El próximo 8 de agosto, el chavismo tiene prevista una exhibición de músculo con unas primarias presentadas por sus dirigentes como una carta para mostrar fuerza. En cambio, se han abierto disputas que han dejado ver con claridad, en los últimos días, fracturas internas, y han dado cuerpo a los rumores de división.
«Exigimos, de manera muy firme, que quienes aspiren a cargos de elección popular (…) su campaña sea una campaña chavista; eso implica que no debe haber ofensas al compañero, no debe haber ataques al compañero, no debe haber señalamientos que tengan carácter electoral de ningún tipo», advirtió el vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Diosdado Cabello.
El mensaje, lanzado días después de la postulación de candidatos en junio pasado, lo completó alertando de que «quien haya tratado de hacer algún tipo de trampa» no es del PSUV, sino «de cualquier otra cosa».
Las advertencias llegaron después de que, tras una jornada de postulación abierta, se inscribieran 100.975 nombres de militantes que aspiran a encabezar las listas para las elecciones locales y regionales del 21 de noviembre por el partido fundado por Hugo Chávez en 2007, siendo ya presidente.
Una muestra de fortaleza que comenzó a descubrir fallas desde el mismo 1 de julio, fecha de las nominaciones, cuando comenzaron a circular videos en varios puntos del país de militantes protestando por no poder participar en la jornada o supuestos casos de manipulación de las actas de inscripción.
UNA VIEJA DIVISIÓN
El doctor en Ciencia Política y profesor de la Universidad Simón Bolívar Daniel Varnagy explicó a Efe que la división interna en el PSUV existe desde su misma fundación entre los «guevaristas», miembros de un sector vinculado a la «izquierda radical», y los «boliburgueses», un sector «más conciliador con algunos elementos de economías liberales de mercado».
«Quizás hoy vemos focos guevaristas, pero una buena parte de ellos están en posición de poder no solo político, sino también económico (…) Hay un grupo que es un poco más socialista y otro un poco radical-comunista pero la realidad hoy es que los grandes jerarcas del partido se hicieron con mucho poder político y económico», detalló.
Esos líderes tienen «distintas visiones, pero siempre actúan bajo la égida de seguir el legado de su comandante Chávez».
Todo ello, pese a que «el personalismo», tan característico de la política venezolana, «está haciendo aguas en el PSUV».
DOS CASOS ANTE LAS CÁMARAS
Frente a lo que es habitual en el chavismo, en el que las disputas se resuelven entre bambalinas, dos disputas entre precandidatos han salido a la luz y se han multiplicado gracias al efecto de las redes sociales.
El primero de ellos ha sido en el céntrico estado Carabobo, históricamente el tercero más poblado y uno de los más industrializados, cuyo gobernador, Rafael Lacava, es uno de los rostros más reconocidos del chavismo, tiene su propio logo- un murciélago- y aspira a la reelección.
«¿Como vas a hacer tú, si el pueblo revolucionario de Carabobo, si el pueblo bravo de Carabobo, el pueblo revolucionario y valiente está arrecho (enfadado) y molesto porque están cambiando los ojos de Chávez por un murciélago?», le espetó el exministro y veterano militante chavista José Vielma Mora, también precandidato en ese estado.
En otro video difundido en su redes, visitó una calle en mal estado de la región, gobernada por el chavismo desde el 2012, y aseguró que allí vive «un pueblo sumergido en el abandono que suplica ser atendido y NUNCA MÁS TRAICIONADO».
Por ahora, el precandidato no ha recibido ninguna respuesta de su contrincante, en una pugna, hasta el momento con golpes de un solo lado, casi imposible en el chavismo.
Sin embargo, el caso más llamativo se ha vivido en Barinas, estado natal de Hugo Chávez, donde su hermano Argenis y un sobrino con su mismo nombre, se disputan la candidatura regional.
Allí, según denunciaron los propios militantes, partidarios de Argenis -actual gobernador- acabaron a golpes con los del sobrino del fallecido presidente en un altercado que recorrió internet como la pólvora.
Un caso inédito de Chávez contra Chávez.
EL CAUDILLISMO VENEZOLANO
A juicio de Varnagy, estas disputas tienen como fundamento el «caudillismo político, que está muy instalado» en el país, si bien advirtió que nunca se han visto «de esta manera» las divisiones internas en el chavismo.
En su opinión, las fracturas en el seno del PSUV y su visibilidad son más notorias porque la sociedad está «más cansada, extremadamente empobrecida y molesta».
«El fracaso del sistema que emana de una u otra manera del PSUV es inocultable; de la misma manera, las diferencias que pudiera haber ante unas primarias en ese partido, donde la desconfianza no es solamente interna, sino de todo un país hacia un partido (…) y un liderazgo que sigue prometiendo cambios y transformaciones y la calidad de vida ha caído en picado», concluyó.
EFE – DIARIO DE LOS ANDES