El mito de la cigüeña es una historia que todos conocemos desde que somos pequeños. Se usa para explicar de dónde vienen los bebés. ¿Sabías que el mito se originó en Europa? Aquí te contamos más.
Su origen proviene de Europa, aunque no se sabe si comenzó de manera oral, como la mayoría de los mitos antiguos, o si empezó gracias al cuento The Storks, del famoso escritor Hans Christian Andersen.
Sin embargo, el consenso sobre el origen es que el mito de la cigüeña es muy antiguo, de tradición oral, y que se volvió popular gracias a Andersen en el siglo XIX.
El origen del mito de la cigüeña
Se dice que se inició por lo tranquilas que son las cigüeñas en presencia humana, incluso acostumbran a poner sus nidos cerca de la civilización. El ave es vista como un símbolo de buena suerte, y por eso nunca destruyen sus nidos.
Esta buena suerte también puede ser una de las razones del nacimiento del mito, pues se pensaba que si una cigüeña ponía un nido en el techo de tu casa, significaba que vendría la buena suerte, y tal vez con ella también un bebé.
El tamaño de la cigüeña y su color blanco (pureza) influyeron en su elección para el mito, pues eran lo suficientemente grandes como para cargar a un bebé. Se escogió un ave porque las aves son símbolo de maternidad desde la antigüedad: el símbolo o animal sagrado de Juno, la diosa del matrimonio y la fertilidad de la mitología romana, era un pavo real.
Otra historia del folclor y de la mitología eslava, dice que las cigüeñas cargan con las almas de los no nacidos. Transportan almas del Vyraj, un lugar mitológico que es asociado con el “paraíso” de los muertos (donde hay aves y almas) a la Tierra. Esto implica, básicamente, que las aves (o las cigüeñas en esta versión de la historia) se llevaban almas del Vyraj para que renacieran en bebés.
En la actualidad
En la actualidad, la cigüeña continúa siendo un símbolo reconocido, y se pueden encontrar en infinidad de productos de maternidad por todo el mundo.
Es una buena historia para explicarle a los niños sobre de dónde vienen los bebés, evitando la “charla incómoda” de la sexualidad.
Culturizando