Cuando el niño es pequeño, leen los padres y el niño escucha, comentan juntos lo dibujos del libro y disfrutan de las historias que les cuentan sus padres.
¿Sabías que las personas que leen tienen más posibilidades de tener éxito profesional? ¿Que los lectores son más empáticos, afectuosos e imaginativos? ¿Que leer durante tan solo seis minutos al día reduce más los niveles de estrés que dar un paseo o escuchar música? ¿Qué aumenta la inteligencia y reduce el riesgo de sufrir enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer? Buceando en la red, encontramos decenas de páginas que hablan sobre los beneficios de la lectura. Muchos estudios avalan con datos que, por ejemplo, leer puede reducir hasta el 68 por ciento los niveles de estrés, reducir el ritmo cardíaco y reducir la tensión muscular (Universidad de Sussex, 2009), o que los jóvenes que afirmaban leer a los 16 años tenían hasta un 39 por ciento más de posibilidades de llegar a un puesto de responsabilidad profesional que los que no lo hacían (Universidad de Oxford, 2011).
Pese a las bondades que se prodigan sobre la lectura con investigaciones como estas, los datos más reveladores son los que recoge este año el informe ‘La lectura en España’ elaborado por la Federación de Gremios de Editores: según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el 39,4 por ciento de los españoles no leyó ni un solo libro en 2015.
Pasos para lograr que un niño lea
El amor por la lectura puede trasmitirse a través de la educación escolar, los planes de fomento estatales o las iniciativas de pequeñas instituciones y organismos, pero la familia juega un papel fundamental a la hora de fomentar este hábito entre los niños y adolescentes.
La adquisición de vocabulario, el dominio de la gramática, el desarrollo de la imaginación y la creatividad, la mejora de la capacidad de expresión y vehículo para la adquisición y expresión de conocimientos, ideas y sentimientos, son algunos de los principales beneficios de este hábito, practicado desde edades tempranas.
Leerles desde pequeños: la escucha crea el vínculo y el hábito
Monserrat Modesto, pedagoga y vocal de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Pedagogos y Psicopedagogos de la Comunidad Valenciana (Copypcv) explica que la mejor manera de que los padres trasmitan el amor por la lectura a sus hijos es convertir el acto de la lectura en un entorno agradable que vincule emocionalmente al niño con los progenitores. “Hay que crear momentos de lectura conjunta y tranquila, antes de ir a dormir o durante la tarde. Cuando el niño es pequeño, leen los padres y el niño escucha, comentan juntos lo dibujos del libro y disfrutan de las historias que cuentan papá y mamá. Cuando el niño crece y aprende a leer, debe empezar a compartir páginas de lectura; unas páginas las lee papá o mamá y las otras el niño de modo que no se canse y siga siendo un momento del día agradable y positivo”, señala.
María Eugenia Marfull, pedagoga, psicóloga educacional y directora del centro Educa’s añade que aunque algunos niños tienen una predisposición natural hacia la lectura, la mayoría necesita desarrollar esa afición. Además de que los mismos padres deberían ser lectores para servir de ejemplo, Marfull recomienda que lean a sus hijos desde edades tempranas. “Es importante el uso de cuentos bonitos, con argumentos cortos, sencillos e ilustraciones llamativas; contados de manera fascinante, exagerando los movimientos corporales, las muecas faciales y cambiando los registros de voz según vayan interviniendo los distintos personajes”, argumenta.
Marfull recomienda estimularles sin crear imposición para hacer de sus hijos lectores inquietos: “La literatura infantil debe llegar al niño antes de que éste aprenda a leer ya que aprender a leer empieza por aprender a escuchar lo que otros leen”.
Ayudarles con sus dificultades
Trastornos en el aprendizaje como la dislexia pueden provocar que un niño acabe aborreciendo la lectura por la frustración que le supone su dificultad. Diagnosticarlos a tiempo es fundamental para que no pierdan este hábito y desarrollen problemas en el colegio.
“Aprender a leer es un proceso cognitivo complicado. El niño debe estar preparado para el inicio de la lectura: conocer cómo está estructurado el lenguaje y que las palabras se segmentan. Aprender a leer significa que el niño es capaz de decodificar un mensaje”, razona la experta.
Si un niño tiene dificultades para leer, los padres deben de saber cuáles son con exactitud antes de poder ayudarles, porque, según Marfull, el consejo habitual de “cuanto más lea, mejor” no sirve para todos los niños por igual.
Monserrat Modesto recomienda que, ante la menor dificultad, los padres acudan a su centro educativo y pidan consejo a los pedagogos. “Cada niño es único y los consejos que podamos dar a unos pueden ser poco adecuados para otros. Por eso la supervisión pedagógica de los consejos para niños que tienen dificultades inicialmente, son imprescindibles”.
La especialista del Copypap recuerda que la lectura siempre debe ser siempre un momento positivo: “el niño debe tener la sensación de querer más; desear que llegue la siguiente ocasión de poder leer junto a sus padres”.
¿Tabletas o libros?
Con la aparición de las tabletas y dispositivos electrónicos, las nuevas generaciones nacen acostumbradas a la interactividad. ¿Es mejor que lean un libro de papel o interactivo? Marfull argumenta que el soporte “es lo de menos”. “Lo importante es el dominio de los procesos lectores y el fin que obtenemos con ello: la adquisición de conocimientos, el acceso a lo que otros escriben como reflejo de sus ideas, sentimientos y pensamientos, y el disfrute de historias que nos hacen volar con la imaginación hacia lugares, hechos y personajes”, señala.
Modesto pone en valor el formato papel desde edades tempranas y explica que este es indispensable cuando se trata de los primeros textos, ya que estos van acompañados de dibujos, juegos y otros elementos que quieren fomentar la comprensión y el juego en los más pequeños, en muchas ocasiones, a través de la manipulación.
“Es cierto que existen juegos interactivos para niños que basan el juego en la lectura de las palabras que aparecen”, reconoce. Pero la experta recuerda que hay que valorar cuánto hay de lectura y cuánto hay de juego en el soporte interactivo, ya que no son actividades opuestas: simplemente hay que saber qué actividad van a hacer nuestros niños, si van a leer o van a jugar”.
“Cuando los niños son mayores y no requieren de apoyo visual, elegir un libro en formato papel o en ebook es más una cuestión de preferencias que de idoneidad. Lo importante es leer, ya sean cómics, cuentos, pequeños relatos o revistas siempre que sean adaptadas y apropiadas a la edad del niño”, resume la especialista.
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Por Confirmado: MariGonz