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Rafael Ramírez: “Maduro está destrozando el país. Se le acabó el tiempo”

Posted on: febrero 7th, 2019 by Laura Espinoza No Comments

 

 

El expresidente de Pdvsa carga contra la deriva del régimen: «Han perdido el fervor popular, nadie los apoya. Se autoproclamó como hijo de Chávez e hizo todo lo contrario»

 

 

Fue el zar venezolano del petróleo durante más de una década. Expresidente de la compañía estatal Pdvsa y ministro del Petróleo, Rafael Ramírez (Pampán, 55 años) defiende sin matices el legado de Hugo Chávez. Su sucesor, Nicolás Maduro, le nombró vicepresidente económico, pero el exdirigente rompió definitivamente con su Gobierno en 2017. Ahora está en un lugar de Europa que, por seguridad, prefiere no revelar. En entrevista con EL PAÍS, a través de Skype, carga contra la deriva del régimen y rechaza las acusaciones de corrupción formuladas tanto por el oficialismo como por la oposición.

 

 

Pregunta. ¿Qué está pasando en Venezuela y por qué?

 

 

Respuesta. El país está al borde de un abismo, fundamentalmente porque la situación de Maduro es insostenible. Ha hecho que confluyan todos los elementos de la tormenta perfecta. Ha violado la Constitución, ha abusado de su poder, se ha convertido en un Gobierno autoritario, ha cerrado todas las válvulas del juego democrático, ha actuado con mucha violencia, pero además ha sido un incapaz en la gestión gubernamental, en particular económica. Ha cumplido su propósito de destruir a Pdvsa y no se ha dado cuenta de que Pdvsa tumba Gobiernos, que es el eje fundamental de nuestra economía. El 96% de nuestros ingresos provienen del petróleo. Creo que estamos ante una grave coyuntura, un país con dos presidentes que se autoproclaman y los dos están violando la Constitución.

 

 

P. Usted le vio actuar de cerca. ¿Qué intentará Maduro para mantenerse?

 

 

R. Ellos han perdido el fervor popular, nadie los apoya. La gente va a las marchas obligada. Sobre todo entre los funcionarios del sector público, hay unas listas de persecución. Se hacen llamadas, se mandan correos. Es evidente que el sector mayoritario, por lo menos en la calle, está, yo no diría que a favor de Guaidó, aunque por supuesto que él ha canalizado todo esto, pero está sobre todo a favor de que Maduro se vaya, de que salga del país. Lo único que le queda es seguir recurriendo a la represión y está escondido tras los pantalones de las fuerzas armadas.

 

 

P. ¿Y existe la posibilidad de que la cúpula militar le abandone?

 

 

R. Yo conozco a la mayoría de esos oficiales que están al frente, no tanto en la cúpula, sino en los mandos militares, que son realmente los que tienen el control de las tropas. Ellos están impregnados de una doctrina muy constitucionalista. Chávez logró después del golpe de Estado de 2002 desterrar el golpismo de las fuerzas armadas, pero nuestros muchachos saben que la Constitución no puede ser violada y creo que en algún momento cuando el juego político siga trancado, ellos se van a dar cuenta de que tienen que dar un paso al frente y restituir el hilo constitucional como lo hicieron en el 2002. No tienen por qué inmolarse defendiendo a Maduro porque no solo está actuando al margen de la Constitución, sino que ha cometido graves violaciones de derechos humanos.

 

 

P. Conoció a ambos, a Chávez y a Maduro. ¿A qué atribuye esta deriva?

 

 

 

R. Maduro se autoproclamó como hijo de Chávez y comenzó a hacer exactamente lo contrario. Yo mantengo que una cosa es el madurismo y otra el chavismo. Pero hay que ver los hechos. Ha destruido nuestra industria petrolera, es su culpa, su responsabilidad, y la ha destruido en apenas cuatro años. Ha destruido nuestra economía. Además, Maduro, sobre todo después de su anuncio del 16 de enero, ha tratado de implantar a la fuerza un paquetazoeconómico que sería la envidia de cualquier programa neoliberal en el mundo. No hay pasión, la gente sabe que Maduro no representa a Chávez. Lo que ha pasado es que ha invertido mucho dinero en establecer mecanismos de control social, que jamás Chávez lo hubiera hecho, como el tema de la caja CLAP, el tema del carné llamado de la patria, los bonos. Ha creado una estructura que no tiene nada que ver con el chavismo.

