Hablar para uno mismo tiene una función importante, especialmente en los niños, pero también en los adultos y es una estrategia a la que puedes recurrir en determinados momentos para funcionar mejor, especialmente si aprendes a usarla de un modo positivo.
A lo largo del día es probable que una persona hable para sí misma en muchas ocasiones, como cuando quiere tranquilizarse en una situación de estrés, cuando quiere recordar algo, al hacer algún cálculo matemático, al tratar de resolver un problema, al intentar entender por qué alguien ha hecho lo que ha hecho o cuando se enfadan.
Los niños suelen hablar condigo mismos en voz alta, sobre todo para darse instrucciones a sí mismos mientras están haciendo una tarea difícil, o bien hablan acerca de lo que están haciendo mientras juegan o se animan a sí mismos. Conforme van creciendo, empiezan a dejar de hablar en voz alta y comienzan a susurrar o tan solo mueven los labios para, finalmente, hablar totalmente de una manera subvocal (es decir, para sí mismos). Sea o no en voz alta, esta charla con uno mismo ayuda a los niños a guiar sus acciones y solucionar problemas y es una parte normal de su desarrollo.
En los adultos, este lenguaje subvocal aparece también con frecuencia, especialmente cuando nos encontramos en una situación difícil o estamos aprendiendo algo. Si hablas contigo mismo para darte instrucciones o para recordar ciertas cosas, aprenderás mejor. En una investigación realizada con adolescentes durante un examen, vieron que aquellos que hablaban consigo mismos para guiar su conducta o describir lo que estaban haciendo obtenían notas más altas.
Manejar situaciones difíciles y resolver problemas
Las autoinstrucciones también sirven de ayuda cuando estás es una situación de estrés. En este caso, puedes hablar contigo mismo para calmarte, para desechar ideas irracionales o poco realistas, para modificar tu pensamiento por otro más realista, para buscar soluciones, darte instrucciones sobre lo que vas a hacer y cómo hacerlo, etc.
En general, cuando las personas se hablan a sí mismas en situaciones difíciles, su rendimiento aumenta. No solo están usando el lenguaje para darse instrucciones o describir la situación para entenderla mejor, sino que al usar el pensamiento de este modo están ejerciendo un control sobre él, sin dejar que se descontrole (como tan a menudo sucede) y te lleve hacia una espiral de charla autodestructiva e ilógica (“no puedo, se acabó todo, no sé hacer nada, no valgo para nada, es horrible, no tengo futuro en esto, no hago más que cometer errores…”).
Recordar y aprender mejor
Aunque hablar en voz alta es más habitual en los niños, muchos adultos también lo hacen y es algo perfectamente normal. De hecho, a veces, decir algo en voz alta sirve de más ayuda que decirlo sin pronunciarlo. Por ejemplo, si pronuncias en voz alta el nombre de alguien a quien acabas de conocer, tendrás más probabilidades de recordarlo. Si quieres aprender donde están las cosas en el supermercado, ve diciendo para ti dónde está cada producto que te interese (mejor aún si lo dices en voz alta, pero correrás el riesgo de convertirte en el loco o loca del supermercado). Si deseas recordar calles, rutas o el modo de hacer cualquier tarea, no te limites a observar, ve hablando contigo mismo, pronunciando nombres de calles, describiendo el recorrido, etc.
Cuando has hecho algo por primera vez y no quieres olvidar como lo has hecho, lo recordarás mejor si vas describiendo con palabras cada paso que vas dando. Y si no sueles recordar dónde has dejado las llaves o si has cerrado la puerta, dilo en voz alta o subvocalmente cada vez que lo hagas.
En un estudio, le pidieron a un grupo de niños que hicieran una tarea dos veces. Una de las veces, les animaron a hablar consigo mismos, mientras que en la otra ocasión les dijeron que estuvieran callados. Como era de esperar, rindieron mejor cuando podían hablar libremente.
Cuidado con la autocharla autodestructiva
Hablar con uno mismo también tiene su lado negativo. Si lo que haces es insultarte, castigarte y despreciarte, no te estás ayudando en absoluto. En general, cuando no vayas a usar el lenguaje de un modo constructivo, que te sirva de ayuda, es preferible guardar silencio.
Por Confirmado: Gabriella Garcés
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