China y Venezuela mantienen relaciones diplomáticas desde 1974. Tras la ascensión al poder de Hugo Chávez, en 1999, y Nicolás Maduro, en 2013, esos vínculos se han fortalecido mediante la firma de decenas de acuerdos, principalmente económicos. (Foto de archivo).
China mantendrá su cautela diplomática en torno al gobierno en disputa de Nicolás Maduro y no inyectará en el futuro inmediato recursos distintos a los previamente pactados entre Caracas y Beijing, coinciden expertos consultados por la Voz de América.
La cancillería china abogó este lunes por la suspensión de las sanciones “unilaterales” en contra de Venezuela y llamó a “crear condiciones necesarias para la estabilidad de su crecimiento económico”.
El pronunciamiento ocurre luego de que funcionarios de la Casa Blanca, como el representante especial de Estados Unidos para Venezuela, Elliott Abrams, advirtiera a los países que respaldan y se benefician de la permanencia de Maduro en el Palacio de Miraflores que tomarán “precauciones”.
El mismo Abrams había dicho en enero pasado que la influencia de China en Venezuela disminuye por las “preocupaciones” de la administración de Xi Jinping sobre el manejo económico y la corrupción de parte de funcionarios del gobierno madurista.
China y Venezuela mantienen relaciones diplomáticas desde 1974 y desde la ascensión al poder de Hugo Chávez, en 1999, y Nicolás Maduro, en 2013, esos vínculos se han fortalecido mediante la firma de decenas de acuerdos, principalmente económicos.
Kenneth Ramírez, analista de asuntos foráneos y presidente del Consejo Venezolano de Relaciones Internacionales, remarca que China apela a su fidelidad al principio de no intervención en asuntos de otros países, que prevalece en su diplomacia desde las llamadas guerras del opio del siglo XIX.
“China asumió una postura de ‘wait and see’, de ‘esperar y ver’. La ha mantenido hasta el presente, ya que observa un régimen que no solo no es capaz de hacer frente a sus compromisos crediticios, sino que comienza a exhibir problemas en la gestión de sus proyectos petroleros y, por si fuera poco, empieza a violentar el estado de derecho”, examina el experto en asuntos internacionales.
Ramírez, profesor de la Universidad Central de Venezuela, afirma que la cancillería china está consciente tanto del efecto político de Juan Guaidó, proclamado presidente interino con el respaldo de Estados Unidos y cerca de 60 países, como de que Maduro controla de facto el poder.
De allí, dice, deriva su prudencia y el cuidado de sus pronunciamientos sobre la situación interna del país. “Ellos saben que la situación en Venezuela se encuentra bastante inestable. Desde Beijing, están esperando y observando qué ocurre. Es una posición de prudencia”, juzga.
No espera que China materialice nuevos acuerdos económicos con el gobierno en disputa en un futuro inmediato hasta que no se despeje la crisis política interna, ni anticipa una batalla diplomática entre Washington y Beijing por la presidencia en disputa de Venezuela.
Ramírez tampoco anticipa que China arriesgue su interlocución con toda la región latinoamericana, históricamente diligenciadas a través de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, Celac, pretendiendo defender a Maduro o forzando sus opiniones sobre el caso venezolano.
“No veo un interés de China de sostener a Maduro. Lo que veo es un interés de buscar una relación nuevamente funcional con Venezuela”, comenta.
Observa que América Latina y Venezuela gozan de una posición relativamente “baja” en las prioridades de la política exterior de China, a pesar del repunte de su presencia económica.
Las primacías de su diplomacia, recalca, se centran en su vecindario asiático, y, luego, en Estados Unidos, Rusia, Europa y, finalmente, África y América Latina.
Comenta que las relaciones con Latinoamérica, y puntualmente con Venezuela, han crecido por el interés económico en áreas como el comercio, las inversiones y los proyectos de infraestructura.
“China ya es la segunda economía global y esto se ha ido traduciendo en una relación mucho más intensa con regiones periféricas, en concreto con África y América Latina, cuyo vector se centra en lo económico”, evalúa Ramírez.
Acota, eso sí, que las inversiones del gobierno chino se multiplicaron en los últimos 20 años, escalando de un 15.000 millones de dólares en el año 2000 a 300.000 millones de dólares en 2020.
El docente apunta que el fortalecimiento de los vínculos económicos entre Beijing y Caracas desde los tiempos del presidente fallecido Hugo Chávez Frías, entre 1999 y 2012, dio pie a una cercanía política, que persiste en el madurismo y se manifiesta en sus coincidencias en el plano multilateral.
Ramírez considera que Venezuela experimentó momentos políticos y económicos que adormecieron la relación con China: en 2014, al agudizarse la crisis y evidenciarse problemas de Miraflores para honrar sus deudas; en 2016, cuando la oposición a Maduro ganó el Parlamento; y en los años recientes, al ponerse en entredicho el respeto democrático del presidente en disputa.
Apoyo «cuidadoso» y sin nuevos recursos
Juan Eduardo Romero, especialista en Historia Contemporánea de América Latina, valora como “cuidadosa” la estrategia de política exterior contemporánea de China con respecto a la crisis política en Venezuela, aunque subraya que ello no erosiona la inversión asiática en el país.