 

 

P. Usted ha sido acusado de corrupción en Pdvsa.

 

 

R. Es evidente que es una persecución. Ahí coincide el madurismo con la extrema derecha y atacándome a mí se ataca la gestión petrolera junto al presidente Chávez. Comencé a recibir acusaciones de Maduro en el mismo momento en que rompí políticamente con su Gobierno. Por otra parte, Pdvsa es gigantesca, más de 324 empresas y filiales con una organización muy compleja y nadie puede suponer que yo sea responsable de lo que haga cualquier presidente de esas filiales o cualquier gerente. Eso es un principio de gobierno corporativo. Nuestra empresa es la empresa de Venezuela más auditada. Esta gente no encuentra nada que me incrimine. En este momento hay más de 100 gerentes secuestrados, no tienen derecho a juicio, no han tenido ni una audiencia. Gente que tiene más de cinco años presos sin audiencia. A Nelson Martínez lo dejaron morir.

 

 

 

P. ¿Concede, entonces, que durante su gestión empezara el expolio de la petrolera aunque usted no estuviera al tanto?

 

 

 

R. Es un tema que no es exclusivo de Pdvsa y no es exclusivo del periodo chavista. ¿Vamos a ver qué ha pasado con el control cambiario? El gran desfalco del país ha estado en el sistema cambiario, en el sistema de importaciones, los Ministerios de Obras Públicas e Infraestructuras.

 

 

P. ¿Puede agotarse la gasolina después de las últimas sanciones estadounidenses?

 

 

 

R. Las sanciones norteamericanas realmente no deberían tener un altísimo impacto sobre Pdvsa si estuviera bien dirigida. Ahora está produciendo apenas un millón de barriles. De ese millón, 200.000 son para el mercado interno y 800.000 para exportar. De eso, dados los préstamos y las deudas con China y con Rusia, fundamentalmente, van al mercado norteamericano 350.000 barriles. Eso se puede colocar tanto en el mercado de crudo pesado en la India, en China, donde sea. Eso no debería ser un problema. Lo que sí es un problema es que mientras hace un discurso antiimperialista, el 80% de los combustibles y la nafta son importados de EE UU. Eso sí va a ser un problema. Nuestro país tiene unos 10, 12 días de reservas, pero siempre que las refinerías estén operativas. El problema es que están al máximo al 30% de capacidad.

 

 

Ramírez hace un paréntesis tras criticar cualquier plan de privatización de la compañía. «Quiero aprovechar para agradecer al pueblo español la manera en cómo ha acogido a miles de venezolanos que están allá», señala. «Conozco de manera directa la actitud del pueblo español que, a diferencia del comportamiento de otros países en la región, han acogido los venezolanos con afecto. Mi agradecimiento al pueblo español y a sus instituciones».

 

 

P. ¿Habrá una transición?

 

 

R. Primero tiene que salir Maduro. No solamente porque tiene su propio plan, sino porque actúa ilegalmente. Él se autoproclamó también como presidente en base a unas elecciones diseñadas por él para ganar él. Es una elección arreglada por Maduro. Tiene que salir, porque está destrozando el país y va a seguir destrozando el país y ya se le acabó el tiempo. Maduro tiene cinco años engañando el país. No tiene ni idea de salir de este abismo. La oposición de la extrema derecha tampoco. Ellos solos no van a poder levantar el país. En este momento el daño es tan profundo que va a hacer falta un acuerdo de unidad nacional en base a unos diez puntos en los que nos pongamos de acuerdo para que podamos en conjunto levantar el país y luego vamos a elecciones. El país no está listo para elecciones mañana. Hay cuatro millones de venezolanos fuera del país, no hay institucionalidad, no hay CNE [Consejo Nacional Electoral], no hay ningún poder. Maduro no va a dejar el poder, Guaidó tampoco porque el grupo que representa a Guaidó incluso les jugó adelantado a sus propios partidarios de la oposición.

