Seguridad, del que Rusia es miembro, un plan de paz que ya cuenta con el visto bueno de la Unión Europea y de Estados Unidos. De Putin se sabe que busca reforzar alianzas por otros lados: con Irán y con China, el gigante asiático que espera visitar el mes próximo. El tema de la cooperación militar está sobre la mesa.
Ante asuntos tan gruesos y preocupantes, que copan el interés del mundo en este 78 período de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas, el papel de la Cancillería venezolana será menor, acorde con la insolvencia que mantiene con la organización que le impide decir esta boca es mía. La verdad dolorosa es que ya no tenemos voz propia, solo un susurro apagado y vergonzoso que respalda a los invasores del territorio ucraniano, como lo hace Cuba, mientras otras naciones de la región ensayan una curiosa neutralidad.
Editorial de El Nacional