Archive for marzo 13th, 2021

Así puede afectar a la salud no lavar los cuchillos con los que cortamos alimentos crudos

Posted on: marzo 13th, 2021 by Laura Espinoza No Comments

Algo tan sencillo como no lavar bien los cuchillos puede hacer que las bacterias de un filete de carne terminen en la barra de pan que vamos a consumir sin necesidad de cocinar. En general, la falta de higiene en la manipulación de alimentos crudos, carnes, pescados, frutas y verduras puede llevarnos al consumo de microorganismos perjudiciales para nuestra salud por su resistencia a los antibióticos.

 

 

 

Sucede porque, como la mayoría de los seres vivos, las bacterias poseen mecanismos que les permiten adaptarse a las situaciones ambientales. Ante el uso indiscriminado de antibióticos, tanto en animales como en humanos, muchas bacterias desarrollan estrategias que les permiten evadir esos medicamentos. Y como además tienen la capacidad de compartir su información genética, acaban diseminando esa resistencia a otros microorganismos.

 

 

 

Si a este coctel le añadimos que la movilidad actual de la población se encarga de dispersar las cepas resistentes por todo el planeta, el problema alcanza dimensiones mundiales. Con las trabas que eso podría ponerle al tratamiento de muchas enfermedades infecciosas.

 

 

 

El uso de antibióticos (en producción primaria) y de biocidas (desinfectantes, descontaminantes o conservantes alimentarios) es el principal motor de la selección y la propagación de la resistencia a los antimicrobianos a lo largo de la cadena alimentaria.

 

 

 

 

La mayoría de las especies son sensibles a los antibióticos que manejamos. Pero eso no impide que, por diferentes razones, se aíslen ocasionalmente variantes capaces de crecer a sus anchas en presencia de estos fármacos. En este caso se habla de resistencia adquirida.

 

 

 

 

Lo grave del asunto es que cuando las que se hacen resistentes a uno o varios antibióticos son bacterias causantes de infecciones, disminuye la capacidad de tratamiento. Lo que supone una amenaza seria para nuestra salud.

 

 

 

La dificultad de seguir la pista a los microbios


Tanto la transmisión de cepas multirresistentes a través de los alimentos como la exposición a posibles cepas portadoras de resistencias en los entornos donde se elaboran las materias primas o se procesan los alimentos son cuestiones de interés para la salud pública. Y forman parte de muchas de las investigaciones de actualidad.

 

 

 

Esa investigación resulta imprescindible para identificar qué animales y productos alimenticios son las principales fuentes de infecciones, además de para monitorizar la prevalencia de las zoonosis.

 

 

 

 

Sin ir más lejos, en la industria alimentaria del pescado se han identificado bacterias resistentes a múltiples antimicrobianos. En cuanto a los productos cárnicos o derivados del huevo, los estudios se centran en la transmisión de cepas resistentes de bacterias como Escherichia coli o Salmonella.

 

 

 

 

Las hortalizas, frutas y legumbres tampoco se salvan. En su caso, el interés está en identificar enterobacterias resistentes que puedan venir de una contaminación de origen fecal.

 

 

 

 

Al final, lo que no hay que perder de vista es que existen varias vías por las que estas bacterias acaban llegando a nosotros. A saber: por contacto entre animales y humanos; a través de aguas contaminadas con bacterias fecales resistentes que puede contaminar vegetales, frutas o mariscos; por el consumo de alimentos de origen animal que contengan bacterias resistentes, o mediante contaminación cruzada. Las bacterias resistentes pueden diseminarse en las explotaciones ganaderas, los mataderos, las industrias que elaboran alimentos e incluso en nuestro hogar.

 

 

 

 

¿Qué podemos hacer nosotros como consumidores de alimentos?


La cadena alimentaria está formada por una serie de eslabones; y nosotros, como consumidores, somos el último peldaño. Por eso, a la hora de manipular los alimentos, es importante prevenir las infecciones lavándonos frecuentemente las manos, preparando los alimentos en condiciones higiénicas y evitando el contacto de los alimentos con enfermos.

