Carta a la guerrera venezolana
Cada vez es más común escuchar en el mundo hablar de la mujer guerrera venezolana. Pero hoy es importante preguntarnos ¿a qué estamos resistiendo en nuestra Venezuela?
En mi caso, la respuesta está condicionada cada vez que veo la mirada de mis hijos Manuela y Leopoldo Santiago, cuando veo a Mitzi, cuando veo a Antonieta, mi respuesta se condiciona cuando veo a la mujer que batalla por una medicina, cuando veo a Rosa, cuando veo a la mujer que entierra lo más preciado que tiene, cuando veo a la mujer que llora el hambre de su hijo.
Y cuando veo todo eso, entiendo, sin dudar, que las mujeres libramos la batalla contra la injusticia, la batalla para que se respeten nuestros derechos humanos. Y que es en esa batalla que el destino nos ha puesto a todas las mujeres para convertirnos en las mujeres que creemos en la libertad.
Lo que el mundo ve ahora con admiración es la fuerza femenina levantándose por encima de las circunstancias y la adversidad. Es la voluntad femenina que se alza ante la crisis moral impuesta por la dictadura que hoy vivimos.
No puedo dejar de pensar en el resto de las mujeres que, por la razón que sea, aún no dan un paso adelante a favor de la defensa de nuestros derechos humanos, a quienes invito a reflexionar: ¿Dónde están las mujeres independientes?, ¿dónde está el revire contra el dolor?, ¿dónde están las que creen en la paz?, ¿dónde están las esposas, madres, hijas de los que hoy nos persiguen?, ¿dónde están las mujeres de los custodios de la injusticia?, ¿dónde está esa mirada de mujer que invite a nuestros hombres a seguir el camino correcto?, a estar del lado correcto de la historia, a transitar por el camino del bien, el camino de la justicia social, el camino de la paz. ¿Dónde está esa mirada femenina que los empuje y los invite a enfrentar sin temor ni dudas a los violadores de derechos humanos?, ¿dónde está la mujer firme que les exija coherencia y firmeza a nuestros diputados?, ¿dónde están esas mujeres que inspiren a sus hombres, esposos, hijos y nietos a qué defender nuestra dignidad?, ¿dónde están las mujeres que aún no están dispuestas a asumir una huelga contra la indiferencia, contra la resignación?
Y me pregunto con dolor, ¿cuántos hijos más debemos enterrar? ¿cuántos esposos más encarcelarán? ¿cuántos nietos más tendremos que extrañar, por tantas despedidas? ¿cuántos líderes, estudiantes, diputados y alcaldes presos se necesitarán para alzar la voz de su consciencia?
Es la hora de vencer las injusticias y dar vida a la democracia. Solo tú puedes, porque sólo tú eres mujer.
Es también, una oportunidad para rendir tributo a la gesta histórica de mujeres decididas, valientes, dignas y fuertes que continúan resistiendo para impedir la destrucción de nuestra amada Venezuela. Por eso quiero pedirles a todas las mujeres venezolanas que despertemos a la Josefa Joaquina Sánchez, a la Teresa Heredia y la Cecilia Mújica que perduran en nuestra consciencia, que revivamos a la Josefa Camejo y a tantas otras que elevaron el nombre de la mujer hacía la lucha por nuestra dignidad y libertad.
Es la hora de la fuerza creadora, es la hora de la fuerza libertaria, es la hora de la defensa de lo nuestro, es la hora de sacudir a nuestros hombres. La hora de honrar a nuestros héroes y de iluminar con todo nuestro amor de mujer el camino oscuro que ha dejado la violencia de este régimen.
Es la hora, mujer guerrera, de avanzar hacia la Venezuela decente, buena, pacífica y próspera que merecemos y que debemos reconstruir para nuestros hijos.
La libertad de Venezuela nos pertenece. Nuestra fuerza, nuestra pasión, nuestro amor y nuestra determinación son las características de nuestra alma rebelde. Y por eso hoy nos reconocen como guerreras: es momento de luchar, de inspirar la pasión libertadora de nuestros hombres y de proteger el sueño de nuestros hijos.
¡Fuerza y Fe mis guerreras!
Lilian Tintori