Una nueva biografía escrita por Fred Lawrence Giles indaga en asuntos hasta ahora menos conocidos sobre la protagonista de La comezón del séptimo año
Además, realizó un par de sesiones fotográficas y concedió algunas entrevistas en las que estaba relajada y dejaba entrever la poca importancia que le daba a la fama asociada a ser actriz. «Como persona, mi trabajo es importante para mí«, confesaba en una de ellas. «Mi trabajo es el único terreno en el que he tenido un lugar propio. Actuar es muy importante. Para decirlo sin rodeos, parece que tengo una superestructura, pero sin fundamento. Estoy trabajando en la base», daba a entender acerca de cómo a menudo era más valorada por su físico que por su esencia actoral.
El embarazo
Uno de los publicistas de la oficina que llevaba su comunicación, Arthur P. Jacobs, afirma que el 20 de julio Marilyn Monroe ingresó en el Hospital Cedars of Lebanon. Era uno de los hospitales más afamados de Los Ángeles y estaba situado en pleno Hollywood. La actriz entró con un seudónimo. «El ayudante de prensa se quedó en shock. Si Marilyn estaba embarazada de verdad, su estado mental debía ser inimaginable», relata el libro.
«Habían pasado tres meses desde su último encuentro íntimo con el presidente Kennedy y solo unas semanas desde la última vez con su hermano. Habría sido fácil asumir que el bebé que abortó era un Kennedy, pero también estuvo viéndose con otros hombres en primavera y en verano», se lee.
Los publicistas contaron que se había ido ese fin de semana a un lago. Después, ya el lunes 30 de julio Monroe llamó por teléfono a Bobby Kennedy. «No hay modo de saber si le llegó a contar que había interrumpido un embarazo», explica Giles en su texto. «Lo que sí sabemos es que pareció hundirse en una profunda depresión. A principios de julio, el doctor Greenson había comenzado a verla a diario y continuaría haciéndolo hasta su muerte».
Quedaban pocos días para ello. El 3 de agosto, cuenta el autor, «fue a su restaurante favorito, La Scala, con un par de amigos y Bobby Kennedy, que estaba en California con su familia». Esa noche la actriz estaba agitada, nerviosa. «Bobby había sido una parte importante de su vida sentimental durante dos meses y medio, pero bien podía haber traído a Ethel y a su familia a California para ayudarse a salir del error. Marilyn había derivado en una visión poco realista de la situación, creyendo que Bobby estaba disponible para ella de algún modo. Ahora el clan Kennedy la empujaba para que volviera a su sitio. Si estaba sintiendo que la posibilidad de una relación realmente seria con Bobby se estaba esfumando, eso ayudaría a explicar su mal humor de ese viernes a la noche».
Un documento de los archivos del Departamento de Justicia de los Estados Unidos recoge que Bobby Kennedy y su familia pasaron ese fin de semana en un rancho. Ubicados a unos 135 kilómetros al sur de San Francisco, el lunes el dirigente dio una conferencia en la ciudad. Es un documento «poco común», ya que normalmente no se recogen sus entradas y salidas, menos aún en situaciones personales. «No dice nada acerca de la tragedia que tiene lugar en Los Ángeles ese fin de semana. Pero ese documento sirvió para dejar oficialmente claro que Kennedy estaba lejos cuando se corrió la voz sobre lo ocurrido».
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