Gianmarco Romeo prefirió que su padre regresase a su Italia natal: “Vino a verme; tenía un año y medio sin verlo. Se tiene que ir porque es diabético y aquí no consigue las medicinas”. Después de dos semanas con el espacio aéreo de Venezuela cerrado por la pandemia del COVID-19, este jueves pudo viajar en un vuelo fletado por la Embajada de España.
“Estuvo aquí atrapado por 2 semanas. Me vino a visitar desde Sicilia. Iba a irse el 4 de marzo. Ha sido dificultoso, cambiaron todos los vuelos. Prefiero que se vaya allá”, dijo Romeo a Efe en el aeropuerto de Maiquetía, que sirve a Caracas.
Solo una fila de pasajeros, casi todos europeos, esperaba a hacer su chequeo en el aeropuerto vacío.
Venezuela, que hoy registra 107 casos de COVID-19 y un fallecido, canceló todos los vuelos con Europa el pasado 12 de marzo, cuando aún no había ningún positivo en el país, pero con el virus extendiéndose principalmente en Italia y España.
La Embajada de España organizó un vuelo que salió este jueves desde Caracas con destino a Madrid con casi 400 pasajeros: alrededor de 160 españoles y, el resto, viajeros de otros 22 países de Europa.
CIERRE DE FRONTERAS
Aferrados a su maleta, algunos con mochilas en las espaldas o tablas de surf enfundadas, todos con las mascarillas obligatorias puestas, entre los viajeros de una única fila, reinaban distintas emociones: preocupación, nervios, ansiedad.
Una pasajera con destino final en Bruselas dijo a Efe que se sentía triste, “con ganas de llorar, de llegar ya a casa”.
Española y venezolana, Gabriela Zara es estudiante de Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid y estaba en Caracas por motivos familiares cuando cancelaron su vuelo de regreso; tomó el avión de este jueves “por tener la seguridad de volar” ante el cierre general de las fronteras.
“Los vuelos comerciales van a tardar meses. Económicamente me ha costado, pero no ha salido tan mal. Conozco otros casos en Latinoamérica y Europa, y están varados y no consiguen vuelos de este precio. Superan los 7.000 euros. (Este) ha costado, aunque menos. Y la gestión ha sido organizada”, contó a Efe.
El vuelo, operado por la compañía Plus Ultra, tiene un costo por pasaje de 850 dólares, un precio que se suma, en el caso de muchos viajeros, al ya pagado previamente por sus billetes de avión. Muchos se quejaron a Efe de que las compañías no les han dicho si les reembolsarán su dinero.
DE LA PLAYA AL ENCIERRO
Paloma Oltra, madrileña, viajó para conocer el país junto a una amiga venezolana y el anuncio de la cuarentena la pilló en la playas de Chichiriviche, en la costa occidental.
“No hemos podido salir de casa. Tenía prevista la salida para el sábado pasado (21 de marzo). Me siento fatal, tengo ganas de llorar. Llevo dos días sin comer de la angustia que tengo, imagínate qué mal”, manifestó la madrileña.
“Esto de que te repatrían es mentira, porque he tenido que pagar pagar mi billete de vuelta a España y he perdido el otro”, se quejó, pese a que la Embajada explicó, desde el primer momento, que se trataba de un chárter que ponía a disposición de quienes, por diversas razones, necesitasen volar. Nunca habló de un viaje humanitario.
María Teresa Rodríguez de Morales, de visita familiar y con residencia habitual en Alcorcón (Madrid), aplaudió la iniciativa del Consulado español que la localizó, le hizo todos los trámites e incluso le ayudó con el chófer que la trasladó desde Barquisimeto (occidente del país), donde visitaba a su familia, hasta Caracas.
Tanto Oltra como Rodríguez de Morales contaron a Efe que la Embajada les facilitó un salvoconducto para poder moverse hasta el aeropuerto, ya que todo el país está lleno de controles policiales y militares para evitar la circulación de personas que no entren en las excepciones, como el personal sanitario o del sector alimentario.
Entre los viajeros también había quienes no estaban de turismo o de visita familiar, como un grupo de españoles de una empresa con sede en Venezuela, cuyos integrantes prefirieron no dar declaraciones, así como personal diplomático.
COLABORACIÓN EUROPEA
“Ha sido un trabajo en conjunto de todas las embajadas y estamos contentos que se haya solucionado este problema de gente varada en el país”, dijo el embajador español en Venezuela, Jesús Silva, en el aeropuerto de Maiquetía.
El diplomático explicó que en el vuelo también hay unos 50 venezolanos, todos residentes legales en España, y que el resto de viajeros “tomará vuelos de conexión con aviones especiales que se están fletando” al resto de Europa.
Silva, además, agradeció “al personal de la Embajada (de España), de otras embajadas y a las autoridades venezolanas que han facilitado la labor”.
En la comitiva diplomática también estaba el embajador de Francia, Romain Nadal, ya que 25 de los repatriados son franceses.
“Estamos muy agradecidos con España. Esto es un magnífico ejemplo de solidaridad europea aquí en Venezuela. Es un gran trabajo de coordinación”, dijo el diplomático francés.
A CASA
Al pasar un primer control, a los viajeros los esperaban varios funcionarios del aeropuerto cubiertos de pies a cabeza con un traje de protección blanco, gafas, mascarilla, guantes y un termómetro electrónico en la mano para comprobar que no tenían fiebre, uno de los síntomas del COVID-19.
Tras esta selección, el chequeo de maletas y el primer paso para volver al hogar, donde, por el momento, la mayoría de los viajeros llegarán para confinarse en sus casas, por orden del Gobierno de España o de sus respectivos países. Lo tienen claro y conocen muy bien la norma convertida en lema indiscutible: quédate en casa. EFE