El presidente Gustavo Petro nunca dejó de hablar con Armando Benedetti. Cuando la espuma del escándalo por el caso de Marelbys Meza estaba en lo más alto, el primer mandatario siempre estuvo pendiente vía chat de su embajador en Venezuela.
Según reveló en exclusiva la Revista Semana, al político costeño, que había sido su mano derecha en la campaña, lo que salía en medios lo tenía furioso. Para él, no podía haber sino una responsable de filtrar su información: Laura Sarabia.
El presidente Petro era consciente de que eso era una bomba y trató de frenar la explosión. “Laura está en silencio con los medios”, le dice en uno de sus chats a Benedetti.
El embajador no le cree y le contesta duro: “¡Gracias, presidente!… Pendiente de ti!… Es que solo te llega información de un lado. Ella está en silencio, pero filtra. «Hoy madrugó a escribir en qué avión ando cuando es el mismo de la campaña».
-Y de que salgo de Venezuela sin permiso… Ella llama, cuelga, y me llaman… Pero eso hoy es lo importante… PENDIENTE DE TI!”.
Petro insiste en que Laura Sarabia no es la que quiere hacerle daño: “No es ella, hombre. Cálmese. Es otra cosa”.
El presidente le pide que no hable. Y le deja saber que tiene el silencio de Laura asegurado. “Por hoy es silencio de ambos. Ya veremos cómo se solucionan las cosas”.
Y Benedetti le contesta que cuente con eso: “¡OK! ¡Mi presidente!”.
Pero el tiempo pasa y sigue saliendo en medios información en su contra. Benedetti enfurece. “Me da pena molestarte, pero en Cancillería están sacando todos mis viajes, lo del avión privado, etc. Es Laura!… Y yo estoy callado”, le advierte.
Y el primer mandatario, en calma, solo atina a decirle: “Espera”.
La conversación sigue. Y Petro comienza a hablarle más fuerte en un tono de advertencia: “Yo sé muchas cosas”, le dice a su subalterno.
Benedetti le contesta amable: “¡¡Lo sé!!… Pero de pronto no en el orden de los sucesos”.
También dice algo que solo entienden los dos: “¡¡¡¡Lo que he reinado yo es verdad!!!! Y te lo probaré mañana”.
En un chat anterior, Petro le había preguntado: “¿Usted sabe que dijo la señora del servicio en el polígrafo?”.
Benedetti, en todas esas conversaciones, le repite que solo conoce un lado del cuento. “Presidente, te insisto, no sabes muchas cosas. Solo has oído una parte de la historia. Mañana sabrás del otro lado de la moneda!… ¡Aquí no hay ningún invento! Nadie ha dicho mentiras”, señala.
Pero siguen saliendo historias contra Benedetti, y él piensa que Laura está detrás: “Mientras a mí me pides que me calle, Laura sigue llamando a los directores de medios para que vean los viajes que hice en avión a Venezuela, lo de los permisos y una supuesta afirmación, que no existe, en un polígrafo a la niñera”, le reclama.
El presidente de nuevo trata de calmarlo. “Nadie está llamando. Ya hablamos. Quien lo hace es otra cosa. Laura está en silencio con los medios”.
Pero algo pasa en el entretanto y Benedetti estalla. Y en Twitter publica su ráfaga de trinos. En público, la molestia ya es evidente, es claro que el embajador no aguanta más. Y decide contar a todo el mundo su lado de la historia.
El presidente Petro le pidió a Benedetti hablar en privado.
Asegura en Twitter que Laura le llamó el 17 de abril a la 1 p. m. «a decirme que estaba preocupada porque Marelbys estaba en contacto con varios periodistas, y me pidió que le ayudara”.
Y ahí ya la emprende con toda contra Laura y la acusa de manejos turbios de plata: “De ahí sale la idea de que ella se vaya conmigo a Venezuela. Es al revés: Laura Sarabia me busca a mí y yo lo que hago es contratarla. Para ese momento, el problema para Laura Sarabia es que se revelara la cantidad de dinero o el flujo de dinero en efectivo que había en su casa”.
También plantea la pregunta sobre si ella chuza, que a la postre termina siendo el primer campanazo del otro escándalo, el cual el fiscal Francisco Barbosa calificó de “grotesco” y de ser uno de los capítulos más oscuros de la historia judicial del país. “La que me informa que Marelbys habló con Vicky y me dice que va a salir en SEMANA. ¿Por qué sabía? ¿Ella chuza?”, sostiene.
El presidente ya no lo trata con calma y también estalla: “No sabe usted lo que hizo. O me suspende ya su confrontación, o no nos volvemos a ver”.
Benedetti, ya bravo y sin agüero, le contesta mal: “De alguna forma has tomado partido sin saber de mis argumentos”.
Pero lanza una bandera blanca: “¡Ya mismo la suspendo!”. Y agrega: “Mañana sabrá todo y el enorme error que usted comete contra sí mismo. Hablamos”.
En un chat posterior, el primer mandatario le dice: “Mañana lo espero y cálmese hasta hablar conmigo”.
En otro chat, el presidente lo llama fulminantemente: “Necesito hablar con usted de inmediato”.
Y Benedetti se despacha: “Presidente, me he enterado por muchos periodistas de que Laura está dejando oír unos audios descontextualizados. La actitud de ella no parece ser la de una jefa de gabinete que protege al Gobierno, sino la de una niña que protege su posición actual. Hasta les dice que Maduro te dijo a ti que yo consumía cocaína y que por eso no me nombraron ministro del Interior, después de haberlo pedido. Te aclaro”.
Benedetti sigue y le contesta, con frescura, a la frase de que necesita hablar con él: “¿Me dices si te llamo o me llamas? ¡Ajá! ¡Estoy pendiente! ¡Yo también quiero hablarte!… ¡Hemos debido hablar antes!”.
Al final, el país supo lo que pasó. El presidente decidió cortar por lo sano y pedirles a ambos funcionarios retirarse de los cargos. El trato fue bastante desigual en el anuncio de esas salidas. A Laura la defendió: “No han parado ni siquiera a pensar qué podría pensar una joven mujer recién parida, dicen en mi tierra, con su primer niño en su primera experiencia maternal, cuando le sucede un hecho en su vida doméstica que la hace sentir en la zozobra”.
Y luego agregó: “Mientras se investiga, mi funcionaria querida y estimada y el embajador de Venezuela se retiran del Gobierno para que desde el poder que implican esos cargos no se pueda tener ni siquiera la desconfianza de que se van a alterar los procesos de investigación”.
El tema de la cocaína salió a la luz y se convirtió en el argumento que el canciller, Álvaro Leyva, utilizó para explicar por qué lo habían retirado tan pronto de su labor diplomática: “Él mismo dice (Armando Benedetti) yo soy un drogadicto… ¿A ustedes les parece que esa puede ser una buena fuente? Por eso, salimos a las velocidades y en tres horas se cambió”, dijo el ministro de Relaciones Exteriores.
Benedetti, ya por fuera del Gobierno, en entrevista con la directora de SEMANA, Vicky Dávila, entregó más detalles de lo que había pasado. Aseguró que sabía que quienes habían entregado dinero a la campaña presidencial “no eran emprendedores”.
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EC