Por cuarta vez este año, el gobierno decide aumentar el salario nominal; en la práctica, y así lo interpreta el ciudadano de a pie, un torpedo a la línea de flotación del salario real, pues, cada vez que Nicolás Maduro y su gabinete económico deciden jugar monopolio con dinero virtual –el otro, ya sabemos, no existe o se lo llevaron blanqueadores y lavanderos– se vuelve añicos el poder adquisitivo de la población y, para colmo, muchas empresas deben cerrar o restringir sus operaciones.
En esta oportunidad llama la atención la reacción de la gente curada en salud por los perniciosos efectos de la suba sin fundamento de su paga, pues, implica el aumento exponencial del costo de los poquísimos productos disponibles en el mercado, al margen del monopolio asistencial y extorsionista de los comités locales de abastecimiento y producción.
Como aval de lo afirmado bastan las respuestas suministradas por consumidores consultados en la calle, todas coincidentes respecto a la impertinencia de la medida oficialista. Lo mismo sucede con los comentarios consignados por sus lectores en los medios digitales o colgados en las redes sociales. Una evaluación de ellos permite concluir que –y tal vez sea un caso sin antecedentes históricos y único en el mundo– la gente rechaza de plano la cosmética actualización por decreto de sus ingresos y preferiría que más bien se le indexase con bienes a los cuales pudiese meterle el diente.
El malestar causado por la torpeza ejecutiva –evidencia inocultable de su incapacidad para solventar los problemas financieros derivados de su testarudez y su poca comprensión de las ciencias económicas– concita hilarantes comentarios e intercambio de mensajes disparatados, sarcásticos, pero certeros, de esta suerte:
―¡Un dólar!: el dólar hoy cerró a 2.907.116,17 bolívares, como promedio general… pasa que le dio pena y quiso que los venezolanos ganaran una pizca más de 1 dólar al mes.
―No hay persona más bruta que este ser que tenemos como presidente: hace una y otra vez la misma cosa esperando resultados diferentes.
―No, él no espera resultados diferentes ni mejores. El plan es seguir hundiendo al país en la miseria, estimular la hiperinflación y dar bonos todos los meses como limosnas; este mes el 24 de junio, el mes que viene el del 5-J, etc.; y ellos siguen robando los dólares.
―Ese cerebro hueco como que no sabe que el kilo de sal está a 1.200 bolívares soberanos (1.200.000 bolívares fuertes o 1.200.000.000 bolívares de los de antes de la anterior reconversión).
―¿Y aún le dicen presidente?
―Mi incremento que me lo den con huevos…
―¿Incremento o excremento?
Podríamos llenar páginas enteras del periódico con la repulsa ciudadana a un aumento tenido, paradójicamente, por acelerador de la desvalorización de un signo monetario, desde hace mucho tiempo envilecido, que vergüenza da llamarlo bolívar; sin embargo, si es verdad que «para muestra basta un botón», lo pocos aquí listados nos dan una idea de repulsa concitada por el epiléptico manejo de la economía de parte de un gobernante que no conoce ni la O por lo redondo.
Editorial de El Nacional