La lucha contra los estragos del tiempo es uno de los campos más apasionantes de la biomedicina actual.
¿Podremos vivir más de cien años? ¿Dónde están los límites? Cuatro especialistas internacionales en longevidad nos ponen al día sobre el alcance y los límites de sus trabajos.
Richard Miller es profesor de Patología en la Universidad de Míchigan y director del Centro Nathan Shock en Biología Básica del Envejecimiento de EE. UU. Su trabajo se centra en buscar los factores genéticos que condicionan la esperanza de vida y en los efectos del deterioro orgánico.
João Pedro de Magalhães lidera un laboratorio de investigación en la Universidad de Liverpool (Reino Unido) cuyo objetivo es descubrir formas de revertir la senescencia. Su página web sobre envejecimiento (senescence.info) recibe casi 30.000 visitas al mes y es una referencia para estudiantes y científicos.
Gustavo Barja es profesor en la Facultad de Biológicas de la Universidad Complutense de Madrid, donde dirige el grupo de investigación sobre radicales libres derivados del oxígeno. Se centra en el papel del estrés oxidativo mitocondrial como causa del deterioro fisiológico. Entre otros, ha recibido el Premio Pfizer de Investigación sobre el Envejecimiento.
Jay Olshansky imparte clases en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Illinois en Chicago. Explora las consecuencias sociales del envejecimiento y sus implicaciones en el sistema sanitario. Además de conocer los medios para retardar la senescencia, le interesa también indagar sobre los límites de la longevidad humana.
1. ¿Es posible retrasar el envejecimiento?
«Por desgracia, aún no, aunque se han producido enormes avances en modelos animales a través de la manipulación genética, la dieta o con el uso de fármacos específicos», contesta De Magalhães. ¿Y en humanos? Hasta ahora ninguna intervención ha logrado ralentizarlo, aunque Olshansky dice, sin dudarlo, que no es ciencia ficción: «Sabemos que podemos conseguirlo porque todo indica que el secreto de los centenarios es un ritmo desacelerado de deterioro que retrasa la aparición de muchas enfermedades».
2. ¿Cuál es el mayor reto al que se enfrentan los expertos?
Miller ve una predisposición irracional a considerar peligrosa esta rama de la ciencia: «Interesarse por una enfermedad relacionada con la vejez, como el cáncer y la diabetes, se ve como algo maravilloso. Pero intentar frenarlas a la vez, atajando el proceso de senescencia, causa rechazo. ¡Como si quisiéramos llenar el mundo de personas infelices y no productivas! Es difícil hacer entender que el objetivo consiste en lo contrario. Este miedo es la mayor traba».
3. ¿Cómo podemos ser centenarios?
«Hay que elegir progenitores y abuelos bastante longevos», contesta en tono divertido Olshansky. «El estilo de vida influye en alguna medida, pero no de forma drástica. Quienes llegan a centenarios se lo deben a sus genes», señala Miller. A pesar de ello, Barja añade que la única fuente de juventud que conocemos hoy es el ejercicio: «Hay que moverse, comer variado y evitar la obesidad y el estrés. Ninguno de estos factores retrasa el envejecimiento, pero previenen la muerte prematura». Miller sugiere que «financiar a quienes investigan en esta materia es la mejor apuesta».
4. ¿Habrá pastillas de la longevidad?
«El objetivo de la gerontología es la extensión de la salud, no aumentar sin más los años de vida. Creo que sí es posible», advierte Olshansky. Miller argumenta: «Si hemos podido desarrollarlo para ratones, no veo por qué no vamos a hacerlo en humanos». Barja añade que ya conocemos algunos posibles elixires de la juventud: «La rapamicina aumenta la longevidaden mamíferos, aunque no se ha probado en humanos».
5. ¿Cuándo estarán listas?
Mientras que Olshansky opina que no tardaremos en encontrar una manera de conseguirlas, y De Magalhães se aventura a predecir que las tendremos dentro de una década, los demás expertos no están tan convencidos. Barja prefiere no aventurarse, y Miller señala el camino a seguir: «Habría que desarrollar el medicamento y demostrar su eficacia y su seguridad, y eso es una cuestión científica, pero también económica y de política sanitaria».
6. ¿Qué enfoque promete más?
«La restricción calórica funciona en animales, aunque no creo que sea viable aplicarla en nosotros. Lo suyo sería encontrar una manera de mimetizar los efectos que tiene en algunas especies usando fármacos», afirma Miller. En opinión de Olshansky, «la rapamicina es muy prometedora, los resultados en ratones son excepcionales». No obstante, «no sabemos si es segura y habrá que esperar a ver los frutos de varios ensayos que se están llevando a cabo», añade De Magalhães.
La mayoría de las personas centenarias son mujeres
7. ¿Se puede predecir la esperanza de vida?
Miller explica que «la edad que alcanzamos depende de muchos factores y puede cambiar en función del estilo de vida y del entorno. Los genes influyen, pero no condicionan el envejecimiento. Sí establecen el riesgo de padecer algunas enfermedades. Las opciones que tomemos, como fumar o hacer ejercicio, permiten influir en ese riesgo». Olshansky añade que hoy «el mejor criterio disponible para predecir la expectativa de vida es la educación». Aunque no se conocen exactamente qué factores condicionan esta relación.
8. ¿Por qué viven más las mujeres?
Estamos ante un enigma. Miller dice que «hay muchos elementos en juego, pero nadie los conoce con certeza, y es un tema de investigación de gran relevancia», porque, según explica Olshansky, «la mayoría de los centenarios son mujeres». «Las hormonas pueden tener una función protectora. Realmente, ellas no envejecen más despacio que los hombres, lo que ocurre es que están más protegidas frente a algunos males. Es curioso, pero hay estudios que indican que lo mismo ocurre en los eunucos, que no son tan proclives a las enfermedades como los demás hombres», puntualiza De Magalhães.
9. ¿Si se curara el envejecimiento, podríamos vivir para siempre?
Olshansky contesta, categórico: «No es eso lo que buscamos, ni siquiera sería posible». De Magalhães tiene claros los límites: «La inmortalidad es imposible. Aunque erradicáramos todas las enfermedades y no hubiera más accidentes ni desastres naturales, tenemos que aceptar que acabaríamos muriendo. Pero no hay ninguna razón para pensar que no podemos revertir o incluso detener del todo el envejecimiento».
10. ¿Ayudará la medicina a bajar los gastos en dependencia?
«Sin duda. Duramos cada vez más años, y el horizonte es un mundo de gente mayor, así que resulta clave que encontremos maneras de mejorar la salud durante las últimas décadas de la vida», opina Olshansky. «Cada vez dedicamos más recursos a salud y a dependencia. Ese proceso será imparable hasta que se consiga disminuir de verdad la velocidad del envejecimiento humano», argumenta Barja. Y añade: «Solo así podrá haber personas de ochenta años que estén en buen estado funcional, fisiológicamente jóvenes, que es de lo que se trata».
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Joana Branco