Con humildad republicana comienzo por agradecer la confianza a los colegas Diputados que han votado favorablemente para que asuma durante este período que comienza, la función de presidir esta Asamblea Nacional en la cual reposa la legítima representación del pueblo venezolano.
Esta designación no la interpretamos como un honor o una distinción personal, sino como el encargo de una gran responsabilidad histórica, en cuyo cumplimiento empeñaremos el máximo esfuerzo para no defraudarlos, y sobre todo para servirle bien al pueblo venezolano que hoy lleva la carga más pesada de la grave situación nacional. Para ello solicito el apoyo y la comprensión de todos para que podamos servir al interés nacional y a los mejores sueños de la juventud venezolana.
Lamentamos comenzar afirmando que nos encontramos ante el riesgo cierto de la disolución de la República en medio de la anarquía y la ausencia del Estado de Derecho. Nos corresponde entonces la tarea de un buen médico que debe determinar la causa real de una enfermedad que puede convertirse en terminal, y de lo acertado de su diagnóstico dependerá la posibilidad de recuperar la salud, la vida del enfermo. En nuestro caso, el paciente se llama Venezuela.
Pudiéramos hoy hacer una larga lista de las calamidades que están sufriendo nuestros ciudadanos, y del fracaso de las distintas políticas sectoriales que ha implementado este gobierno. Podemos, incluso, proponer soluciones por separado a cada uno de los problemas, pero esos enfoques parciales de la realidad que pueden ser muy útiles en otro contexto, nos conducirían a concentrarnos en las consecuencias, descuidando lo fundamental que es el origen del desastre que vivimos.
Es imprescindible determinar la causa matriz que ha convertido a nuestro país, con tantos recursos humanos y naturales, en una fábrica de pobres. Para saber hacia dónde vamos, es muy importante saber dónde estamos parados.
En ese sentido consideramos que existen suficientes evidencias para asegurar que la crisis general, que incluye la social, la económica, la institucional, y la moral, tiene como causa principal la pretensión del grupo que hoy gobierna a nuestro país, de imponerle al pueblo de Venezuela un modelo que representa un populismo totalitario que utiliza la intervención del Estado y el control de casi todos los poderes públicos para amparar la corrupción y la ineficacia, mientras destruye la producción nacional y las empresas del Estado.
Con ese propósito, desconoce los valores y reglas democráticas, utiliza la fuerza para impedir la expresión libre del pensamiento, y al Poder Judicial para darle apariencia de legalidad a sus atropellos. Cuando la sociedad democrática unida se expresó claramente en contra de ese modelo por la vía democrática, tal como ocurrió en las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015, entonces decidieron desconocer la voluntad popular que eligió legítimamente a esta Asamblea Nacional, y para ello violaron todas las normas para designar a un Poder Judicial controlado por el oficialismo; que luego para evadir el control constitucional de la Administración Pública Nacional, declaró arbitrariamente en lo que ellos llaman desacato a esta Asamblea Nacional.
Decisiones como esa, por parte del oficialismo con fines totalitarios, constituyen las razones fundamentales de la crisis general que hoy amenaza con la destrucción del país y con enterrar los mejores valores de la auténtica venezolanidad. El hambre, la falta de medicinas, la inseguridad personal y jurídica, el atraso, el deterioro creciente de la calidad de vida, la inflación más alta del mundo llegando a la hiperinflación, son consecuencias directas de las políticas de quienes pretenden eternizarse en el poder.
Es el cambio profundo del modelo que hoy gobierna a Venezuela, el propósito fundamental que debemos perseguir para superar de manera definitiva la presente crisis y evitar que se pueda repetir en el futuro. La tarea es inmensa, reconstruir al país, restablecer la vigencia de Estado de Derecho, y crear las condiciones para que el modelo democrático que representamos les garantice a todos la oportunidad de progresar en libertad, impulsando el crecimiento con justicia social, teniendo a la educación como principal instrumento de cambio, y dándole prioridad a lo hecho en Venezuela. Debemos recuperar el tiempo perdido, e incorporarnos junto a los países con visión de futuro, que respetan la propiedad privada, reconocen la realidad de los mercados globalizados, y saben que estos son los tiempos de la economía del conocimiento, de la innovación y de la tecnología, y que esa es la vía segura para garantizar una mejor calidad de vida y superar la pobreza en la que se encuentra gran parte del pueblo venezolano.
