Llegar a una “reestructuración amigable” de la deuda, a fin de evitar un default caótico y que haría la renegociación “un proceso más difícil y traumático”, es una de las propuesta que plantea el economista, investigador y exministro de Industrias Básicas y Minería, Víctor Álvarez, al Gobierno nacional con los tenedores de los bonos que aún esperan por los pagos de los intereses de sus papeles. El experto asegura que la nación se arriesga a una escalada de “embargos y disputas judiciales” de no concretarse acuerdos amistosos.
En entrevista a PANORAMA, Álvarez agregó que “cualquier opción de refinanciamiento y acceso a recursos frescos solo será aceptada por los acreedores, incluyendo chinos y rusos, si la solicitud cuenta con un programa de estabilización macroeconómica”.
1. ¿Cuál es la mejor opción para Venezuela? ¿Re-negociación o re-estructuración de la deuda?
El gobierno priorizó los pagos de la deuda por encima de las importaciones de materias primas, repuestos y maquinarias que requiere el aparato productivo, cuestión que agravó la escasez y especulación que azotan a la población. Pero el flujo proyectado de divisas ya no alcanza para pagar la deuda y garantizar el mínimo de importaciones esenciales. El gobierno finalmente ha reconocido que no podrá mantener el actual cronograma de pagos. Pero no se trata solo de correr la arruga y reprogramar los pagos, sino de renegociar la deuda con nuevos plazos, tasas de interés e, incluso, una rebaja equivalente al descuento que aplican los mercados a la deuda venezolana. Eso es lo que más conviene al interés nacional.
2. ¿Es el default una vía?
La imposibilidad de cumplir con el cronograma de pagos obliga a plantear a los acreedores una reestructuración amigable de la deuda, a fin de evitar un default caótico que haría la renegociación un proceso más difícil y traumático, debido a los embargos y disputas judiciales que se desencadenarían. Los acreedores prefieren una renegociación ordenada para evitar que la cotización de los bonos termine de hundirse en los mercados debido a un default desordenado y caótico. Por eso estarían dispuestos a aceptar un default preventivo y hasta una rebaja cercana a la que aplican los mercados financieros a la deuda externa venezolana.
3. ¿Qué opciones de financiamiento le quedan al país?
Cualquier opción de refinanciamiento y acceso a recursos frescos solo será aceptada por los acreedores, incluyendo chinos y rusos, si la solicitud cuenta con un programa de estabilización macroeconómica y una política de reactivación del aparato productivo que contribuya a recuperar la capacidad de pago del país. Es así como se podrán abrir nuevas puertas en los mercados financieros asiáticos a un costo mucho menor al que pagan las emisiones de deuda soberana y de Pdvsa en los mercados estadounidense y europeo.
4. ¿Van caer aún más las reservas del país?
Las reservas internacionales están en el paredón. Con los precios del petróleo estancados, una producción en declive que cayó por debajo de los 2 millones de barriles diarios, el país enfrenta los pagos de la deuda externa con unas reservas internacionales de apenas $ 9.855 millones, de las cuales menos de $1.00 millones son líquidas, ya que el mayor monto está en lingotes de oro, instrumentos del FMI y otros bonos. En 2018 habrá que pagar $ 8 mil millones por vencimientos de los bonos de Pdvsa y la República, a lo cual se suman los pagos a China, en torno a $ 4 mil millones. En total son $ 12 mil millones, pesada carga que se prolongará una década, toda vez que hasta 2027 Venezuela cancelará un promedio de $ 8 mil millones al año.
5. ¿Qué perspectivas tiene del dólar paralelo, prácticamente ya está en 50 mil bolívares por dólar?
En febrero de 1999, un dólar costaba 576 bolívares. Al acuñar el bolívar fuerte y quitar tres ceros, aquella tasa de cambio se convirtió en 0,576 Bs/$. En noviembre de 2017, el precio del dólar en el único mercado al que tiene acceso el ciudadano de a pie es casi 5.000 veces más que la irreal tasa Dipro de 10 Bs/$. En medio de la grave escasez de divisas, al no unificar el régimen de cambios múltiples y prolongar la coexistencia de Dipro, Dicom y el paralelo, se mantendrán los incentivos perversos para la especulación cambiaria y para la cotización futura del dólar paralelo el cielo será el límite
6. ¿Estamos en hiperinflación o camino a ella?
Se entiende por hiperinflación un aumento de los precios igual o mayor a 50 % mensual. Según el Índice Nacional de Precios que calcula la Asamblea Nacional con la misma metodología del BCV, en octubre llegó a 50,3%. La inflación mensual seguirá subiendo mientras en Venezuela se mantengan las causas de la hiperinflación:
Déficit fiscal superior a 10 % del PIB, lo que significa que el gobierno gasta más de lo que le ingresa y, por lo tanto inyecta, más poder de compra que el que sustrae a través del cobro de impuestos.
Financiamiento de este déficit fiscal a través de desmesuradas emisiones de dinero sin respaldo en la producción, y al poner a correr mucho dinero atrás de pocos bienes esto desboca los precios.
Creciente desconfianza en el poder de compra del bolívar, cuestión que agudiza la demanda del dólar paralelo que rige cada vez más la formación de precios.
7. ¿Qué medidas propone usted en materia económica?
Con las siguientes medidas se frenaría en seco la hiperinflación:
Sincerar el tipo de cambio y el precio de la gasolina para corregir el déficit de Pdvsa, en lugar de financiarlo con emisión de dinero inflacionario por el BCV.
Eliminar el control de cambios y estabilizar una sola tasa para evitar que la formación de precios siga a merced de las especulaciones con el dólar paralelo.
Respaldar las mejoras salariales con aumentos en la productividad del trabajo para erradicar el círculo vicioso de aumentos-inflación-aumentos-inflación.
p
Sustituir los ineficientes subsidios indirectos a los productos que estimulan el contrabando de extracción, por subsidios directos a los hogares pobres.
Sustituir el rígido control de precios que causa pérdidas, desestimula la producción y genera escasez, por una política de estímulo a la inversión y promoción de la competencia en calidad y precios que beneficie al consumidor.
Ajustar las tarifas de servicios públicos hasta cubrir costos de operación y mantenimiento para aliviar el déficit y evitar su inminente colapso.
Reducir el gasto militar, priorizar obras pendientes, eliminar gastos superfluos y una reforma tributaria para terminar de equilibrar la gestión fiscal.
Sincronizar los pagos de la deuda externa a la evolución del ingreso petrolero y del ingreso externo por repatriación de capitales, inversión extranjera, exportaciones no petroleras y turismo internacional.
Negociar financiamiento con organismos multilaterales: FMI, BM, BID, CAF, etc.
Sin aun así quedara un porcentaje de déficit hay que evitar su financiamiento con impresión de dinero inflacionario, lo cual pasa por recuperar la autonomía del BCV en la emisión de dinero y el manejo de las reservas internacionales
Seguir leyendo en Panorama