Esperamos que Nicolás Maduro sepa que para que llegue octubre solo quedan 27 días. No será la primera ni la última vez que anuncie con fanfarrias un plazo y no lo cumpla. Ejemplos los hay a montones. Los más recientes, la revolución judicial y el abastecimiento de gasolina. Pero el jefe del PSUV se empeña en decir que el mes próximo se habrá vacunado 70% de la población y los estudiantes podrán volver con seguridad a las clases presenciales.
Acostumbrados a las mentiras, los venezolanos de a pie, algunos de los cuales aún lloran la muerte de su comandante eterno, no las creen. Saben que se les irrespeta reiteradamente, cuando se agotan los plazos y no hay ningún resultado que reportar. Pero el de las falsas promesas jamás tiene la valentía de reconocer el fracaso y explicar el por qué. Todo va al cajón del olvido y si te he visto no me acuerdo.
En este caso la gravedad es máxima porque hablamos de la salud de las personas. El desbarajuste que ha habido en el proceso de inmunización contra el covid-19 se puede utilizar de ejemplo en cualquier escuela de gestión pública cuando se hable de lo que no se debe hacer. Sin embargo, insisten en decir que lograrán en pocos días lo que no han podido hacer durante meses. Nada puede esperarse de gente que permitió que las primeras vacunas que llegaron al país se las inyectaran a su “población vulnerable”, léase funcionarios, camaradas, familiares y amigos. Lo que quedó para el resto se distribuyó entre una población humillada por colas y malos tratos para que el resultado sea que hoy solo un pequeño porcentaje de los ciudadanos ha logrado la pauta completa.
El show de esta semana fue la llegada-no llegada de más dosis de fármacos desde un país aliado, Rusia, que después de contratar el suministro con varias naciones latinoamericanas las dejó en la estacada. La página oficial de Sputnik V anunció el envío y minutos después borraron el tweet y el ministro de Salud desmentía la especie. ¿Qué esconden?
Mientras tanto, siguen los contagios y pasa el tiempo, incluyendo los tres meses (en vez de 21 días) que debían esperar los muchos ciudadanos que recibieron la primera dosis para obtener la segunda. Otro plazo incumplido. Nadie informa cuál es el plan para esa gente, todos adultos mayores y de verdadera vulnerabilidad. Los expertos recomiendan comenzar un nuevo proceso lo que significaría que lo que se le pagó a Rusia se perdió. De las vacunas chinas, nadie sabe cuántas hay. Todo tan poco confiable como las cifras diarias de contagios y muertes.
Los especialistas, que sí llevan las cifras, calculan que se ha vacunado a poco más de 11% de la población. Inmunizar a 59% en menos de un mes y lograr la llamada inmunidad de grupo parece una meta irrealizable, así anuncien un plan de vacunación casa por casa de cuyo resultado también es válido dudar.
¿Qué puede hacer la población? Quejarse es una opción. La otra no confiarse, cuidarse como al principio de la pandemia y encomendarse a los dioses de sus creencias. Porque de la gestión madurista no puede esperar absolutamente nada.
Editorial de El Nacional