De hecho, la percepción tiene más que ver con las ideas preconcebidas o la suposición de la realidad. Es decir, la manera en que percibimos un acontecimiento es el resultado de la combinación de un estímulo externo, por supuesto, y nuestras creencias preestablecidas.
Algunos científicos creen que las alucinaciones se dan cuando ocurre un desequilibrio entre el estímulo externo y las creencias preestablecidas, es decir, cuando falla esta comprobación interna de los hechos. Para verificar esta hipótesis, los científicos llevaron a cabo una investigación: crearon un juego que causaba alucinaciones auditivas, y monitorearon el efecto en el cerebro y el comportamiento.
Un juego que provoca alucinaciones auditivas
El experimento le da un giro al condicionamiento clásico de Pavlovian, por el cual un grupo de perros aprendió a asociar comida con un sonido determinado. En su lugar, los científicos entrenaron a los sujetos del experimento para que asociaran una visión a un sonido determinado. En el juego, se proyecta un tablero de ajedrez al mismo tiempo que un tono, de 1000 Herzios de frecuencia.
A medida que el juego avanzaba, la intensidad del tono era cada vez más baja, hasta que se extinguía. Tras las suficientes repeticiones, los sujetos empezaron a imaginar oír el sonido al mismo que el tablero aparecía frente a ellos, incluso cuando el sonido no se emitía. Pese a no existir sonido, los participantes continuaron «oyendo» el tono: estaban sufriendo una alucinación.
Sufrimos alucinaciones a diario, por ejemplo, cuando creemos oír el móvil. La gente llegar a esperar tanto el sonido que el cerebro ‘lo escucha’ aunque no esté ahí.
Una alucinación auditiva similar ocurre en la vida diaria: cuando piensas que estás escuchando tu teléfono sonar o zumbar, para encontrarte con que está apagado. «La gente llega a esperar tanto el sonido que el cerebro lo escucha», dice Albert Powers, psiquiatra de la Universidad de Yale y autor del nuevo estudio.
Además, para comprobar el efecto de las creencias preestablecidas sobre las alucinaciones, los participantes debían pulsar un botón cada vez que creyeran oír el tono, sonase éste o no, e incluso se les pidió que pulsaran con mayor intensidad cuanto más seguros estuvieran de oír el sonido.
Durante el experimento, se contó con cuatro grupos: uno de control, sin historial de psicosis o alucinaciones. Un segundo, solo con historial de psicosis; un tercero, de alucinaciones; y el último, con una combinación de ambas.
Pese al historial psiquiátrico de los participantes, todos ellos experimentaron alucinaciones condicionadas durante el juego. Eso sí, las personas con historial de alucinaciones fueron más susceptibles al efecto del experimento, y fueron los que más seguros estaban de pulsar el botón incluso cuando ningún sonido era emitido.
Un escáner conectado al cerebro de los participantes mostró qué áreas del cerebro se activaban durante las alucinaciones. Así, el estudio ha permitido a los investigadores crear un modelo de la influencia que tienen las creencias primarias durante la vivencia de una alucinación.
Las alucinaciones están fuertemente ligadas a las creencias preestablecidas, y los participantes con psicosis fueron los que más dificultad encontraron para cambiar esas creencias, lo que correspondía a una actividad intensa en el hipocampo y el cerebelo, que controlan la memoria y nuestro sistema motor. En cambio, las personas sin historial de psicosis, aunque al principio del juego se mostraron fuertemente convencidas de que los sonidos se emitían al tiempo que el tablero de ajedrez, fueron cambiando progresivamente sus creencias: mostraron más flexibilidad para modificar los pensamientos preestablecidos.
La esperanza de los investigadores es poder diagnosticar en qué medida las alucinaciones llevan a la psicosis, y determinar tratamientos efectivos en el futuro.