 

 

 

¿Pero cuáles son esas condiciones higiénicas? La OMS ofrece cinco claves para la inocuidad de los alimentos: mantener la limpieza de la zona de trabajo; separar alimentos crudos y cocinados; cocinar completamente; mantener los alimentos –crudos y cocinados– a temperaturas seguras; y usar agua y materias primas inocuas para cocinar.

 

 

 

 

Además, es conveniente elegir alimentos para cuya producción no se hayan utilizado antibióticos con el fin de estimular el crecimiento ni de prevenir enfermedades en animales sanos. Y en caso de desinfectar las zonas donde manipulamos alimentos, rotar los productos desinfectantes.

 

 

 

 

Este conjunto de medidas podría ayudar a prevenir la propagación de bacterias resistentes o tolerantes a lo largo de la cadena alimentaria. No hay que perder de vista que se calcula que en 2050 habrá más muertes por bacterias resistentes a antibióticos que por cáncer, y muchas de estas bacterias vienen de los alimentos. Evitarlo está en nuestras manos.

 

 

 

 

Mª Rosario Lucas López, profesora Titular del Área de Microbiología, Universidad de Jaén., Universidad de Jaén; Antonio Gálvez del Postigo, chair professor, Universidad de Jaén; María José Grande Burgos, assistant researcher, Universidad de Jaén, y Rubén Pérez Pulido, profesor titular, Universidad de Jaén.

 

 

 

 

Fuente: El Nacional
Por: Maria Laura Espinoza
Twitter: @i_am_LauEz14

¿Por qué sería buena noticia que no haya vida en Marte ni la haya habido nunca?

Posted on: marzo 13th, 2021 by Laura Espinoza No Comments

El 18 de febrero de 2021 aterrizó en el cráter Jezero de Marte el rover Perseverance, que estudiará la composición de rocas, el subsuelo y el clima. Este fue el primer éxito de la misión Mars 2020 y su desarrollo contó con participación española: MEDA es una estación ambiental desarrollada por el Centro de Astrobiología (CSIC-INTA).

 

 

 

 

La llegada de Perseverance ha avivado el debate sobre si hay o hubo vida en Marte, y su habitabilidad presente o pasada. Habitabilidad no quiere decir que los humanos podamos construir una casa allí, sino que define las condiciones geoquímicas y ambientales favorables para el origen y evolución de la vida. Entre los objetivos de la misión está estudiar la habitabilidad y la búsqueda de evidencias de vida microbiana antigua.

 

 

 

 

Hoy en día, por lo que sabemos, es improbable que en Marte haya vida. Pensemos en la de nuestro planeta: durante la mayor parte de su historia, la Tierra estuvo habitada solo por microorganismos. La evolución necesitó unos 3 400 millones de años para que surgieran plantas y animales. Tiene sentido asumir que, de haber existido vida en Marte, esta era microbiana.

 

 

 

 

En la exploración espacial tomamos como referencia la vida terrestre actual, pues no conocemos otra. El inconveniente es que, si no se ven evidencias de vida marciana (algo probable), nos preguntaremos si es porque no sabemos qué buscar exactamente.

 

 

 

 

¿Qué evidencias de vida en Marte buscamos?


La ubicación del Perseverance no es casual. Si queremos buscar evidencias de vida, debemos ir a un sitio favorable. En el cráter Jezero podría haber estado ese lugar: el delta de la desembocadura de un río. Pero, que haya evidencias de que el agua formó paisajes familiares, con sus ríos y valles, no implica que haya habido vida. Hay que buscar las evidencias.

 

 

 

 

Para la búsqueda, el Perseverance está equipado con Sherloc, un instrumento capaz de encontrar moléculas orgánicas. Sin embargo, debemos diferenciar entre “molécula orgánica” y “biofirma orgánica” o “biomarcador”. Las moléculas orgánicas podrían ser un indicio de vida, pero, cuidado: en realidad, pocas lo son. A éstas las llamamos biomarcadores.