Diagnostica que la China que preside Xi Jinping desde 2013 mantiene intactos sus intereses e inversiones en la Faja Petrolífera del Orinoco –con 1.360 millardos de barriles de crudo en reservas-, proyectos siderúrgicos y de explotación de minerales como el oro, el carbón, el aluminio y el hierro.
El presidente en disputa de Venezuela anunció en julio de 2019 que la empresa china Huawei ayudaría a su administración a instalar tecnología 5G para mejorar las comunicaciones en el país.
Pero, en septiembre pasado, se conoció que la empresa China National Petroleum Corporation, suspendió las operaciones petroleras que mantenía en Venezuela a través de su filial Sinovensa.
“No creo que China abandone el espacio geopolítico de la inversión. China no se ha retirado de Venezuela y no ha dejado de apoyar a Maduro, pero no ha inyectado nuevos recursos”, expone Romero, integrante del Partido Socialista Unido de Venezuela.
Recuerda que el gobierno de Hugo Chávez creó en 2008 el Fondo Chino Venezolano para financiar al menos 200 proyectos de inversión, al que inicialmente se inyectaron 10.000 millones de dólares.
Maduro viajó en 2017 a China para solicitar un crédito adicional a ese fondo, que aún se discute, resalta Romero, profesor de la Facultad de Humanidades de la universidad venezolana del Zulia.
“Han invertido en telecomunicaciones, en el área petrolera y en la minera. Esos acuerdos están ahí. Por esa política exterior de contención y de cuidado, no han terminado de concretarse. Tiene que ver con ese análisis de ver cómo corre el río en el conflicto geopolítico de Venezuela”, profundiza.
Calcula que Beijing continuará expresando su “preocupación constante” hacia las posturas de países como Estados Unidos ante la crisis venezolana, aunque, cree, lo hará con el celo de no escalar los niveles de cooperación ya pactados entre Beijing y Caracas.
Para Romero, es vital comprender la dimensión geoeconómica de China bajo la tutela de Xi Jinping. Cita su libro La gobernación y administración de China, tomos 1 y 2, para reivindicar la revitalización económica de su nación mediante la reforma, la apertura y la modernización.
Ese nuevo modelo de amplitudes crediticias, condiciones favorables para sus socios y la extensión de sus bases productivas buscan “el máximo desarrollo económico” de China con el fin de superar, esta década, el Producto Interno Bruto de su máxima competencia mundial, Estados Unidos.
Cree que, por ello, la administración Trump ha respondido con un acuerdo comercial con sus vecinos, México y Canadá, y renegociando los aranceles comerciales con la misma China.
Beijing, estima el historiador, no tiene interés de generar una nueva fricción con Washington por Venezuela, que se sume a sus roces históricos por la llamada nueva Ruta de la Seda –vía de transporte ferroviario de mercancías y pasajeros entre Europa y Asia-, la construcción del Canal de Nicaragua con mano de obra china y la creación de islas artificiales en el Mar Chino Meridional.
“No vamos a ver un pronunciamiento abierto de China a menos que la escalada de controversia entre Venezuela y Estados Unidos llegue a una situación casi de pre guerra”, augura.
Recuerda que la diplomacia china está tinturada de filosofías religiosas como el taoísmo, que procuran el respeto por la paz, la amistad, la armonía y la cooperación con todos los países.
Menciona que China abraza la filosofía de lucha contra la corrupción interna y externa y no descarta que sea uno de los argumentos que expliquen la congelación de nuevas inversiones en Venezuela.
Romero insiste, empero, en que las relaciones de China con el gobierno en disputa de Maduro siguen siendo “muy fuertes” y se caracterizan por “inversiones muy significativas”.
Gustavo Adolfo Soto, politólogo de la Universidad Rafael Urdaneta, duda que China adelante una estrategia de política exterior agresiva para pujar por la estabilidad de Nicolás Maduro.
“El gobierno de Maduro es un gran aliado comercial de China, pero tengo la percepción de que China ha buscado otras alianzas, excluyendo a Venezuela. No veo mayor interés”, analiza.
Coincide en que la posición de Beijing es “más cautelosa” que la de otros socios de Venezuela, como Rusia, cuyo canciller, Serguéi Lavrov, visitó Caracas días luego de que Estados Unidos diera tratamiento de jefe de Estado a Juan Guaidó, presidente del Parlamento, en Washington.
Soto cree que la deuda de la administración Maduro es uno de los principales hilos conductores, sino el más, de las posturas diplomáticas chinas de los últimos años. Matiza al aclarar que existe opacidad sobre cuánto debe Venezuela a China por los acuerdos firmados por Chávez y Maduro desde 2000.
“Nadie sabe a ciencia cierta cuáles son esos niveles de endeudamiento. No hay cifras oficiales. Se estima que sean 60.000 millones de dólares”, apunta.
Subraya que China utiliza la economía y el comercio para la expansión de su influencia, con créditos que, dice, superan hasta los préstamos totales del Banco Mundial.
“Siempre han sido muy cautelosos”, enfatiza el académico, concluyendo que esa estrategia diplomática está lejos de cambiar en cuanto al futuro inminente de Maduro, Guaidó y Venezuela.
Voz de América
Gustavo Ocando Alex