El heredero de Aznar vence a la heredera de Rajoy por un 57% de los votos
Pablo Casado, durante su intervención en el congreso del PP, este sábado AFP
El heredero de Aznar ha vencido a la heredera de Rajoy. Pablo Casado (Palencia, 1981) es, desde este sábado, el nuevo presidente del PP y futuro candidato del partido a La Moncloa. Casado ha obtenido un triunfo mayor de lo esperado al lograr 1.701 (57,2%) de los 2.973 votos emitidos, frente a los 1.250 (42%) de Soraya Sáenz de Santamaría. El hasta ahora vicesecretario se ha impuesto a su rival después de sumar a su candidatura a los aspirantes que no pasaron el primer corte de las primarias: María Dolores de Cospedal, José Manuel García Margallo, José Ramón García Hernández y Elio Cabanes. Su victoria anticipa un viraje hacia la derecha: durante la campaña, Casado ha propuesto medidas como regresar a la ley del aborto de 1985 (de supuestos) y convocar una convención específica sobre principios y valores para rearmar ideológicamente al partido. “Tenemos que ser todo a la derecha del PSOE”, declaró en una entrevista a EL PAÍS. «No puede aspirar a liderar el partido alguien que no está orgulloso de su pasado. Yo lo estoy de José María Aznar, de Mariano Rajoy y de Manuel Fraga», ha dicho hoy en su discurso ante los compromisarios, tras defender «sin complejos» políticas conservadoras sobre «la vida y la familia». «El PP ha vuelto», ha declarado después, al subir al escenario ya como ganador de las primarias.
En su primer discurso como presidente del partido, Casado ha apostado por un nuevo «contrato con España» que permita reforzar la Constitución y «reformar el Código Penal» para combatir el desafío secesionista conectando con lo que llama «la España de los balcones» [por las banderas]. Una de sus propuestas de campaña fue la de ilegalizar a los partidos independentistas con la filosofía de que es mejor prevenir que curar.
Casado ha mostrado un perfil ideológico conservador en asuntos como la eutanasia, el aborto y la familia, y ha subrayado una y otra vez el discurso antisoberanista. Criticó durante la campaña la Operación Diálogo de su rival, sabiendo que, por extensión, suponía criticar también la gestión de Mariano Rajoy, que este viernes se reivindicó en su discurso. El nuevo líder del PP quiso desembarazarse de esos reproches al alabar este sábado la «firmeza» con la que el expresidente había «afrontado el desafío».
También rechazó que “ser mujer” fuera “un mérito” o un “argumento electoral” y esa es la opinión que se ha impuesto en el congreso del PP.
Los resultados oficiales tras la votación en el Congreso Nacional del PP.
«Os ruego que no le preguntéis a nadie a quién ha votado. Hoy nadie ha perdido, solo gana el partido», ha insistido el nuevo presidente de los populares después de unas semanas de tensión en las que el partido ha demostrado que no es el bloque monolítico que se presumía.
Rechazó hasta el último minuto integrarse en la lista de la exvicepresidenta pese a que desde esa candidatura insistían en que esa actitud suponía profanar el mantra del “que gobierne la lista más votada”, al que el PP se ha agarrado para luchar contra la pérdida de gobiernos municipales y autonómicos. En el discurso de la victoria, ha insistido en la propuesta de reforma de la ley electoral a la griega, de forma que dé un bonus de 50 diputados al ganador —en un Congreso que tendría 400 escaños— para incrementar la estabilidad del sistema político y evitar que los nacionalistas sean fundamentales para gobernar. Grecia tiene un sistema parecido, que no ha impedido un reguero de elecciones e inestabilidad durante los últimos años de Gran Crisis.
Cuando le acusaron de fomentar “pactos entre perdedores”, en alusión a los descalificados en la primera vuelta, explicó que las normas que se habían dado eran elegir al sucesor en una doble vuelta y él quería jugar “hasta el final” del partido. Sabía que Santamaría contaba con la asistencia de grandes fontanerosdel partido, como Javier Arenas, y que su cuartel general, Andalucía, es la comunidad que más compromisarios aportaba a la votación. Pero sabía también que tenía opciones, como ha demostrado este sábado. Esta ha sido, también, una de las primeras derrotas de Arenas entre bambalinas.
Casado fue jefe de gabinete de José María Aznar durante dos años y vicesecretario de comunicación con Rajoy durante casi tres. Durante la campaña fue hábil y agresivo. Fue el primero en ir a visitar al talismán, Alberto Núñez Feijóo, con el que todos los candidatos querían hacerse una foto por ser el sucesor favorito antes de que decidiera retirarse en el último minuto. Logró atraer su atención, aunque finalmente el presidente gallego no se atreviera a manifestarle públicamente su apoyo antes de la votación. «Estoy contento. Ha salido bien», declaró el presidente gallego tras conocer que era el ganador. «Ahora, a coser».
El nuevo presidente del PP había pedido un debate de ideas con su rival que nunca llegó a producirse: la exvicepresidenta creía que ese enfrentamiento público entre compañeros perjudicaría al partido y el comité organizador tampoco mostró especial entusiasmo por la iniciativa. “La soberbia no hace ganar congresos, pero sí perder elecciones”, le dedicó Casado cuando esta argumentó que “personalmente” le vendría muy bien debatir con su contrincante “para contrastar la experiencia de cada uno”.
Le debía favores a los exministros del Gobierno que se posicionaron en contra de su antigua compañera de gabinete (Isabel García Tejerina, José Manuel García-Margallo, José Manuel Soria, Rafael Catalá, Dolors Montserrat, María Dolores de Cospedal, Juan Ignacio Zoido…) y al equipo de campaña que se dedicó a hacer “barridos” para saber, compromisario a compromisario, con cuántos apoyos contaban, como Teodoro García. Todos, salvo el exministro de Industria, forzado a dimitir por los papeles de Panamá, y la exsecretaria general están en la lista de la nueva cúpula del PP que propuso antes de la votación de este sábado. Casado no quiso revelar el nombre de su nuevo secretario o secretaria general. Santamaría había propuesto a Fátima Báñez.
Ha prometido integrar a partir de ahora a la exvicepresidenta y parte de su equipo. Pero no será fácil. Como decía un miembro de su campaña, “ha habido matarifes en los dos bandos”. Las primarias han descubierto fisuras en el PP, convertidas en brechas tras un cruce de declaraciones subidas de tono. El ganador tiene un objetivo claro a largo plazo: recuperar terreno ante la pujanza de Pedro Sánchez de cara al apretado calendario electoral de los próximos meses. Pero, a corto, la meta es «coser» un partido que ya no parece ese bloque uniforme e inexpugnable de otras épocas.
El País
Natalia Junquera