 

 

 

 

Para entenderlo, pensemos en el petróleo. En los años 1930 el origen biológico del petróleo se debatía, hasta que el químico Alfred Treibs descubrió porfirina en los combustibles fósiles. Esta deriva de la clorofila y no podemos explicar su presencia sin la vida. Así, estudiando los biomarcadores (compuestos cuyo origen solo podemos atribuir a la vida), sabemos que el petróleo es lo que queda de ecosistemas de hace millones de años.

 

 

 

 

Si Sherloc encuentra moléculas orgánicas, debe evaluarse si son biomarcadores válidos. El problema es que ello implica asumir que el metabolismo terrestre es universal. Por ejemplo, si en Marte nunca hubo fotosíntesis con clorofila, nunca encontraremos la porfirina de Treibs como biomarcador.

 

 

 

 

Recogimos estos cristales de formiato, un compuesto orgánico, en un lago salino similar a los que pudo haber en Marte. El (improbable) hallazgo de estos cristales en Marte tendría gran impacto y en las redes sociales se extendería la idea de que hubo vida.

 

 

 

 

A diferencia de la porfirina, el formiato puede ser abiótico y no es un biomarcador. Sabemos que lo es, porque la verdadera biofirma es el desequilibrio químico con los otros componentes del lago. El estudio de biofirmas es difícil y requerirá el transporte de muestras a la Tierra.

 

 

 

 

¿Y si no se encuentran evidencias de vida?

 

Desde el punto de vista de la publicidad y la financiación, buscar indicios de vida es una buena estrategia. Es menos mediático, pero, que en Marte no haya vida, ni la haya habido, también sería una buena noticia.

 

 

 

 

Si Perseverance no encuentra indicios de vida, el público podría verlo como un fracaso. Sin embargo, la exploración de Marte siempre es un éxito, tanto por el conocimiento que nos aporta, como por las tecnologías derivadas. Disponer de un planeta en el que se reunieron las condiciones que (pensamos) propiciaron la vida, pero que esta se haya detenido en su inicio, sería un escenario único para entender el origen de la vida terrestre.

 

 

 

 

No es una idea descabellada. El rover Curiosity encontró materiales que pudieron ser claves en el origen de la vida, formando un escenario intacto durante millones de años, libre de los cambios provocados por una potencial biosfera marciana.

 

 

 

 

Es probable que no se encuentren evidencias de vida en Marte, y la pregunta seguiría sin respuesta (la ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia). Pero, si tomamos la idea de que en Marte nunca proliferó la vida, podríamos centrarnos en las condiciones que, pensamos, debieron darse para su origen. Si lo que encontremos encaja, ¿por qué no evolucionó la vida? ¿Faltaba algún ingrediente? ¿La dinámica de Marte no lo permitió? ¿Proliferó un tipo de vida distinto? Junto con el trabajo de laboratorio y lo que sabemos sobre nuestro planeta, quizá podríamos entender cómo empieza la vida y su evolución.

 

 

 

 

Si en Marte hubiera existido vida avanzada (y los ecosistemas bacterianos lo son), las preguntas sobre el origen de la vida seguirían abiertas. Sin embargo, un Marte sin vida podría ser la gran oportunidad para conocer nuestro propio origen.

 

 

 

 

Cesar Menor-Salvan, Profesor Ayudante Doctor. Bioquímica y Astrobiología. Departamento de Biología de Sistemas., Universidad de Alcalá

 

 

 

 

Fuente: El Nacional
Por: Maria Laura Espinoza
Twitter: @i_am_LauEz14

Por qué el 7 es el número más simbólico de todos

Posted on: marzo 13th, 2021 by Laura Espinoza No Comments

Ponte a pensar…

 

 

 

 

Lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado, domingo.

 

 

 

Pero también…

 

 

 

 

Do, re, mi, fa, sol, la, si. Siete notas musicales.

 

 

 

 

Rojo, naranja, amarillo, verde, cian, celeste o turquesa, azul, violeta. Siete colores del arcoíris.

