Unos 350 inmigrantes subsaharianos traspasaron esta madrugada la valla construida en la frontera entre la ciudad española de Ceuta, enclavada en el norte de África, y Marruecos, y se adentraron de forma masiva en España.
En la acción se registraron doce heridos, diez de ellos inmigrantes y dos guardias civiles, y se produjo poco antes de las 4.00 horas de hoy, en una madrugada con fuerte viento e intensas lluvias en la ciudad.
El método utilizado por los inmigrantes para acceder a Ceuta fue el mismo que el empleado en los últimos asaltos: rotura de las puertas del vallado fronterizo en lugar de saltar la doble valla, de seis metros de altura, tal y como se había informado al inicio.
Estos hechos se producen después de que el pasado viernes accedieran a España con el mismo método otras 498 personas.
Las condiciones climatológicas, según las fuentes, hacen muy difícil controlar tecnológicamente el perímetro fronterizo, ya que las alarmas saltan constantemente activadas por el fuerte viento y es complicado determinar si se activan en algún punto por la actuación de los inmigrantes.
Algunos de estos inmigrantes, llevan meses o años de viaje por el continente africanos hasta llegar a las puertas anheladas de Ceuta y Melilla.
Adam, un guineano de 17 años, es uno de ellos. Intentó cruzar días atrás, pero no pudo. En cambio terminó herido con un traumatismo craneal, internado en un hospital de Tetuán, con vendaje en la cabeza.
«Era de noche, y tenía mucho miedo. Recibí un golpe en la cabeza en el momento de escalar la barrera y perdí el conocimiento», relata.
Su ropa desgarrada lleva la huella de la agitada noche del viernes, cuando centenares de migrantes tomaron por asalto la frontera, última etapa hacia Europa.
«Dejé el colegio en el penúltimo año, y vine a Marruecos en julio pasando por Mali y Argelia», prosigue Adam, que vivió durante meses en Rabat, antes de hallar refugio a principios de febrero en un bosque cerca de Ceuta, donde vive en la más absoluta indigencia.
«Fue un sufrimiento. Hacía mucho frío en la noche, y a veces pasábamos dos días sin comer nada», se acuerda.
Está dispuesto a intentarlo otra vez. «Haré todo para llegar a Europa y ayudar a mi familia».
Como él, decenas de estos candidatos a una vida mejor, que huyen de países azotados por la violencia o la pobreza, han sido hospitalizados en tres ciudades del norte de Marruecos. Otros son embarcados en autobuses hacia una ciudad del sur de Marruecos, según testimonios coincidentes.
Los que consiguen escapar de las fuerzas de seguridad tras el asalto al muro fronterizo, se esconden en un bosque del municipio rural marroquí de Belyounech, cerca de Ceuta.
«Llevo en mi cuerpo las heridas de estos intentos, y los golpes recibidos de las fuerzas de seguridad. Pero voy a seguir luchando para lograr lo que quiero, y ayudar a mi familia», asegura Aminou, camerunés de 22 años.
«La vida no es fácil, no tenemos casa, no podemos trabajar. Felizmente, nuestros hermanos llegados a Europa nos envían dinero», añade Ismael, un camerunés.
Esta madrugada, del lado español, la Cruz Roja atendió a unos 300 inmigrantes y poco después a otros 50 subsaharianos, quienes, según fuentes militares, llegaron al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), un complejo en el que son internados los emigrantes irregulares mientras se determina su situación legal.
Ello hace pensar que los inmigrantes podrían haber entrado por dos puntos distintos del vallado fronterizo o bien por la misma zona, pero en dos grupos distintos.
El Equipo de Respuesta Inmediata de Emergencias (ERIE) de la Cruz Roja atendió a los inmigrantes, diez de los cuales fueron trasladados al Hospital Universitario de esa ciudad enclavada en el norte de África.
El herido más grave fue operado de una lesión en la mano izquierda, informaron fuentes del Instituto Nacional de Gestión Sanitaria, mientras que -según la Delegación del Gobierno- dos guardias civiles resultaron heridos leves.
Con los de hoy son más de 800 los inmigrantes que han accedido a Ceuta desde el viernes.
Fuente: Clarín
Por Confirmado: Gabriella Garcés