Es más que deseable que los dirigentes de la oposición no pierdan de vista que para el régimen el Memorando de Entendimiento recién firmado en México ya es una ganancia. Para ellos ha sido como demostrar que sí tienen la sartén por el mango. Pero es mejor recordarles sin ninguna timidez que para la comunidad internacional quedó muy claro que la contraparte sigue siendo el gobierno interino surgido del único poder legítimo en Venezuela, la Asamblea Nacional de 2015.
Sin embargo, lo que todos los venezolanos piden y agradecerán eternamente es que no se conformen con conseguir limosnas ni nimiedades, que no dejen de ver la fotografía general para detenerse en pequeñeces. Si bien es cierto que hay demasiadas urgencias por resolver y que convencer a los del régimen, por ejemplo, de la repartición apropiada y eficaz de la ayuda humanitaria sería una enorme ganancia, lo más importante es hacerles entender que más allá de esas medidas espasmódicas, lo que se merece el venezolano es una solución a largo plazo, un cambio que corrija el rumbo.
Ya se asoman por allí las concesiones que están dispuestos a dar los rojitos, como el levantamiento de las “inhabilitaciones” electorales para que todos los partidos se inscriban en las elecciones regionales. Es verdad, hace falta renovar el mandato local y el regional, pero también, y con urgencia, el nacional, y ese es el objetivo de esta negociación.
Claro está que, como dice Antonio Ledezma, la atención del régimen se centra en el levantamiento de sanciones, pero no porque piensen en el bienestar del venezolano, sino en el propio, porque se sabe de sobra que estas medidas fueron tomadas a título personal. Sin embargo, lograr que Estados Unidos las retire será para ellos garantía de “salida sin preocupaciones”, que es lo que al fin y al cabo buscan.
Pero como el mandamás usurpador de Miraflores se siente envalentonado porque al fin le reconocieron su “poder” para sentarse a negociar con él, ahora lanza la locura de que quiere hablar personalmente con Estados Unidos, para darse importancia. La oposición tiene entonces que insistir en que deje de desviar la atención y se centre en lo que es prioritario, que por cierto no son las elecciones regionales nada más.
Hay que esperar hasta septiembre, pero eso no quiere decir que no se siga trabajando. Tampoco se puede caer en trampas. Y la única manera de cuidar esta última oportunidad de conseguir una solución a la crisis es tener claro el objetivo y evitar madrugonazos.
Editorial de El Nacional