 

 

 

 

Sajasra-ara (सहस्रार), agñá (आज्ञा), vishudha (विशुद्ध), anajata (अनाहत), mani-pura (मणिपूर), sua-adhisthana (स्वाधिष्ठान), muladhara (मूलाधार). Siete chakras en el cuerpo humano, según la teosofía.

 

 

 

Podríamos seguir.

 

 

 

 

Si bien es cierto que la razón de ser de los números desde su principio y hasta el final es práctica -contar ovejas o tomates-, también revelan patrones abstractos, y eso hizo que se volvieran objetos de profunda contemplación.

 

 

 

 

Cada número es significativo por sus propias razones, a veces asignadas, otras comprobadas: el 1, por ejemplo, es el más popular de todos como primer dígito (en un conjunto de datos alrededor del 30% de las cifras empiezan con 1) y el 5 en Medio Oriente repele el mal.

 

 

 

Sin embargo, cuando se trata de ser especial, el 7 merece un lugar privilegiado.

 

 

 

 

El preferido

 

Antes de hablar de los días de la semana, exploremos el número de ellos que hay.

 

 

 

 

Al parecer, el 7 es el dígito favorito.

 

 

 

Para su libro “Alex a través del espejo”, Alex Bellos lo quiso comprobar así que hizo un experimento lanzando por las redes la pregunta “¿Cuál es tu número favorito?”, y recibió decenas de miles de respuestas de todas partes del mundo.

 

 

 

Aunque le llegaron votos para todos los números del 1 al 100 y 472 votos para los números del 1 al 1.000, el predilecto sin lugar a dudas fue el 7.

 

 

 

 

En BBC Mundo quisimos comprobarlo. En un experimento muy poco científico, mandamos un email a los periodistas que estaban trabajando un día determinado, para tratar de confrontar tal afirmación.

 

 

 

 

Recibimos la respuesta de las 16 personas y 7 de ellas escogieron el 7, mucho más que otros dígitos, que como máximo lograron 3 seguidores.

 

 

 

Pero, ¿por qué?

 

“Cuando elegimos nuestro número favorito, es probable que nos decantemos por un número impar, pues nos parecen más interesantes”, le dijo Bellos a BBC Mundo.

 

 

 

“Los pares son más cómodos -2, 4, 6, 8…-, mientras que 3, 6, 9, eehh… ¿18? Nos hacen pensar un poco más. Y el 7 es más peligroso pues es la tabla de multiplicar más difícil”.

 

 

 

“De hecho, una de las pruebas de demencia o para personas que salen del estado de coma, es pedirles que partiendo de 100, empiecen a restar de 7 en 7, hasta llegar a 0”, cuenta.

 

 

 

“Lo hacen porque es mucho más difícil. 5 es fácil. Incluso si lo hicieran con 6 y 8, los números se repiten mucho más que con el 7, así que no sería igual de complicado”.

 

 

 

¡Difícil hasta si uno está en sus cabales!

 

 

 

Lo curioso, señala Bellos, es que incluso gente que dice odiar las matemáticas o que le parece imposible la tabla del 7, lo escoge como número favorito.

 

 

 

Pero no sólo es un número que gusta, sino que además tiene una larga historia de ser el elegido.

 

 

 

 

Simbólico por excelencia

 

“A lo largo de la historia, de entre todos los números, el 7 es en el que se ha depositado más simbolismo cultural, místico y religioso”, apunta el autor.

 

 

 

 

Los 7 mares (que han sido reales e imaginados a lo largo de los siglos y a través de las culturas), las 7 edades del hombre de Shakespeare, los siete metales de la Alquimia…

 

 

 

“Para mí, la razón de que le hayamos conferido más cualidades místicas gira en torno a su unicidad numérica”, declara Bellos.

 

 

 

Lo que ha pasado, explica, es que de alguna manera percibimos su singularidad entre los dígitos que puedes contar con tus… dígitos.

 

 

 

“El 7 es único entre los primeros diez números porque es el único que no puede ser multiplicado o dividido dentro del grupo”.

 

 

 

Mmm… ¿?

