La actriz estadounidense Sarah Jessica Parker regresa a la pequeña pantalla doce años después de acabar con la ya mítica serie Sexo en Nueva York con “Divorce”, una vuelta de tuerca a la psicología femenina, esta vez, sobre una mujer que decide separarse. Es un desafío, dice, pero “le gusta”.
“Llevo actuando desde los ocho años y conozco bien mi profesión, pero sigo teniendo miedo; todo el rato siento que mi trabajo me plantea desafíos, pero eso es justamente lo que me hace feliz. Me gusta sentir que me ponen a prueba, y ponerme yo. Te aseguro que el confort o la comodidad no son cosas que yo busque a la hora de aceptar un trabajo”, asegura Parker en una entrevista con Efe.
La actriz, productora y empresaria ha visitado Madrid estos días para apoyar el despegue en España de HBO, el servicio de “streaming” de televisión, .
Pero Parker es, además, una marca, SJP, donde se agrupan muy diversos intentos empresariales que “no siempre”, puntualiza con un gesto, han salido como ella esperaba: un sello editorial, una fragancia (Stash), una línea de ropa y accesorios y otra de zapatos, y lo último, una boutique recién abierta en Washington.
“Soy empresaria desde hace tiempo y lejos de lo que cabía pensar es muy divertido, me gusta porque utilizo ahí una parte distinta de mi cerebro, pero lo que más me gusta -añade- es estar rodeada de gente de la que pueda aprender cosas, gente más inteligente que yo”.
La actriz reconoció que Sexo en Nueva York (1998-2004) fue una ficción revolucionaria que mostró al mundo el punto de vista de la mujer: “No sé en España -dijo- pero en EEUU no había esas voces femeninas sobre política sexual, economía, etc… No había nada, y yo como empleada y usuaria, y como estadounidense, puedo decir que aquella serie fue un punto de inflexión”.
Ahora, dice, no está “tan segura” de saber qué necesitan las mujeres, pero algo que oye con frecuencia es el deseo de ser escuchadas, unas con esa necesidad “de manera más urgente” que otras: “Creo -zanja- que debemos ser conscientes de las voces que no oímos”.
Entre ellas, sitúa la actriz a Frances, su nueva Carrie Bradshow, una mujer madura que encara su divorcio, a veces con humor, otras no tanto.
“A lo mejor este personaje está haciendo un servicio público; no estoy segura -dice entre risas-, para mi ha sido una experiencia muy gratificante y muy interesante. No se si va iniciar un movimiento en pro de mujeres con la valentía suficiente para dejar a sus maridos o sus relaciones de larga duración, pero ya es suficientemente bueno saber que nada de lo que contamos en ella le es ajeno al público”, señala.
Parker se reconoce feliz con una felicidad que proviene de la sensación que siente de tener una vida plena: “Me siento muy afortunada, llevo muchos años casada con mi marido -el también actor Matthew Broderick-, y tengo tres hijos sanos y crecen muy bien. Todos en mi familia somos conscientes de que somos unos privilegiados y tenemos mucha suerte”.
“Pero yo he sido siempre una mujer trabajadora, ese es el aspecto que ha dominado mi vida; como madre creo que contribuyo más a la familia trabajando fuera de casa que dedicándome a las labores del hogar. Está claro que el papel más importante de mi vida es el de madre, pero yo no podría ser una madre de las que se quedan en casa”, agrega.
Considera que ser ama de casa es “la labor más dura del mundo”, algo de lo que no ha sido consciente hasta hace poco, dice, y lanza toda su admiración por las mujeres que “lo hacen o lo tienen que hacer”.
Frunce el ceño cada vez que oye la palabra “madurez” -con 51 años cumplidos- aunque asegura que la experiencia le viene bien a todo el mundo: “La sabiduría es algo que sucede, y cuando la descubres, la puedes aplicar en distintos ámbitos de tu vida”.
EFE