Cuando escuchamos hablar sobre los nazis y la Segunda Guerra Mundial, inmediatamente pensamos en los millones de judíos que fueron víctimas del más cruel de los crímenes y las discriminaciones, en aquellos sórdidos campos de concentración, con sus uniformes a rayas y sus rostros demacrados. Si bien este es uno de los horrores humanos más grandes de la historia, no fue el único del que Adolf Hitler es responsable.
Poco se ha dicho sobre las primeras víctimas del nazismo. Niños enfermos mentales y considerados “anormales”, fueron asesinado en un programa de eutanasia dictaminado por Hitler y llevado a cabo por sus médicos y científicos de confianza.
Operación T4
El término “eutanasia” (literalmente, “buena muerte”) se refiere usualmente a causar la muerte sin dolor de un individuo con una enfermedad crónica o incurable. En el uso nazi, sin embargo, “eutanasia” se refería a la matanza sistemática de los discapacitados mentales y físicos que estaban internados en instituciones, sin el conocimiento de sus familias.
Se piensa que el planeamiento del programa de eutanasia empezó en julio de 1939. En octubre de 1939 Hitler firmó una autorización secreta para proteger a los médicos, el personal médico, y los administradores que participaban en el programa de posibles procedimientos penales en su contra; esta autorización fue antedatada al 1 de septiembre de 1939, para sugerir que el programa de eutanasia estaba relacionado con medidas de guerra.
El nombre de clave de esta operación secreta era T4, en referencia a la dirección de la calle (Tiergartenstrasse 4) de la oficina que coordinaba el programa en Berlín. Seis instalaciones de gaseamiento fueron creados como parte del programa de eutanasia: Bernburg, Brandenburg, Grafeneck, Hadamar, Hartheim, y Sonnenstein.
Las víctimas del programa de eutanasia incluían originalmente niños y adultos con incapacidades o anomalías físicas o con enfermedades mentales. Los médicos de T4 seleccionaban pacientes para la muerte.
Estos médicos raramente examinaban personalmente a los pacientes en este proceso; a menudo basaban sus decisiones sobre los documentos médicos y los diagnósticos del personal de las instituciones donde las víctimas se hallaban internadas.
Los que eran seleccionados eran transportados por el personal de T4 a los sanatorios que servían como instalaciones centrales de gaseamiento. Les decían a las víctimas que iban a someterse a una evaluación física y tomar una ducha para desinfectarse.
En vez, eran asesinados en cámaras de gas usando monóxido de carbono puro. Sus cuerpos eran inmediatamente quemados en crematorios adyacentes a los edificios de gaseamiento. Las cenizas de las víctimas cremadas eran tomadas de una pila común y puestas en urnas sin preocuparse de la identificación correcta. Una urna era enviada a la familia de cada victima, junto con un certificado de muerte enumerando una causa y fecha de muerte ficticia.
La muerte imprevista de miles de personas hospitalizadas, cuyos certificados de muerte enumeraban causas y lugares de muerte extrañamente similares, dio lugar a sospechas. Eventualmente, el programa de eutanasia se convirtió en un secreto a voces.
Hitler ordenó parar el programa de eutanasia el 18 de agosto de 1941, dado el conocimiento público generalizado de la medida y la estela de protestas privadas y públicas sobre las matanzas, especialmente de miembros del clero alemán. Sin embargo, esto no significó el fin de la operación de las matanzas de eutanasia.
En agosto de 1942, las matanzas recomenzaron, aunque secretamente. Las víctimas ya no eran asesinadas en instalaciones de gaseamiento centrales, sino por inyección letal o sobredosis de drogas en varias clínicas dispersas por toda Alemania y Austria.
También muchas de estas instituciones privaban de comida sistemáticamente a las víctimas adultas e infantiles. El programa de eutanasia continuó hasta los últimos días de la Segunda Guerra Mundial, creciendo y llegando a incluir una amplia gama de víctimas: los llamados asociales, pacientes geriátricos, víctimas de bombardeos, y extranjeros que hacían trabajos forzados.
Durante la fase inicial de las operaciones, de 1939 hasta 1941, alrededor de 70.000 personas murieron en el programa de eutanasia. En el procedimiento del Tribunal Militar Internacional de Nuremberg (1945-1946), se calculó que el numero total de víctimas era de 275.000 personas.
El programa de eutanasia estableció el uso de las cámaras de gas y los crematorios para el asesinato sistemático. Los expertos que participaron en el programa de eutanasia fueron instrumentales en el establecimiento y la operación de los campos de exterminio usados después para llevar a cabo la “Solución Final”.
Finalizada la guerra, se intentó que la asociación entre medicina, psiquiatría y nazismo no fuera valorada ni recordada, los propios médicos intentaron ocultar el accionar de sus colegas por el gran desprestigio que su conocimiento público determinaría.
La comunidad médica y psiquiátrica alemana intento ocultar y olvidar, y la comunidad psiquiátrica internacional avalo, en la práctica, está decisión que permitió que muchos médicos asesinos bajo el nazismo continuaran ejerciendo su profesión e incluso muchos de ellos obtuvieran reconocimiento en Alemania o Austria e incluso internacional.
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