 

 

“Si multiplicas por 2 el 1, 2, 3, 4 o 5, el resultado es menos o igual a 10”, o sea que multiplicados por uno del grupo, no se salen de él.

 

 

 

“Los números 6, 8 y 10 pueden ser divididos por 2, y el 9, por 3”, y siguen interactuando sólo en su grupo de 10.

 

 

 

“El 7 es el único que no produce ni es producido. Es por eso que se siente especial… ¡porque lo es!”, exclama Bellos.

 

 

 

Tiene fama de ser el número de la suerte

 

 

 


¿Todos los días?

 

Todos los días los hemos contado.

 

 

 

La salida y puesta del Sol son eventos demasiado imponentes para que los pasáramos por alto, más aún cuando no sabíamos iluminar las noches.

 

 

 

La naturaleza los separaba y los humanos los marcábamos así fuera con muescas en un palo.

 

 

 

“Nuestros primeros calendarios estaban vinculados a los fenómenos astronómicos, como la Luna Nueva, de manera que el número de días en cada calendario variaba. Si se regían por la Luna, por ejemplo, los ciclos duraban 29 o 30 días, y así”, comenta Bellos.

 

 

 

“En el primer milenio a.C. los judíos introdujeron un nuevo sistema: decretaron que el Sabbat sería cada séptimo día ad infinitum, independientemente de las posiciones de los planetas”.

 

 

 

A diferencia de otras culturas, en hebreo los días de la semana no tienen nombres de dioses, festivales, elementos o planetas, sino números, con la excepción del sábado, Yom Shabbat (יום שבת) o día Sabbat.

 

 

 

De esa manera, explica, nos emanciparon de las leyes de la naturaleza, poniendo la regularidad numérica en el centro de la práctica religiosa y la organización social.

 

 

 

“La semana de 7 días se convirtió en la tradición calendárica ininterrumpida más antigua de la historia”.

 

 

 

¿Las razones?

 

El 7 ya era el número más místico cuando los judíos declararon que a Dios le tomó seis días hacer el mundo y el séptimo, descansó.

 

 

 

 

Otros pueblos más antiguos también habían usado períodos de siete días en sus calendarios, pero nunca repetidos eternamente.

 

 

 

“La explicación más comúnmente aceptada del predominio del 7 en el contexto religioso es que los antiguos veían siete planetas en el cielo: el Sol, la Luna, Venus, Mercurio, Marte, Júpiter y Saturno”, señala Bellos.

 

 

 

Los Babilonios fueron uno de esos pueblos que asociaron el número 7 con los cuerpos celestes. Por ello, algunos creen, se volvió importante marcar el séptimo día con rituales.

 

 

 

La semana de siete días atada a los astros fue adoptada hasta en el Lejano Oriente.

 

 

 

Pero puede haber otras explicaciones para su importancia simbólica.

 

 

 

 

¿Cuántos eran los pecados capitales?

 

Una de ellas es que los egipcios usaban la cabeza humana para representar el 7, porque hay siete orificios en ella: los oídos, los ojos, los de la nariz y la boca.

 

 

 

La psicología provee otra: “Seis días podría ser el período óptimo de tiempo que puedes trabajar sin descansar”.

 

 

 

“Además, siete puede ser el número más apropiado para nuestra memoria, es decir, el número de cosas que la persona promedio puede mantener en su mente simultáneamente es siete, más o menos 2”.

 

 

 

Y hay algo más que hace al 7 especial, según le dijo a BBC Mundo Bellos, y lo ilustró con un ejemplo algo peculiar.

 

 

 

“Piensa en los siete enanitos de Blanca Nieves… ¿por qué no seis? Serían suficientes -ni muchos ni pocos- pero se podrían separar 3 vs 3, o dividir en grupos de dos. Si son siete, los tienes que tomar como un grupo”.

 

 

 

 

“Para mí, eso hace que el 7 sea poderoso: hace que todos sean iguales”.

 

 

 

Fuente: El Nacional
Por: Maria Laura Espinoza
Twitter: @i_am_LauEz14