Una alimentación balanceada y rica en micronutrientes durante los primeros tres años de vida y el embarazo previo determina el 70 % del proceso de desarrollo cerebral, indicó este jueves en entrevista con Efe el doctor Luis Barbeito, investigador del Instituto Pasteur de Montevideo.
El doctor en Neurofarmacología indicó que «los estados de carencia nutricional durante el neurodesarrollo dejan secuelas que se ven en trastornos de las funciones ejecutivas del cerebro», como en «la toma de decisiones, la capacidad de atención y de abstracción y algunos tipos de memoria importantes para el aprendizaje».
Estas «secuelas» pueden observarse en décadas posteriores al nacimiento y pueden manifestarse en problemas de salud mental, de metabolismo y en los procesos de conducta.
Barbeito precisó que Uruguay y los países que no presentan desnutrición máxima se enfrentan al déficit de micronutrientes, y entre ellos, puso énfasis en la carencia de hierro expresado en la «anemia ferropénica», que alcanza al 30 % de las mujeres gestantes y un gran porcentaje de la primera infancia, según el especialista.
Para Barbeito, el hierro es muy importante ya que forma parte de los glóbulos rojos que llevan oxígeno al cerebro, está implicado en la formación de mielina que recubre los axones neuronales y permite la transmisón sináptica, y por tanto, de ella depende el funcionamiento neuronal; y en la producción de neurotransmisores.
De los micronutrientes, como la colina, el omega 3, complejo b y los metales, Barbeito también puso acento en el ácido fólico, necesario para la formación del sistema nervioso y cuya carencia durante el embarazo puede resultar en malformaciones como la espina bífida.
«Lo nutricional nunca está aislado, -salvo que tengamos una enfermedad que afecte la absorción de alimentos- siempre está contextualizado en un ecosistema del medio de desarrollo, que es bastante más complejo», apuntó.
En este sentido, indicó que el estatus socioeconómico, la inclusión social, la conformación de la familia, la educación y la vivienda, enfermedades previas, entre otros, son aspectos que influyen en el proceso de desarrollo neuronal.
Según el investigador, existe evidencia científica que demuestra que la elección de alimentos de los sujetos está determinada por las experiencias de la primera infancia, es decir, si el infante estuvo sometido a «adversidades» durante el neurodesarrollo, «aumenta el riesgo de enfermedades mentales y metabólicas como la obesidad».
«La mayor revolución que puede haber hoy en el planeta es que el 100 % de los niños que vengan al mundo tengan la mayor capacidad cerebral posible: capacidad física e intelectual, capacidad de aprender, de controlar sus emociones, sus relaciones humanas», expresó.
Consideró que muchas veces es la «resiliencia» de los niños lo que les permite seguir adelante, aunque el camino «se hace cuesta arriba, lleva más tiempo, más gastos sociales y los tiempos educativos son más largos».
Efe entrevistó al especialista en el marco de la 9º edición del Simposio Internacional de Innovación y Desarrollo de Alimentos (INNOVA), que contó con la ponencia de 24 especialistas de 10 países y se celebró en el Laboratorio Tecnológico del Uruguay (LATU), en Montevideo.
EFE