¿Dónde podemos hallar más verdades o, al menos, verdades de mejor calidad? ¿En las novelas? ¿En el arte? ¿En los sentimientos propios o ajenos? ¿En nuestras conversaciones con los demás? ¿Es la ciencia? ¿En la religión?
Sin duda es un debate interesante porque se manejan conceptos muy difíciles de definir. Por ejemplo, el de verdad «verdad».
¿Qué es la verdad?
En el habla cotidiana es tan fácil hacerse entender, y sin embargo en ámbitos más académicamente estrictos es una palabra vacía de significado en términos generales porque tiene diversas acepciones.
Está la verdad jurídica, la verdad sensible subjetiva, la verdad objetiva de un aparato de medición, etc. Pero ningun de ellas alude a la Verdad, en mayúscula.
Porque la única forma de conocer la Verdad es saberlo todo sobre todo, alcanzar el el Punto Omega, tener un metaconocimiento de la propia realidad (lo que nos obliga a salir del universo o de la realidad y contemplarla sin formar parte de ella… porque la mera contemplación es una interacción que altera la verdad).
Por eso en ciencia incluso prefiero usar la palabra «modelo»: se ha hallado un modelo explicativo que encaja con otros modelos explicativos y para el cual tenemos indexada la concatenación de evidencias que nos ha conducido a este él. Y, además, es reproducible por cualquiera.
Y ese modelo seguirá vigente hasta que alguien encuentre un error en el mismo y/o halle un modelo explicativo más preciso. Por eso el modelo newtoniano es verdad, y el modelo einsteniano también lo es… pero ¿qué modelo es mejor? Pues sabemos que es más completo el einsteniano, pero también que el newtoniano sigue siendo útil para objetos macroscópicos.
Verdades en la ficción
Dicho lo cual, puede entenderse que en el ámbito de literatura o de la ficción en general pueda hallarse una verdad. La que te permite penetrar en las elucubraciones de una persona, empatizar con ella, comprender que el mundo es un lugar mucho más complejo de lo que creías, que tus prejuicios eran solo eso, prejuicios, que a veces hay cosas bellas que te había pasado desapercibidas, y un largo etcétera.
Tal vez cuando yo afirmo que me fío más de la verdad científica simplemente estoy aludiendo a nivel epistemológico, por dos motivos.
El primero, porque la ciencia aborda temas infinitamente más simples y asequibles que las verdades de cualquier otro campo (incluso hay ciencias blandas que abordan verdades tan intrincandas que ni siquiera se consideran ciencias por muchos, como la psicología o la sociología). La ciencia se enfrenta a problemas que se pueden reducir fácilmente a fórmulas. Son en sí mismas reductibles a lenguajes unívocos, universales. Son hallazgos que podríamos compartir perfectamente con una civilización extraterrestre inteligente, porque son más obvias a los sentidos, cabe poca interpretación.
El segundo, porque podemos llegar a saber por qué sabemos lo que sabemos, cómo hemos llegado a ello, de forma clara y evidente para cualquiera que se someta a un adiestramiento básico. Por el contrario, la teoría marxista o el liberalismo económico se basa en premisas que no se pueden comprobar, en saltos de fe, más en ideologías que en evidencias. Las teorías científicas, por el contrario, excluyen esos factores todo lo que son capaces.
Así pues, una verdad científica es más robusta porque, aunque complejísimas, sus explicaciones en realidad son modelos simplificados de la realidad que resulta útiles a nivel operacional, pragmático. Por eso me puedo fiar más fácilmente de ellas. Por eso me parecen superiores o más válidas. Porque no son grandilocuentes, retóricas, bonitas, intuitivas, bellas… normalmente son ideas muy simples, humildes, autoconvencidas de que pueden ser sustituidas en cualquier momento, contraintuitivas y hasta feas, horribles. No siempre es así, pero el hecho de que sea así ya es muy significativo.
Las verdades más profundas de la ciencia ni siquiera son inteligibles por nuestro cerebro, sino que deben traducirse a fórmulas o lenguajes que solo permiten cierta aproximación práctica por parte del experto (y a veces ni siquiera eso), porque son verdades que ni siquiera pueden imaginarse, asumirse, pues excedente los límites cognitivos de nuestro cerebro… como el tratar de asimilar el número total de estrellas en el universo o el número de átomos que lo constituyen todo. Hasta el mismo pensamiento que ahora mismo permite que escriba estas palabras.
Fuente: Xataka Ciencias
Por: Maria Laura Espinoza
Twitter: @i_am_LauEz14