La Mesa de Unidad Democrática, desde su nacimiento definió la estrategia de la acumulación de fuerzas por la vía democrática hasta obtener el poder político y establecer un Gobierno de Unidad Nacional como la manera de lograr la reconciliación nacional, que no podía provenir de la violencia, para así poder emprender unidos la tarea de la reconstrucción del país y la vigencia de sus instituciones. Esa estrategia correcta en función del interés nacional, llegó a convertir a su tarjeta electoral en la más votada en la historia de Venezuela y nos condujo al gran triunfo en las elecciones parlamentarias de 2015. A partir de allí cometimos los errores de que las diferencias entre distintos factores de la Unidad, más las maniobras del oficialismo para sembrar intrigas entre nosotros, le permitió al gobierno cumplir con su objetivo estratégico de crear desencuentros y desconfianza entre nosotros.
El peor error que podemos cometer en estos momentos es tratar de determinar quiénes fueron los responsables; lo importante es que todos demostremos capacidad para rectificar y mirar hacia adelante.
Ante el crecimiento sin precedentes del deterioro de la situación nacional, tenemos el deber político y ético de reconstruir la unidad, y para hacerlo tomar en cuenta el sentido de urgencia que debemos darle a los pasos necesarios para lograrlo. Ninguna aspiración personal o partidista, por legítima que sea, debe impedir que nos ´pongamos de acuerdo para actuar unidos en función de asegurar el destino de prosperidad y libertad que merecemos los venezolanos. Estamos ante una emergencia nacional que es el Cambio político para que cambie la situación del país, y toda la dirigencia democrática al lado del pueblo debe incorporarse unida de verdad para lograrlo.
Entre los diferentes escenarios de lucha por el cambio, los venezolanos en su inmensa mayoría estamos de acuerdo con buscar una solución democrática a la crisis que vivimos, y que debemos llegar a ella por la vía pacífica, ya que todos anhelamos la paz, pero no la impuesta por la fuerza, sino la que derive del respeto al derecho de todos los ciudadanos. Lo que está en juego es el porvenir de nuestra nación, y para determinar el rumbo que debemos tomar solo está legitimado el pueblo venezolano expresando libremente sin ninguna presión que pretenda torcer su voluntad, qué es lo que quiere para Venezuela. Por eso creemos que el principal deber de la dirigencia nacional es crear las condiciones para que se produzca una solución democrática sobre la cual todos tengamos razones para respetarla.
En ese sentido, se justifican los esfuerzos que están haciendo los partidos de la Unidad Democrática con participación internacional, para lograr las condiciones que nos permitan avanzar hacia un acuerdo a pesar de las profundas diferencias entre oposición y gobierno. Y como quiera que en las confrontaciones como la que se vive en Venezuela, la primera víctima es la verdad, debemos entender que ambas partes tenemos fortalezas y debilidades, y que para tener éxito en estas conversaciones ninguna de las partes debe pretender la rendición de la otra. Lo importante de estos procesos es que no perdamos de vista cuáles son los objetivos de fondo que debemos lograr, y en nuestro caso, unas elecciones presidenciales rodeadas de todas las garantías para que cada venezolano ejerza su derecho libremente, debe constituir el objetivo central.
Asimismo, debe formar parte de esas conversaciones el restablecimiento de la institucionalidad democrática, comenzando por dejar sin efecto el llamado desacato de esta Asamblea Nacional, para que en pleno ejercicio de sus atribuciones Constitucionales se dedique a buscar soluciones para los problemas de la gente, defendiendo como siempre sus derechos.
En esta ruta para lograr que las cosas cambien profundamente en Venezuela, es muy importante la concientización, la organización, y el papel que jueguen instituciones y factores fundamentales en el camino que nos queda por andar. En este punto quiero hacer un reconocimiento especial a la Conferencia Episcopal Venezolana por la valiente posición que ha tenido en la defensa de las libertades y el llamado permanente para que se permita un canal humanitario. Sabemos que las otras iglesias que hacen vida en el país comparten las mismas preocupaciones.
Los proyectos totalitarios ponen en riesgo la libertad de expresión, y la mejor demostración es lo que ha sucedido con varios medios de comunicación nacionales e internacionales en Venezuela. Pero tenemos la esperanza de que los medios que han sobrevivido en el país, aún con sus limitaciones, seguirán cumpliendo con su misión de decir la verdad junto a los medios internacionales; al igual que lo están haciendo periodistas y articulistas nacionales y extranjeros. Para todos ellos el reconocimiento de esta Asamblea Nacional y del pueblo venezolano.
La comunidad internacional del mundo democrático ha demostrado, tanto a través de sus gobiernos como de sus parlamentarios, la convicción que tiene de que en Venezuela los que están en juego son los valores democráticos y el respeto a los derechos humanos. Su actitud en defensa de la legitimidad de esta Asamblea Nacional, así como su acompañamiento en el esfuerzo por lograr acuerdos para buscar una salida pacífica y democrática, compromete por siempre el agradecimiento de los demócratas de nuestro país.
