Carta abierta al Psoe
El director del diario El Nacional de Venezuela responde a las declaraciones del portavoz del PSOE restándole importancia a lo que sucede en el país latinoamericano
Respetables señores:
Ciertos hechos resisten las interpretaciones. Por su extrema naturaleza, se imponen, no solo ante sus víctimas, sino también para todos aquellos que, a más de 7 mil kilómetros de distancia, los observan y se refieren a ellos.
Me explico. Que un francotirador levante un arma costosísima, en un país donde hay niños y ancianos que mueren de hambre, y su bala atraviese el cráneo de un joven que protesta, es una afirmación, en todos sus extremos, irrebatible: el francotirador fue filmado disparando, los niños y ancianos enterrados, el joven desangrándose fue recogido del pavimento por otros jóvenes, trasladado en una motocicleta a un centro de salud: cuando lo ingresaron al centro de salud había perdido la vida. Datos todos verificables.
Me pregunto, no sin desconcierto, hasta dónde puede avanzar la interpretación de estas realidades. Me pregunto, si el privilegio de analizar ciertas realidades, específicamente las que se establecen entre la violencia desproporcionada y las víctimas indefensas, tiene límites. Si interpretar ciertos hechos puede ser un ejercicio que vuelva la espalda a los hechos de los que habla.
Con el permiso del lector, destallaré algunos terribles hechos venezolanos, que han tenido lugar entre el 1 de abril a esta fecha: personas que han sido detenidas en las protestas, desarmadas, han sido colgadas por los pies, por las manos, o por las cuatro extremidades, hasta durante 48 horas seguidas. Sus gritos, lo testimonian algunos de los propios carceleros, escapan cualquier intento de adjetivarlos. Hay jóvenes que, encerrados con grupos de torturadores, han sido obligados a comer alimentos mezclados con gusanos y excrementos: la pasta, los excrementos y los gusanos son hechos. También los culatazos en la nuca, en la oreja y en la espalda, a quienes se negaban a ingerir esos desechos. Hay presos a los que se han aplicado descargas eléctricas en sus genitales: las quemaduras y el dolor no han sanado. A otros le han introducido un tubo metálico por el ano. Un hombre murió hace dos semanas a causa de los golpes que recibió en su cráneo.
En el informe que presentó ante la Corte Penal Internacional una oenegé dedicada a los derechos humanos, el Instituto Casla -no un gobierno de otro país, no un partido político- se demuestra, dada la repetición de los hechos, que existen patrones para reprimir y torturar. Patrones: conductas que se repiten de modo deliberado. Métodos persistentes para matar y para infligir dolor de modo sistemático.
En la página web de la oenegé Foro Penal Venezolano, en el informe correspondiente al 31 de julio contiene este balance: entre el 1 de abril y el 31 de julio, es decir, cuatro meses, han muerto 133 personas, han sido heridas más de 4 mil, y han sido detenidas en procedimientos violatorios de la ley, más de 5 mil personas.
Señores del PSOE: podría extenderme por páginas y páginas organizando hechos que documentan la expansión del hambre, la enfermedad, la corrupción, las evidencias que permiten calificar al de Venezuela como un narco Estado. Estudios elaborados por rigurosos centros académicos señalan que el venezolano ha perdido un poco más de 7 kilos promedio, entre enero de 2016 y junio de 2017.
¿Quiénes han documentado estos hechos? Las víctimas, sus familiares y testigos directos. Los periodistas -que incluyen a corresponsales de medios de comunicación españoles-, los padres y madres de las víctimas, médicos y paramédicos de centros de salud, religiosos y religiosas de distintas órdenes, activistas de un centenar de oenegés, ciudadanos que con sus teléfonos móviles o cámaras fotográficas han registrado la acción letal de la dictadura de Nicolás Maduro en contra de la sociedad indefensa.
Estos hechos -realidades netas en forma de cadáveres, cuerpos heridos, personas traumatizadas, más de 600 presos políticos, familiares en estado de duelo, niños y adultos que todos los días se agolpan en basureros para encontrar qué comer-, me parece, resisten y se imponen a las interpretaciones, como ya dije.
De tan radicales y evidentes, de tan brutales e infamantes, no se les puede negar: de hecho, ni siquiera el gobierno de Maduro intenta desmentirlos.
Pero ante ellos, las actitudes pueden ser diversas. Mientras los hechos siguen allí -indestructibles, indeformables, tozudos-, se puede mirar a otro lado; se puede hacer silencio; se les puede comentar con cinismo; se puede sugerir o acusar a las víctimas del castigo recibido; se les puede comparar de forma inadecuada; se puede decir que la responsabilidad es, a partes iguales, entre el que dispara y el que pierde la vida con un disparo en la frente.
Lo esencial es esto: los hechos de Venezuela interrogan, esencialmente, en lo político-moral. No cambia el sufrimiento el que se le minimice, se lo relativice o se lo niegue. Por el contrario, añade más sufrimiento a quienes ya sufren.
La situación de Venezuela no es grave, es cierto: es mucho peor que eso. Es atroz y perversa. Constituye la negación de los derechos esenciales del ser humano. Cuando una sociedad vive bajo un estatuto de violencia desproporcionada por parte del Estado, la solidaridad y la palabra de apoyo se constituyen en bien inapreciable.
Le pido al PSOE, el partido que tantos vínculos tuvo con Venezuela, y que tanto y desinteresado apoyo recibió de los demócratas, que no olviden que, ahora mismo, la dictadura persigue con ferocidad y saña, a los venezolanos que luchan por sus libertades.
Fotografía de Alejandro Landaeta @Landaetaaa
Miguel Henrique Otero
ABC.es