Los analistas no sólo decían que Donald Trump perdería el mes pasado. También pensaban que las bolsas se hundirían en caso de que ganara. Pero ha sucedido todo lo contrario. Los inversores esperan todas las cosas buenas que Trump ha prometido y ninguna de las malas. En lugar de guerras comerciales globales y la deportación masiva de inmigrantes, las bolsas prevén recortes de impuestos, desregulación y un gran gasto público. Casi todos los índices bursátiles han llegado a máximos recientes desde el 8 de noviembre, lo que ha incrementado en más de 1 billón de dólares la capitalización bursátil de las empresas estadounidenses y casi un 5% su valor ponderado teniendo en cuenta la cotización del dólar. Los mercados globales se están preparando para un auge económico propiciado por Trump. En este sentido, Trump ya es el heredero de Ronald Reagan.

Pero las semillas de los efectos negativos del «comercio de Trump» ya están sembradas. La mayor amenaza provendrá de la Reserva Federal de Estados Unidos. El miércoles, su presidenta Janet Yellen es casi seguro que suba los tipos de interés por segunda vez en una década.

Antes de la victoria de Trump, la Reserva Federal dijo que era probable que subiera solamente los tipos de interés tres o cuatro veces antes de 2019 debido a la contención fiscal continuada prevista. La victoria de Trump ha echado por tierra esto. Un gobierno republicano unificado está listo para implantar un estímulo fiscal que los demócratas no han realizado desde hace años.

El efecto sobre la economía de Estados Unidos será de reactivación. Incluso si se redujera a la mitad el plan de Trump de reducir los impuestos en 5,7 billones de dólares y de gastar 1 billón de dólares en infraestructuras, su estímulo fiscal seguiría siendo enorme. Dado que el desempleo en Estados Unidos ya está muy por debajo del 5%, Yellen no tendrá más remedio que acelerar las subidas de los tipos de interés previstas por la Reserva Federal. Esto conlleva aspectos positivos. La política monetaria de Estados Unidos volvería a la normalidad mucho más rápido de lo esperado, lo que le daría a la Reserva Federal más armas para hacer frente a la próxima recesión. Adiós a la «nueva normalidad» de los tipos de interés de cero o menores que cero. Hola a la antigua normalidad donde los banqueros centrales luchan contra los espíritus animales de la economía.

Pero también hay dos aspectos negativos evidentes. El primero es que habrá un enfrentamiento entre la Reserva Federal y Trump. A ningún presidente le gustan los bancos centrales que retiran la jarra del ponche cuando la fiesta se pone al rojo vivo. El mandato de Yellen acabará a principios de 2018, dentro de poco más de un año. La promesa de campaña de Trump de despedir a Yellen es una de las cosas malas que los mercados asumen que ahora ha descartado. En cualquier caso, el presidente de Estados Unidos no tiene el poder de despedir al presidente de la Reserva Federal. Pero Trump podría hacerle la vida imposible a Yellen. Las personas que elija para cubrir las dos vacantes del consejo de la Reserva Federal darán una idea más clara de la dirección en que quiere que vaya la Reserva Federal. Una de ellas podría ser el sucesor de Yellen. La forma en que Trump responda a las subidas de los tipos de interés a través de Twitter o de otro medio será clave para saberlo. Una cosa es enviar tweets criticando a la Reserva Federal en la campaña, pero otra muy diferente es hacerlo cuando uno está sentado en el Despacho Oval.

Se debería dar poca credibilidad a la promesa de Trump de elegir a alguien más duro para reemplazar a Yellen. Los republicanos tienen una historia de censurar la política monetaria laxa cuando están en la oposición, pero de adoptarla cuando están en el poder. Lo mismo sucede con los déficits fiscales. El antiguo vicepresidente Dick Cheney puso de manifiesto esto cuando dijo que «Reagan demostró que los déficits no importan». Dado que Trump es un promotor inmobiliario altamente apalancado, siempre se ha calificado a sí mismo como un hombre de «tipos de interés bajos» y querrá ser un presidente de tipos de interés bajos. Si Yellen se opone a esto, Trump siempre podrá recurrir a la legislación que permite «auditar a la Reserva Federal» en el Capitolio.

El segundo gran aspecto negativo es el efecto sobre el dólar estadounidense. La combinación de la relajación fiscal con el endurecimiento monetario hará que el dólar se aprecie inevitablemente, lo que reducirá los costes de las importaciones e incrementará los precios de las exportaciones. Como consecuencia, el déficit comercial de Estados Unidos aumentará, incluido el que tiene con China, que fue de casi 400.000 millones de dólares el año pasado. Los crecientes déficits de cuenta corriente son otra característica de la época de Reagan. La gran diferencia es que Trump ha prometido reducirlos. Revertir la globalización y repatriar la fabricación a Estados Unidos eran dos elementos centrales de la campaña de Trump. ¿Podrá permitirse renunciar a ellos? Y si lo hace, ¿cómo afectará esa decisión a su nivel de popularidad en las encuestas?

Aquí es donde las promesas malas de la campaña de Trump vuelven al escenario. Los mercados estadounidenses son inteligentes al confiar en que a corto plazo Trump pospondrá sus amenazas de guerras comerciales globales en favor de un auge de expansión económica como el de Reagan. El hecho de que haya elegido a banqueros de inversión para cargos económicos clave -en su mayoría de Goldman Sachs- ha tranquilizado a Wall Street. La primera fase de la presidencia de Trump será un «gobierno de Sachs» normal. Pero eso cambiará cuando las cosas se pongan difíciles.

La tentación de socavar la independencia de la Reserva Federal, de hacer de China un chivo expiatorio, de revivir las promesas de deportar a los inmigrantes y de aplicar aranceles a las exportaciones de México crecerá a medida que aumente el déficit comercial. En ese momento los mercados recordarán lo que temían originalmente de Trump.

Pero aún queda bastante tiempo para que llegue ese momento. En los últimos 18 meses Trump ha llevado a cabo una campaña presidencial anti-elitista sin igual. Durante los próximos meses, las élites de Estados Unidos disfrutarán de la mayor reducción de impuestos y del mayor aumento inesperado del precio de sus activos en años. No es de extrañar que las bolsas estén subiendo tanto.

Fuente: Expansión

Por Confirmado: David Gallardo