Por lo general, ocurre de manera repentina e inesperada y cuando ya has llegado a ese punto de una labor que habías estado aplazando. Y entonces llega el dolor: ese dolor agudo y lacerante que arrastra su conciencia hacia la Única. Cosa. Importante. Ahora.
A veces hay un momento, entre la conciencia y el dolor, en que usted intenta pactar con el destino, con la esperanza de que todo lo sucedido fuera solo resultado de su imaginación. Pero el dolor está ahí y hay que detener la sangre.
¿Por qué duele tanto?
Las cortadas con papel duelen tanto por varias razones. Por lo general, ocurren en las partes más sensibles del cuerpo: los dedos, los labios o la lengua. Las terminaciones nerviosas de esas partes del cuerpo pueden diferenciar con excepcional claridad y especificidad, sensaciones de presión, calor, frío y lesiones.
Nuestro cerebro tiene áreas especializadas para recibir señales procedentes de esas partes con perfecta definición. Las exquisitas habilidades sensoriales que ayudan a que nuestros dedos, labios y lengua sean tan buenos en sus funciones, también hacen que las lesiones sean más dolorosas.
Además, estas mismas áreas tan sensibles también son partes del cuerpo que utilizamos con mucha frecuencia. Las cortadas en los dedos, los labios y la lengua tienden a abrirse una y otra vez y esto reaviva el dolor cada vez.
Por último, la profundidad de la herida es la ideal para exponer y excitar las fibras nerviosas de la piel sin dañarlas, de la misma manera que una lesión más profunda puede dañar gravemente las fibras nerviosas y afectar su capacidad para comunicar el dolor. La cortada con papel hace que se aviven y funcionen a plena capacidad.
Cómo detener el dolor
Como médico de familia, recomiendo formas prácticas de minimizar la incomodidad que genera una cortada con papel.
Primero, lave la cortada lo antes posible con agua y jabón. Esto reducirá la posibilidad de infección y ayudará a que la herida se cure más rápido. Mantenga la herida limpia y, si es posible, cúbrala por unos días con una venda adhesiva para proteger la herida e impedir que se abra de nuevo.
Aunque los efectos físicos de las cortadas con papel son una tremenda molestia, es fascinante nuestra respuesta mental y emocional a estos casos. La autoagresión intencional (por ejemplo: los cortes en la piel) y las lesiones accidentales graves (por ejemplo, los accidentes automovilísticos en que se pierde una de las extremidades o se produce una parálisis) han inspirado investigaciones trascendentales y continuas sobre sus efectos psicológicos.
No es así con las lesiones accidentales menores, y eso me parece bien. Hay problemas más urgentes que requieren investigación que las cortadas con papel.
Pero solo piense por un instante en sus sensaciones cuando se corta con papel.
Es sorprendente que el simple gesto de pasar la lengua por un sobre para pegarlo provoque una lesión (¡y mucha sangre!). ¡Qué pena no haber tenido éxito en una tarea tan simple (¿por qué siempre me sucede esto?); se enoja por la cortada (¡ufff!); le provoca ansiedad pensar que podría volver a suceder (¡aún me quedan 200 sobres por pegar!).
Las cortadas con papel son insignificantes, pero pueden provocar una respuesta emocional compleja.
Las cortadas con papel nos recuerdan que no importa cuántas veces hayamos realizado la más sencilla de las tareas, siempre existe la posibilidad de que nos lastimemos por accidente. Si eso nos vuelve un poco más sensibles y comprensivos con los dolores de quienes nos rodean, y quizás un poco más humildes, pues en ese caso, quizás las cortadas con papel nos enseñen a ser mejores…
Pudiera ser que sí.
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