Preciso, el día que tienes más trabajo acumulado, ese que madrugas para ponerle manos a la obra, amaneces sin Internet: la Ley de Murphy actuando en pleno. No queda más que respirar profundo, pensar que debes salir a alguna parte para conectarte o en su defecto, hacer uso de la conexión rudimentaria del celular, esa que seguro no te servirá para mandar archivos pesados o bajar información extraordinaria.
En casa todo está interconectado, hay una red interna, puedes acceder a las computadoras desde el televisor. En fin, tener un esposo que es ingeniero de software permite acostumbrarse a estas tecnologías con mucha facilidad y disfrutar de la interconexión desde cada punto de tu hogar. A veces siento que mi apartamento es como el de Los Supersónicos, pero hoy por supuesto es el caos porque no tengo Internet.
Pensé en esos días en los que me iniciaba como periodista y en los que el acceso a la antiguamente llamada “superautopista” no estaba aún masificado. No soy un dinosaurio, pero crecí sin Internet y en mis años de estudiante universitaria aprendí, afortunadamente, a buscar información en bibliotecas, hemerotecas, archivos y en fuentes vivas, todo lo que necesitaba para armar un artículo. Extraño esos días en los que no era una esclava del e-mail, de la navegación.
Hoy, ante esta circunstancia de sentirme atada de manos por no estar conectada, escribo y trato de dejar de lado toda la ansiedad que experimento. Pienso en cuanto me gustaría desconectarme para este Día de la Madre; por allí leía hace poco que el nuevo lujo es exactamente la desconexión. Practíquenlo mamás, celebren su día desconectadas. Practíquenlo papás, practíquenlo solteros, practíquenlo todos cada vez que puedan.
Por eso, rescato hoy una receta española muy popular y súper tradicional. Esa que sirven en casas, en tascas, en restaurantes, a la hora de salir de la rutina diaria, encontrarse con familiares y amigos… y celebrar que la vida es bella. La tortilla española es un platillo para la desconexión, que cortado en coquetos cuadros y acompañado de rebanadas de chorizo y cerveza puede liberar a cualquier alma. Tal vez sumergirme entre sus ingredientes, el calor del fogón y en la degustación tranquila (y sin internet) sea mi pequeño “yoga” personal, el más oportuno para el día de hoy.
Tortilla española
Lo que necesitas:
½ Kilo de papas.
1 cebolla.
2 dientes de ajo.
8 huevos.
Aceite de oliva al gusto.
Sal y pimienta al gusto.
Lo que debes hacer:
Pela las papas y córtalas en ruedas muy finitas; las cebollas las cortas en juliana, y el ajo en cuadros minúsculos. Coloca aceite de oliva a tu gusto en una sartén antiadherente (ten en cuenta que vas a rehogar, no a freír) y caliéntalo a fuego alto, por favor no dejes que comience a echar humo. Coloca allí las papas, las cebollas y el ajo, salpimenta y mueve constantemente hasta contar unos 20 minutos. Yo utilizo una cuchara de madera para esto.
La idea es que las papas se cocinen, vas a ver que se va volviendo un poco más transparente a medida que ello ocurre, las partes que están más blancas son las que están crudas. La cebolla te va a quedar cristalizada. Apaga el fuego cuando todo esté cocido y despega cualquier fragmento que se haya quedado adherido al fondo del sartén.
Aparte bate los huevos y agrega la sal y la pimienta (en este punto podrías incluir algunas hierbas secas, tipo mediterráneas, para darle un toque de sabor). Calienta nuevamente la sartén en la que tienes las papas y agrega los huevos batidos, trata de emparejar la mezcla, que te quede una torta de papas más o menos nivelada. Si hace falta, incorpora más huevos batidos, la idea es que las papas queden cubiertas al ras con los huevos. Todo esto debe ocurrir a fuego mediano.
Se supone que más o menos a los 5 minutos ya debería haber cuajado la mezcla. Mi punto particular es cuando la parte superior de los huevos deja de estar líquida. Entonces hay que voltear la tortilla. Esta es la parte, que siempre se me ha hecho difícil, más no imposible. Obviamente, si hace falta pide auxilio a gritos.
Yo trato de despegar la tortilla con dos espátulas, luego coloco una tapa grande a la sartén y volteo la tortilla allí (usando la tapa como un plato), luego deslizo la tortilla desde la tapa hacia la sartén y listo (antes de volverla a poner en la sartén coloco un chorrito más de aceite).
Lamento decirte que el éxito en este procedimiento tiene que ver con un poco de práctica e ingenio. Eso de voltear la tortilla haciéndola girar como una pizza en el aire, no me late nada. A mí me llevó unos años encontrar la manera de hacerlo exitosamente, para ello debía pasar por partes de tortilla en el piso, mitades de tortilla pegadas en la sartén, tortillas con cirugía plástica, tortillas chorreando por los bordes de la cocina, etc… No te frustres, si eso pasa al principio, aunque no te quede bonita seguro que su gusto será el mejor; además te quedará ese orgullo inmenso de haberla preparado tú mismo.
Después de voltearla, déjala cocinar unos minutos más y apaga el fuego. Déjala reposar un poco antes de pasarla a una bandeja de servir. Córtala después de unos cinco minutos y no se desarmará. Puedes acompañarla con una ensalada, un caldito, o con embutidos. La cerveza puedes sustituirla por vino.
Los trucos:
• No debes pasar por alto este mandato: cortar las papas en ruedas finas. Ello se debe a que mientras más gruesas más demoran en cocinarse y por lo menos, a mí, me encanta cocinar como Flash.
• Al tener las papas, la cebolla y el ajo en la sartén debes mover constantemente para que no se te peguen de la sartén. Si se pega la preparación, entonces después deberás usar una sartén limpia para armar la tortilla porque, créeme, jamás lograrás darle vuelta para que quede perfecta: quedará pegada al fondo y se desarmará cuando intentes voltearla.
• La mejor sartén que puedes usar es una antiadherente (a mí me encantan las de cerámica). Te recomiendo que reserves una exclusivamente para hacer tortillas, y por mucho tiempo será tu mejor amiga para prepararlas.
• Puedes servirla caliente, tibia o fría. Yo la pongo en la nevera y al día siguiente están mucho más concentrados los sabores. No me enredo, la caliento en el microondas. De cualquier forma me encanta.
Eme de mujer