Hace unos días, Mario Moronta, obispo de San Cristóbal (Venezuela) lanzaba un dramático mensaje al pueblo de Dios. Hoy, le entrevistamos, para profundizar en el texto, dada la dramática situación que está viviendo su país. El prelado cree que la cifra de los ocho millones de votantes en la Constituyente es “un cuento” y, aunque desea que no haya guerra civil, advierte de que el país corre peligro de sumirse “en el régimen de ‘seguridad nacional’ que tanto daño hizo en América Latina”.
¿En su mensaje al Pueblo de Dios hay una petición clara y abierta a las Fuerzas Armadas, para que se rebelen contra el Gobierno de Nicolás Maduro o ésta es una interpretación forzada de su escrito?
Puede resultar una interpretación forzada. El verdadero sentido es el de un llamado a que obedezcan a su conciencia y a su compromiso de respetar la Constitución, así como defender al pueblo. La Fuerza Armada no está ni debe estar al servicio de un solo gobernante ni de una parcialidad política. Es cierto que muchos están invitando a que la Fuerza Armada desconozca al Presidente. Yo creo que más bien, entre otras cosas, la Fuerza Armada debe exigirle al Presidente que respete la Constitución a la cual ellos juraron defender. Apelamos a su conciencia para que no siga habiendo ni violencia ni represión inhumana. Son muchos los muertos y heridos.
Por eso incluso le pido a los sacerdotes de mi diócesis que son capellanes militares que les hablen al corazón y actúen con temor de Dios. Lo triste de la actuación de muchos militares es que ellos no parecen reconocerse como hijos del pueblo al cual están atacando. He podido hablar con un buen número de oficiales y soldados que no están de acuerdo con lo que está pasando.
Por otra parte, quienes ordenan matar o disparar o reprimir son tan responsables -y quizás más- de quienes ejecutan órdenes. Ya es hora de que le exijan al Gobierno que hay que respetar la Constitución y estén del lado del pueblo al cual deben servir y del cual forman parte.
También pide al Gobierno que convoque ya elecciones generales
Unido a los Obispos y a la gran mayoría de los venezolanos le pedimos al Gobierno que retirara la propuesta de la asamblea constituyente. Hizo caso omiso. Si desde hace tiempo, como lo establece la Constitución se hubiera permitido el referéndum revocatorio, o se hubieran comenzado a realizar las elecciones regionales para luego las de carácter general no estuviéramos como estamos. Una de las excusas es que no había dinero. Y de dónde salieron los recursos para pagar el CNE y las así llamadas elecciones para la Constituyente.
Por otro lado había la excusa de que no se podía cambiar el ordenamiento jurídico. Y cómo sí se pudo hacer lo del pasado 30 de julio: manipularon la constitución y las leyes….
¿Aumenta el riesgo de una guerra civil en Venezuela?
Sigo pensando y deseando que no habrá guerra civil, aunque están las puertas abiertas a serias confrontaciones de grupos sociales y políticos. Para que haya guerra debe haber dos ejércitos y eso no está sucediendo en Venezuela por ahora. Hay riesgos de confrontaciones entre hermanos. Hay grupos que están armados y crean zozobra.
Pero también existe el riesgo de levantamientos de grupos de la población ante el hambre que está golpeando a muchos venezolanos, así como la falta de insumos médicos y atención en el campo de la salud. Crece la inseguridad y el futuro es visto muy negro. Allí es donde está el verdadero peligro. Y no olvidemos que los militares tienen familia: y muchas de esas familias están siendo golpeadas por el hambre y otros factores.
Sí existe el peligro real de volver más atrás de lo que hemos tratado de superar: volver al régimen de “seguridad nacional” que tanto daño hizo en América Latina en los años sesenta. Algunas actuaciones de órganos de seguridad están yendo por ese camino.
¿Qué le dice, monseñor Moronta, a los más de 8 millones de venzolanos, que acaban de apoyar la Constituyente?
Primero que nada nadie se cree el cuento de que fueron ocho millones. Ni ellos mismos. Yo pude ver cómo muchos centros electorales donde solía haber gran afluencia no llegaban a tener ni el 5% de los electores. El CNE engañó a todo el mundo con esa cifra. Quienes votaron no llegan ni al 15% del padrón electoral…
Algunos eclesiásticos, como el jesuita Numa Molina, defienden a fondo el régimen de Maduro, por estar de lado de los pobres.
Si estuviera al lado de los pobres ya se habría abierto un canal humanitario o como lo quieran llamar ellos para poder recibir alimentos y medicinas… Una cosa es la demagogia y otra es el compromiso con los más pobres. Puedo asegurarle que la pobreza ha aumentado en Venezuela. Sin querer jactarme ni caer en presunciones, le puedo asegurar que quienes caminamos con el pueblo y nos sentimos pueblo, vemos con angustia y caridad pastoral el drama de mucha gente. Yo trabajo en una zona de frontera y tratamos de ayudar a muchos que necesitan su sustento y atención; pero también vemos con preocupación cómo por nuestros caminos que conducen a la hermana Colombia cada día va aumentando el número de hombres y mujeres, con sus hijos y otros familiares, que van saliendo para dirigirse a otros países para ver si pueden conseguir una vida digna. El Gobierno no parece fijarse en esto.
Puedo asegurarle que nuestra Iglesia está al lado de los pobres
¿Le gustaría que el Papa se pronunciase ya y abiertamente sobre la situación venezolana?
Creo que el Papa y sus más estrechos cooperadores, como el Cardenal Parolin, lo han hecho. No sólo por sus mensajes públicos sino también por otras formas de expresión. El Papa sabe muy bien lo que sucede en Venezuela y nos acompaña. Los Obispos estamos en plena comunión con él. En junio pasado los miembros de la presidencia de la CEV nos reunimos con él para informarle de primera mano y voz lo que de verdad está pasando acá.
¿Espera que Francisco hable de Venezuela desde Colombia en su ya próximo visita al país vecino?
No sólo lo espero sino que lo deseo. Estoy seguro que lo hará. ¿Dónde? No lo sé, pero estoy seguro que en algún momento no sólo hablará de Venezuela, sino hablará a los venezolanos con su mirada puesta en nuestro país y en su pueblo.
José M. Vidal
Prensa CEV