¿Quién es el responsable del problema migratorio? Ya a estas alturas de 2022 es imperativo poner las cosas claras, sobre todo porque la Organización de Naciones Unidas se ha encargado de encender de nuevo las alarmas sobre el aumento acelerado del número de venezolanos que está saliendo del país. Y hay que usar este tiempo verbal porque es un fenómeno que no se detiene.
La ONU designó un equipo especial para ocuparse de la migración venezolana, porque en magnitud ya ocupa el segundo lugar a escala mundial. El grupo es liderado por la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados y la Organización Internacional para las Migraciones. Los expertos de ambas son los mismos que informaron a principios de julio que había 6,1 millones de venezolanos en otros países y que ahora advierten un aumento impresionante, pues ahora son 6,8 millones. Alrededor de 700.000 más en apenas pocas semanas.
Desde el principio de este éxodo masivo, en Miraflores han tratado de ignorarlo; luego comenzaron a criminalizarlo, incluso a culparlo de la entrada del covid-19 en Venezuela. Jamás se ha oído a ningún personero del gabinete de Nicolás Maduro decir algo sobre este problema, como si no fuera su responsabilidad. Es más, las últimas declaraciones de allegados, como Esteban Trapiello y el diputado Roberto Messuti, tratan de reforzar el hecho de que es un asunto espontáneo que se le ocurre a unos cuantos, una aventura, un simple antojo de salir del país.
“Los que salen hacia la selva del Darién son unos idiotas”, dijo el presidente de La Tele Tuya. Messuti fue más allá: “El tema del Darién yo estoy seguro de que es un negoción. ¿No te has dado cuenta de que está hasta producido? Yo creo que están hasta las cámaras, las luces, todo el cuento. Es un negoción”. Pero no hay manera, pueden poner a un coro entero a decir barbaridades y no podrán convencer a nadie. Con su cinismo lo que hacen es reforzar la verdad: la gente huye de Nicolás Maduro y su gobierno, nadie les “inocula” ninguna idea, es bastante obvio que la realidad les explota en la cara a los más necesitados, esos son los que no ven posibilidades de subsistencia en las condiciones que el chavismo ha dejado a Venezuela, y por eso prefieren enfrentarse a la muerte.
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Si algo son los 6,8 millones de venezolanos que se han ido es valientes. Es seguro que dentro de este número no se cuentan los familiares de los gobernantes chavistas que están felices estudiando en las mejores universidades del mundo o viviendo en casas de lujo sin tener necesidad de pensar en cuánto van a comprar el dólar para pagar el alquiler o qué van a dejar de comer para poder mandar algo de plata a su gente en Venezuela.
Aquí nada se ha arreglado. La mayoría está imposibilitada de comprar los alimentos más básicos para la subsistencia, no hay acceso a los servicios de salud, mucho menos de agua o electricidad, no hay trabajo estable, ¿cómo no pensar en conseguir algo mejor? Ese instinto de supervivencia es inherente al ser humano. ¡Y el gobierno de Maduro sigue ignorando un problema que ellos mismos han creado! Ese es el mayor crimen posible.
Lo terrible de la situación es lo único que explica el aumento del número de venezolanos que arriesgan su vida en el Tapón del Darién para tratar de llegar a Norteamérica. No es un negoción, señor Messuti… ¡Es desespero!
Colombia está a punto de llegar a los 2,5 millones de venezolanos, una situación que el nuevo embajador Félix Plasencia va a tener que tratar con mucha diplomacia, pues ya Gustavo Petro dijo que respetarán los acuerdos de asilo y refugio.
Los países, las organizaciones multilaterales y las ONG que se han dado a la tarea de socorrer a los migrantes que cruzan las fronteras en terribles condiciones han mostrado la empatía que debería haber tenido el gobierno chavista con el pueblo para el cual dice gobernar, pero cada vez es más evidente que no le importan los venezolanos, ni los que se van ni los que se quedan.
Editorial de El Nacional