Tras experimentar durante dos años con el libre mercado, las consecuencias de los bajos precios del crudo obligaron a los principales productores del mundo a unir fuerzas y a abordar el exceso de suministro global.
La OPEP, encabezada por Arabia Saudí, y los países no miembros, como Rusia, acordaron este año tras meses de negociaciones, y enormes esfuerzos diplomáticos, recortar la producción por primera vez desde la crisis financiera mundial.
Los precios terminarán el año en torno a los 50 dólares, casi el doble de los 27,10 dólares el barril que costaba el barril de crudo en enero, lo que ha provocado un optimismo aún mayor del que ya tenían los hedge funds en torno al petróleo. Cada vez más analistas e inversores creen que los recortes reducirán las reservas, lo que servirá para que en 2017 se alcance con más rapidez un equilibrio entre la oferta y la demanda.
Tras un largo proceso, la OPEP volvió en 2016 a la escena mundial y la geopolítica volvió a ganar terreno en las negociaciones del mercado del crudo.
«2016 ha estado marcado por la vuelta de la OPEP», explica Jason Bordoff, del Centro de Política Energética de la Universidad de Columbia. «En lo que supone una clara ruptura con la actitud de los últimos dos años, los miembros decidieron trabajar juntos, y tomando decisiones más drásticas y contundentes de lo que se esperaba», aseguró.
Rentabilidad
Este cambio refleja las consecuencias de los bajos precios del petróleo. Los presupuestos de los países más ricos en recursos se habían reducido y las multinacionales del petróleo habían recortado miles de millones de dólares en inversiones destinadas a mejorar la futura producción en un intento desesperado de mantener la rentabilidad.
Incluso Arabia Saudí, que en noviembre de 2014 llevó al resto del cártel a mantener el mismo nivel de producción, ha suavizado su tono. Riad desafió a los grandes productores, instándoles a recortar la producción, asegurando que tomaría medidas para apuntalar los precios si sus rivales, dentro y fuera del cártel, seguían su ejemplo.
La escena se dispuso para el primer recorte de producción desde 2008 y la primera colaboración en 15 años con Rusia y otros países no miembros de la OPEP. Sin embargo, en ese momento no se sabía si se alcanzaría un acuerdo. Mientras en enero Irán se disponía a sumarse a un mercado ya de por sí saturado tras años de duras sanciones de Occidente, y la Agencia Internacional de la Energía advertía de un exceso de suministro, el ministro de Energía ruso, Alexander Novak, indicó su disposición a reunirse con la OPEP para hablar de los límites a la producción.
En opinión de Yasser Elguindi, de Medley Global Advisers. «el acontecimiento más importante de 2016 fue la capacidad de Arabia Saudí y Rusia de superar sus diferencias e intentar poner un límite a los precios mínimos del crudo».
En febrero los dos países, los principales exportadores de petróleo del mundo, alcanzaron un acuerdo preliminar para congelar su producción. El entonces ministro de petróleo saudí, Ali Al Naimi anunció que se trataba del «principio de un proceso que se prolongaría hasta diciembre».A pesar de que la actitud de Rusia parecía estar cambiando, un acuerdo para recortar la producción parecía lejano.
Las negociaciones de Doha se vieron frustradas en el último momento por Arabia Saudí, que exigió la participación de Irán, su principal rival en la región. Teherán no se encontraba preparado para ratificar un acuerdo mientras sus intereses estaban centrados en aumentar la producción y sus exportaciones hasta alcanzar los niveles anteriores a las sanciones. La cuadratura del círculo se complicaba. Durante la siguiente reunión de la OPEP celebrada en junio, el cártel no consiguió ponerse de acuerdo sobre el mejor modo de gestionar el mercado de crudo. El nuevo ministro de Energía saudí, Khalid Al Falih , muy cercano al príncipe Mohamed, el poderoso heredero al trono, manifestó en público la necesidad de «poner orden en el mercado».
Paul Horsnell, analista de Standard Chartered, cree que Falih mostró un cambio de posición, al empezar a contemplar recortes en la producción. No obstante, mientras continuaban las negociaciones, Arabia Saudí, sus aliados del Golfo e Irak aumentaron su producción hasta alcanzar niveles récord. Rusia siguió su ejemplo.
No fue hasta la reunión de septiembre en Argelia cuando la OPEP consiguió alcanzar un acuerdo preliminar para recortar la producción. Los únicos países exentos de aplicar la medida son Libia y Nigeria, víctimas de conflictos permanentes, e Irán, que tendrá condiciones especiales.
A pesar del acuerdo, quedan algunos problemas pendientes de resolver. Se ha tardado meses en resolver la distribución de los recortes, un proceso importante pero muy complicado que implica negociaciones en secreto y la intervención al más alto nivel de Rusia, Arabia Saudí e Irán.
Deseoso de imponer su influencia en Oriente Medio y provocar un aumento de los precios del crudo, Moscú adelantó su intención de respaldar un acuerdo, aunque para ello tendría que ver un compromiso por parte de la OPEP.
En última instancia, de no haber sido por el deseo de Arabia Saudí, no se habría producido un acuerdo. La necesidad de aumentar los precios para sostener el gasto social, y lo más importante, los cambios económicos introducidos por el príncipe Mohamed, llevaron a Riad a buscar un acuerdo.
A cambio de apoyar los recortes de producción, Arabia Saudí exigió un límite a la producción de Irán, recortes de los otros países de la OPEP, incluido Irak, un acuerdo sobre cómo calcular los recortes para garantizar su cumplimiento y, por último, la cooperación de Rusia. Todas sus condiciones se cumplieron, aunque la OPEP tuvo que hacer malabarismos para que los números cuadraran.
«Para sorpresa de los mercados, la OPEP ha alcanzado un acuerdo colectivo. Aunque no creemos que se vaya a cumplir al 100%, de lo que no hay duda es de que el cártel ha vuelto para quedarse, concluye Amrita Sen, de Energy Aspects.
Fuente: Expansión
Por Confirmado: David Gallardo