Atrapado entre las precariedades, un trabajo indeseado y una esposa, Yolanda (Greisy Mena), que no lo ama, Leo (Carlos Manuel González) vive apenas por inercia en una zona de Acarigua azotada por el hampa en la que dejó atrás sus sueños como cantante para cuidar de su hermano sordo, el prometedor compositor Álex (Anyelo López).
La sombra del sol, de Miguel Ángel Ferrer, es una película que lo tiene todo —drama, comedia, crítica social, inclusión— para ser disfrutada por el público. Ovacionada y premiada en el Festival del Cine Venezolano con los galardones a la Mejor Ópera Prima, Mejor Película de Ficción para la prensa, Mejor Actor, Mejor Actor de Reparto y Mejor Diseño Sonoro, la cinta cuenta la historia de dos hermanos que se unen para participar en un concurso musical en Caracas que, de ganarlo, podrían salir de la pobreza en que se encuentran.
En esa búsqueda, en la que Leo redescubre su prodigiosa voz y Álex profundiza en su talento como escritor, ambos terminarán en un viaje de redención, aceptación y hermandad.
Es también un filme en el que el director parece intentar desmontar estereotipos dentro, por ejemplo, de la religión o entre las personas discapacitadas.
En el primer caso, esto se ve reflejado en la escena en la que un sacerdote amigo de Leo corre a recoger agua en tobos para luego bañarse rápido en un patio porque en cualquier momento el agua se puede ir. Ese mismo sacerdote es invitado por el protagonista a unirse a la banda que tocará en el concurso en Caracas.
El segundo caso se puede ver en una escena crucial en la que Álex se enfrenta a Yolanda para decirle todo el mal que le ha hecho a su hermano. Es decir, este personaje, aunque tiene una limitación, puede tanto empujar a Leo a salir de su letargo como defenderlo de alguien que le ha hecho daño.
Y además, La sombra del sol habla de lo que significa para Álex ser una persona sorda y LGBTIQ+ en un lugar lleno de machismo, donde, como refleja el filme, la homofobia y la discriminación se manifiestan con una violencia brutal.
Tras estrenarla en el Festival Internacional de Cine Latino de Los Ángeles 2023, Ferrer explicó durante una rueda de prensa en Mérida que él y su equipo querían que la primera exhibición en América Latina fuera en Venezuela, y así lo hizo, con dos proyecciones en el centro comercial Las Tapias de la capital del estado andino.
«Queríamos empezar nuestra ronda de festivales aquí, donde empezó la historia, donde empezó mi vida y donde empezó este sueño. Es un gran honor estar aquí de nuevo en este festival y con todo el equipo aquí», expresó el cineasta, quien ganó el año pasado el premio a Mejor Cortometraje de Ficción por DeMonica.
La idea de La sombra del sol comenzó hace dos años cuando una amiga lo invitó al Festival Internacional de Cine Latino de Los Ángeles, en el que reflexionó que no estaba ahí proyectando un filme propio porque, hasta ese momento, no había querido. «Ahí empecé a maquinar una idea. Algo que pudiese a hacer yo mismo. En ese momento había tenido muchas experiencias volviendo a Venezuela y viajando al interior gracias a Wil Romero, productor y cineasta venezolano», recordó.
«Wil me llevó a Acarigua tres o cuatro veces, también fui a Socopó, San Cristóbal, tuvimos viajes chéveres. La gente que conocí fue lo que me inspiró. De ahí partí y esa fue la ambientación y el desarrollo de la película. Cuando ideé los personajes pensé en dos hermanos de Acarigua y entonces empecé a desarrollarlos, y luego vino la trama», agregó.
Mucho de la historia de La sombra del sol, continuó Ferrer, está basado en Wil Romero, un director de Acarigua que, sin formación académica, ha llegado a producir videos para Juan Miguel, Nacho o empresas como la Polar. «Eso fue parte de mi inspiración, también mi historia propia y la de tanta gente que conocí en Acarigua, donde las personas son increíbles”.
Química en escena
Entre los logros de La sombra del sol destacan las actuaciones, sobre todo por la química que Carlos Daniel González y Anyelo López, quien es sordo en realidad, supieron construir en escena.
«Con Anyelo la química se logró desde el primer día en que él hizo el casting. Hicimos un casting de cinco o seis muchachos sordos que tenían cierto conocimiento o experiencia en actuación. Cuando Anyelo lo hizo todos nos quedamos sorprendidos. Definitivamente vimos a Álex», expresó González.
Recordó que López visitó su casa varias veces, fueron a comer juntos, conoció a su mamá, leían el guion juntos… se convirtieron en hermanos. «La conexión fue muy bonita desde un principio, eso ayudó a que la película saliera como salió y se viera la conexión que hay entre los dos», contó el actor, a quien le tomó unos tres meses aprender lengua de señas gracias a dos instructoras que iban a su residencia cuatro veces a la semana.
«Fue un proceso muy bonito entender la lengua, lo que se quería decir con ella. Hubo mucha risa también, mucha simpatía», añadió.
Greisy Mena definió su personaje, la antipática Yolanda, como parte de una sociedad que no tiene en su configuración las palabras inclusión, respeto o igualdad. «En la primera función mucha gente me dijo que odiaba a Yolanda. ¡Qué bien! Porque realmente es un espejo de la sociedad que tenemos: si odias a Yolanda entonces por qué caemos en esa falta de incluir y respetar al otro».
De los momentos más conmovedores de la ceremonia final fue el premio a Mejor Actor de Reparto para Anyelo López. Tras aparecer su nombre en la plica, el joven intérprete, con su mamá entre lágrimas mirándolo desde el público, aseguró que espera algún día ser un gran actor y ser igual a Miguel Ángel Ferrer. «Estoy seguro de que lo voy a lograr. Soy sordo, y también quiero decirle a Venezuela y el mundo que soy venezolano y que Venezuela está en mí», dijo.
Consideró, en una de las ruedas de prensa, que las personas sordas también tienen derechos, igual que la comunidad LGBTIQ+: «Como actor sordo puedes integrarte. Hay personas que no saben lengua de señas e igual apoyan. Las personas LGBTIQ+, no importa quienes sean, son personas con los mismos derechos. Yo no soy LGBTIQ+, pero como actor puedo apoyar a la comunidad integrando».
Para Ferrer, no solo en Venezuela sino en el mundo hacen falta más películas e historias de personas con discapacidad o LGBTIQ+. «Hay que tener esa puerta abierta. Porque nosotros como seres humanos venimos de todas partes y tenemos todos los colores. Eso nos hace más ricos: conocer las historias de otras personas», dijo el director, cuyo próximo filme, detalló, tendrá un personaje ciego.
EFE