De manera especial, agradecemos la buena voluntad que han tenido muchos países del mundo para atender y darle acogida a la inmensa cantidad de venezolanos que se han ido porque ya no soportan las consecuencias del fracaso de este gobierno. A esos países le pedimos, especialmente a los latinoamericanos, que cuando les soliciten su hospitalidad no olviden que quienes se la están solicitando, son las hijas y los hijos de la patria de Bolívar.
En consecuencia, con lo expuesto anteriormente procuraré el mayor consenso para orientar nuestra gestión de manera principal a lo siguiente: En lo político, la reconstrucción de la unidad democrática como alternativa para el cambio tendrá todo nuestro apoyo. Asimismo daremos toda la contribución que esté a nuestro alcance para colaborar con los esfuerzos que se vienen haciendo en favor de un acuerdo que permita una solución democrática a la crisis nacional. Siempre estaremos dispuestos al diálogo con todos los sectores del país, incluso con los del oficialismo que quieran dialogar sobre temas de interés nacional.
En el ejercicio de nuestras atribuciones constitucionales seguiremos cumpliendo con la obligación del control político de la Administración Pública, y denunciaremos todos los actos del Gobierno Nacional que violen la Constitución y las Leyes, o afecten al Patrimonio Público. En cuanto al trabajo legislativo propiamente dicho, impulsaremos la aprobación de leyes prioritarias, tal como lo hicimos con la Ley de Producción Nacional, aunque sus trámites se lleven solo hasta la segunda discusión, mientras dure el bloqueo inconstitucional al trabajo de esta Asamblea; pero como nosotros sabemos que el Cambio cada día está más cerca, debemos estar preparados dentro del Poder Legislativo con un Banco de Leyes ya tramitadas en esta instancia, cuya aplicación en su momento le de viabilidad legal a los cambios que vienen.
En lo social, pienso llevar a la primera reunión ordinaria de esta Asamblea Nacional, que será el próximo martes, la propuesta de promover con toda la fuerza posible una Alianza Nacional para la Solidaridad Humanitaria. La idea central es estimular a toda la sociedad venezolana, con la participación de todos los entes privados y públicos que lo quieran hacer, a formar parte de una acción nacional concertada para concretar la solidaridad de todos con el pueblo venezolano que sufre como consecuencia de esta crisis. El próximo martes llevaré la discusión de este tema a la sesión plenaria que celebraremos. Creemos que todos los que podamos hacer algo, debemos ponernos la mano en el corazón para apoyar a los que hoy sufren, mientras sustituimos a este modelo generador de pobreza.
Esta es una actividad que por su motivación y objetivos, debe ser apoyada por encima de las diferencias políticas entre opositores y oficialistas, se trata de ayudar a las venezolanas y venezolanos que necesitan nuestro apoyo para atender sus necesidades básicas, y eso debe estar por encima de las diferencias políticas. Si como Asamblea Nacional no tenemos los recursos económicos para financiar una tarea tan inmensa, sí tenemos la voluntad y el deber de promover la expresión de solidaridad por parte de todos los venezolanos que queramos ayudar a nuestros hermanos.
En esta etapa del país, presidir la Asamblea Nacional defendiendo los valores democráticos, es una tarea compleja y difícil que muchas veces no cuenta con la comprensión de quienes hacen exigencias como si estuviéramos en una situación de normalidad democrática. Por eso en relación a la directiva que hoy concluye sus funciones, es justo reconocer el gran esfuerzo de Julio Borges defendiendo esta institución en Venezuela y ante el mundo. Asimismo, desde aquí le enviamos un abrazo de solidaridad a Freddy Guevara; y nos complace reconocer la labor de Dennis Fernández dejando en alto a la mujer venezolana con su inteligencia y capacidad de trabajo.
A pesar de las graves dificultades por las que atravesamos, quiero enviarle un mensaje de fe y esperanza al pueblo venezolano. Vamos a rescatar la unidad nacional por el cambio para que podamos impulsar nuestra lucha comenzando por derrotar la resignación y la desesperanza. No debemos entregar el futuro de Venezuela sin luchar, ni permitir que nos expropien nuestro derecho a cambiar por la vía democrática a los responsables de este desastre.
Hoy le rendimos un homenaje sincero y eterno a los que han caído en esta lucha y le hacemos llegar un abrazo de solidaridad a sus familias. Es importante que los presos y perseguidos políticos sepan que no están solos, que la gran mayoría del pueblo y esta Asamblea Nacional está con ellos, y que uno de los objetivos importantes de esta lucha es la libertad de todos para que puedan volver a ejercer sus derechos constitucionales.
La Quinta República ha fracasado estruendosamente, vamos a construir juntos la República del futuro, la del progreso con justicia y libertad,
Que Dios bendiga a Venezuela y nos ilumine para servirle bien al pueblo venezolano.
Muchas gracias…