Los votantes han demostrado su voluntad de democracia. Los obstáculos son principalmente la incapacidad de las autoridades afganas y la política estadounidense de apaciguar a los talibanes, dice Florian Weigand.
¿Es posible la democracia en Afganistán? En lo que respecta a los votantes afganos, esta pregunta se puede responder con un rotundo sí. Las fotos de nuestros corresponsales en la zona y los medios de comunicación afganos muestran largas colas frente a los centros de votación. Más de tres millones de los 8,8 millones de votantes registrados habían emitido sus votos el sábado por la noche, al término de la primera jornada electoral, según las cifras oficiales. Este es un número considerable, teniendo en cuenta la violencia anunciada por los Talibanes y la caótica organización.
Sobre todo se amontonaban frente a las urnas los jóvenes de las ciudades, sin miedo a decirlo abiertamente ante las cámaras. Cualquier persona que hoy tenga 18 años y se le permita votar, tenía solamente un año cuando el régimen talibán fue derrocado y ha pasado la mayor parte de su vida en una democracia. Extremadamente inestable, pero aún así democracia. Incluso este vago panorama de participación política parece estar surtiendo efecto y ser una esperanza para el futuro.
Las autoridades han fracasado en muchas cuestiones
¿Es posible la democracia en Afganistán? En lo que respecta al trabajo y la motivación de los funcionarios y las fuerzas de seguridad, es algo más que cuestionable. Probablemente nunca será posible determinar cuántos afganos querían votar, pero tuvieron que volverse a casa debido a la incapacidad y los fallos de los organizadores. Casi un tercio de los centros de votación permanecieron cerrados el sábado. Una razón aducida fue que la identificación biométrica de los votantes no funcionó. Por eso, en 400 distritos electorales se amplió el plazo para votar al domingo. Por otro lado, en toda la provincia central de Ghazni afgana central, no se pudo votar en absoluto. No por los talibanes, sino porque las autoridades no pudieron ponerse de acuerdo sobre la distribución de los distritos electorales.
Tampoco se sabrá cuántas personas se quedaron en casa por temor a los ataques talibanes. En alrededor de doscientos atentados con bombas, cohetes y proyectiles de mortero los islamistas mataron el día de las elecciones a más de 30 personas e hirieron a unas 130. Unos 70.000 soldados y policías fueron desplegados con motivo de las elecciones. Pero incluso en la muy protegida capital Kabul no se pudieron evitar los ataques. Tampoco el asesinato del jefe de la policía de Kandahar, dos días antes de la elección. En la metrópolis del sur de Afganistán, por tanto, no se podrá votar hasta dentro de una semana, cuando se espera que la situación se haya calmado. Una muestra de la debilidad de unas fuerzas de seguridad que dan pocas esperanzas de futuro.
Estados Unidos deja a los a los talibanes fortalecerse
¿Es posible la democracia en Afganistán? Por lo que a los aliados del gobierno afgano respecta, el panorama parece bastante sombrío. El 12 de octubre, el representante especial de los Estados Unidos para Afganistán, Zalmay Khalilzad, se reunió con representantes de los talibanes sin la participación del gobierno afgano. Por supuesto, para los estadounidenses, los talibanes están torpedeando el desarrollo democrático en el país. Sin embargo, están dispuestos a aceptar esta circunstancia como un atajo para alcanzar la paz y la consiguiente retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán. Con ello, Estados Unidos pone palos en las ruedas a la democracia en Afganistán.
Los votantes afganos han demostrado que están dispuestos a levantar la voz por la democracia en su país, a pesar de todas las dificultades. Hasta la próxima cita con las urnas, en la primavera de 2019, tanto el Estado como sus aliados tienen mucho que hacer. Y que mejorar. Para entonces están fijadas las elecciones presidenciales en Afganistán.
DW