 

 

P. Defiende a Chávez pero, según su relato, se equivocó en al menos una cosa, que fue señalar a Maduro como sucesor.

 

 

R. Sin lugar a duda.

 

 

P. ¿Qué sucedió?

 

 

R. Yo estaba allí. Fui testigo de la tremenda presión que ejercieron los cubanos para dejar a Maduro en el poder.

 

 

P. ¿Es posible que un sector pragmático le dé la espalda?

 

 

R. Yo no creo que vayan a hacer nada. Están decididos a imponer su modelo, que no sé cómo llamarlo, porque no es de izquierda, no es socialista, y tampoco es capitalismo avanzado.

 

 

 

P. ¿Quisiera volver a la primera línea de la política?

 

 

 

R. Claro. Es lo que yo quiero. Si Maduro me dejara ir por las calles de mi país, los sectores petroleros, ir con el pueblo, le arrebato el control que tiene ahora del chavismo. No es capaz de ir a un debate conmigo.

 

 

 

EL PAÍS

FRANCESCO MANETTO

Para comer y subsistir

Posted on: febrero 7th, 2019 by Laura Espinoza No Comments

La nueva etapa de la lucha contra la usurpación se ocupa de un asunto fundamental para la sociedad venezolana: la comida y los alimentos que la dictadura ha negado a la población muerta de hambre y doliente en la atención de sus enfermedades. Ahora los líderes tocan un punto fundamental, que no solo se aferra a un asunto que concierne a la sociedad venezolana, sino también a la comunidad internacional, porque pone en un aprieto gigantesco a los detentadores del poder.

 

 

Como son evidentes las carencias de alimentación y vivienda que se padecen en Venezuela, el nuevo liderazgo las utiliza como arma de combate. Dada la magnitud del problema, la Asamblea Nacional, los partidos y las agrupaciones políticas que la apoyan han querido colocarla ahora en la vanguardia de la batalla por la expulsión del usurpador. Se ubica así en primer plano una de las falencias de envergadura que distinguen a la dictadura, se da relevancia a uno de los peores males que ha causado a pesar del manejo de inmensas cantidades de dinero dilapidadas por la ineptitud o pérdidas en el pantano de la corrupción. ¿No es un capítulo notable de los planes cada vez más exitosos del presidente Juan Guaidó y de su talentoso equipo?

 

 

Ha conmovido a la opinión internacional, cuyos gobiernos se volcarán en el envío de insumos para paliar la hambruna y la desasistencia hospitalaria. Si antes se conocían tales males, ahora forman parte de un movimiento de solidaridad internacional que les da un volumen aturdidor. Estamos frente a una solidaridad esperable de los pueblos de otras latitudes, desde luego, pero también ante la utilización de un arma letal contra la usurpación. Sus injusticias quedan al descubierto en todo su brutal tamaño, para que no solo los nacionales sino también los extranjeros clamen por su desaparición.

 

 

 

La dictadura no tiene posibilidad de salir airosa del trance. Va a impedir la entrada de la comida y de las provisiones médicas porque, si se queda con los brazos cruzados, confirmará la mengua que se denuncia. Pero ¿cómo hará para impedir la pérdida del mínimo respaldo que hasta ahora tiene?, ¿utilizará elementos armados para la continuación de una clausura que la mayoría de las democracias del mundo quiere acabar?, ¿persistirá en la propaganda sobre las amenazas del imperialismo yanqui que solo provoca carcajadas, o sobre una guerra económica sin sostén en la opinión pública? Tales son los rompecabezas de los secuaces del usurpador, a cuya soldadura los reta una dirigencia cada vez más inteligente y atrevida.

 

 

No la tiene fácil el usurpador, porque la oposición ha preparado un plan de acción que no parecía probable hace poco, pero que se ha convertido en lo más parecido a una avalancha capaz de mover cielo y tierra para el logro de su cometido, para borrar al usurpador de la faz de la tierra venezolana. Pero la ciudadanía debe estar presente en este nuevo capítulo de la lucha, en esta admirable escaramuza de la lucidez contra la brutalidad, de la inteligencia contra la estupidez. Que la llegada de los alimentos y las medicinas cuente con caudalosa compañía popular, por consiguiente.

 

 

Editorial de El Nacional

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