Lo primero que queda en evidencia luego de conocerse la propuesta hecha por el Departamento de Estado de Estados Unidos para resolver la crisis en Venezuela es que han estado pensando en el tema. Cualquiera podría decir que lo que ponen en la mesa no es muy original; sin embargo, en el ámbito de la negociación política es una salida lógica, que se ha aplicado en diversos conflictos.
Nadie ha dicho que se trate de un asunto fácil, porque si lo fuera, ya se habría solucionado. Hay demasiados aspectos que influyen en una decisión de este tipo y muchos matices que podrían ser objeto de subsiguientes negociaciones.
Pero como siempre, el régimen se ha apresurado a negarse a cualquier alternativa. Tampoco es una respuesta inesperada, porque está claro desde hace tiempo que ellos no tienen ningún interés en admitir sus culpas y mucho menos de ayudar a reconstruir el país.
Ahora Elliott Abrams, enviado especial de Estados Unidos para Venezuela, dijo este fin de semana en declaraciones al Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales que el país norteamericano sabía que Nicolás Maduro se negaría a aceptar la propuesta, pero que no estaba dirigida a él sino a otros personeros del régimen y miembros de la FANB. En sus palabras, la transición se dará aunque quizás“de manera más disruptiva y peligrosa”.
Si se hubieran dado un poco más de tiempo los del régimen, si tan solo se hubieran metido en la página del Departamento de Estado para leer con detenimiento los pasos de la propuesta, se habrían dado cuenta de que son los primeros beneficiados. Un punto que levantará mucha roncha entre los extremistas, pues es verdad que son responsables de crímenes de lesa humanidad que deben pagar. De eso no hay duda.
Pero el Departamento de Estado les presenta una salida al agobio que deben estar sintiendo ahora que son criminales buscados internacionalmente. Y la población que tanto ha sufrido, los familiares de las víctimas de la violencia chavista, no deben perder de vista que ese tipo de crímenes no prescribe. No es lo mismo el narcotráfico que las vidas que le deben a Venezuela.
Sin embargo, hay que estar claros, para que una salida como esta pueda ser aplicada, se necesita demasiada calidad humana en las dos partes que deben retirar sus intereses y darle paso al consejo de Estado. Y sabemos que el régimen carece de esta cualidad. Ya el presidente interino dio su visto bueno, y eso tampoco estaba en duda.
El reconocimiento de la Asamblea Nacional, la disolución de la constituyente, la ansiada liberación de los presos políticos, es lo que el país entero ha estado pidiendo por años. Nadie quiere una transición peligrosa. Está entonces en manos de esos otros personeros del régimen y del Alto Mando Militar evaluar la propuesta y que estos oficiales, si no es mucho pedir, recuerden que su misión es hacer respetar la Constitución.
Editorial de El Nacional