El presidente francés, Emmanuel Macron, se afana en superar su tumultuoso inicio de legislatura, en el que ha lidiado con la crisis de la reforma de las pensiones y con la violencia urbana, en medio de una precoz pugna por su sucesión para las elecciones presidenciales de 2027.
Macron ha citado a todas las fuerzas políticas con representación parlamentaria el próximo miércoles 30 de agosto con la meta de desbloquear políticamente una Asamblea Nacional en la que su partido carece de mayoría absoluta y depende de terceros para que prosperen la mayor parte de leyes.
«La mano tendida», como el presidente describe su acción en la misiva a los partidos, ha sido acogida con poco entusiasmo por el resto de fuerzas invitadas.
Entre ellas, figuran la extrema derecha de Marine Le Pen y la izquierda radical de la Francia Insumisa de Jean-Luc Mélénchon, a los que el Macron quería, en un principio, excluirlos de su ronda por considerarlos «antirrepublicanos», a pesar de ser los dos principales grupos opositores.
Los Presupuestos Generales de 2024, la ley de la inmigración o de la eutanasia serán algunos de los debates legislativos pendientes para este último trimestre de año.
«El presidente Macron sabe que tiene que componer con una mayoría relativa. Eso lo tiene claro y por eso ha llamado a diferentes partidos para este momento político bastante inédito en los últimos años de la política francesa», explicó a EFE la diputada macronista Éléonore Caroit, quien señaló que el proyecto de presupuestos de 2024 comenzará a debatirse en octubre.
«La pregunta va a ser qué concesiones, qué compromisos van a lograrse», indicó Caroit. En el papel, el partido de Macron y sus aliados tendrían solo como eventuales socios a Los Republicanos (derecha tradicional), pues el resto de partidos han discrepado, hasta ahora, de buena parte de los proyectos presidenciales.
El regreso a los trabajos legislativos después del receso veraniego servirá también para comprobar si el nivel de tensión en la Asamblea sigue tan alto como en el primer año de la legislatura iniciada con la reelección de Macron en mayo de 2022.
La crisis de la reforma de las pensiones que se extendió durante el primer trimestre de año y de la ola de violencia urbana de finales de junio por la muerte del adolescente Nahel a tiros de un policía entorpecieron la acción del Gobierno, que estuvo cerca de caer en una moción de censura en marzo.
MINISTRO DE INTERIOR CON AMBICIONES PRESIDENCIALES
Aunque todavía faltan cuatro años para las próximas presidenciales, en las que Macron no podrá presentarse por cumplir su segundo mandato, algunos de sus más estrechos colaboradores ya mueven pieza para 2027.
El más activo es su hiperactivo Gérald Darmanin, ministro del Interior que ingresó el campo macronista desde que abandonó Los Republicanos en 2017.
Protegido de Nicolas Sarkozy (presidente entre 2007 y 2012), Darmanin convocó este domingo en la ciudad que gobernó hasta 2020, Tourcoing (norte), a varios ministros y cargos públicos para hablar de «las clases populares», las que actualmente más votan a Le Pen.
Un gesto visto con desconfianza por el Gobierno. Su primera ministra, Élisabeth Borne, estará en Tourcoing a petición del propio Macron, de acuerdo con algunos medios locales. La presencia de Borne se interpreta como una manera de controlar las precoces ambiciones de Darmanin.
Bruno Le Maire, el ministro de Economía también ex de Los Republicanos y candidato oficioso en 2027, ha desdeñado la iniciativa de su colega de Interior.
«Escogí la perseverancia, la continuidad y los resultados. He preferido quedarme al margen de una gran exposición política y mediática», afirmó a Le Figaro.
EFE