¿Pueden prevenirse los infartos mediante la alimentación? ¿Comer mal puede aumentar el riesgo de padecerlos? ¿Cuál es la cesta de la compra ideal para un hipertenso?
El tabaquismo, el sedentarismo, el estrés y la obesidad son factores que favorecen las complicaciones cardiovasculares. José Luis Palma, especialista en Cardiología e Hipertensión arterial es también el vicepresidente de la Fundación Española del Corazón, desde la que trabajan en la prevención de estas lesiones e indica que uno de los pilares de la prevención es seguir una buena alimentación.
En este sentido, en España, contamos con ventaja, porque, según Palma, estudios recientes han demostrado que los componentes de la dieta mediterránea son los más recomendables para una buena salud cardiovascular. “Ésta incluye huevos, pescados, legumbres, carnes blancas en poca cantidad, pollo y lácteos descremados o enriquecidos con omega-3, que está demostrado que ayudan a disminuir el colesterol”, advierte.
Como es lógico, la alimentación debe combinarse con el ejercicio aeróbico adaptado, que no solo metaboliza las grasas e hidratos de carbono, sino que está demostrado que inhibe otros procesos endocrinos y tumorales.
¿Qué tipo de hidratos debemos evitar? El experto explica que las harinas blancas y otras grasas saturadas no influyen igual en todas las personas: “Los que tengan más riesgos, si las consumen a menudo, van a ser propensos a sufrir infartos, trombosis, ictus…”. Palma detalla que esto se produce porque esas grasas penetran más en el endotelio, un tejido muy sensible que recubre la zona interna de todos los vasos sanguíneos y regula el tono vascular y que además es el encargado de producir óxido nítrico y Endotelina-1, sustancias que regulan los vasos constrictores. “Con el consumo de grasas, el endotelio se hace más permeable a los lípidos, las paredes que lo constituyen se va engrosando y aumenta el riesgo cardiovascular”, señala.
La alimentación ideal
En principio, la pirámide nutricional de una persona con riesgo de padecer infarto debe ser igual a la de cualquier otra, salvo para aquellas con trastornos ya establecidos, como los hipertensos. “Tienen que ser mucho más estrictos y consumir grasas monoinsaturadas y menos azúcares refinados e hidratos como arroz blanco, harinas refinadas y pan blanco, porque producen picos en el índice glucémico”, aclara Palma.
Idealmente, el 50 por ciento del aporte energético diario de estas personas debería de ser hidratos con bajo índice glucémico (alimentos como harinas integrales, azúcar moreno, legumbres y sustituir el azúcar por edulcorantes como stevia o sacarina), un 30 por ciento de grasas monoinsaturadas o polisaturadas y un 20 por ciento de proteínas, más alimentos enriquecidos con vitaminas. También se debe tener en cuenta, aclara el experto, las necesidades calóricas diarias de cada persona, que dependerán de la actividad física que se realice, su tipo de trabajo (activo o sedentario) y la masa corporal.
“Por supuesto, la prevención es la mejor herramienta terapéutica. Se puede poner en marcha porque se conocen perfectamente los factores. Evitar fumar, lograr el peso ideal y consumir poco alcohol son hábitos saludables que reducen el riesgo cardiovascular” indica Palma.
Si ya se sufren problemas de obesidad o de colesterol alto, recomienda no fiarse de dietas milagro, puesto que estas son “milagros transitorios”. El especialista aconseja ser realista y no ponerse metas imposibles, puesto que el objetivo debe ser conseguir un peso ideal para siempre, y eso solo lo logra una dieta eficaz y sostenida.
“Para eso hay que seguir los estratos de la pirámide nutricional adaptada a los cambios que se van produciendo e introducir pequeñas modificaciones en cada caso individualizado”, advierte. Palma añade que también se pueden tomar diuréticos que ayuden a perder agua, pero no se debe perder de vista que solo sirven como complemento.
Tampoco hay ningún alimento “prohibido” para estas personas. “Ocasionalmente se puede comer un pastel o beberse una copa”, asegura.
¿Cómo influye en el riesgo de infarto en personas con tiroides?
“En el caso de las personas con hipotiroidismo, el consumo de hidratos de carbono es menor y se tiene tendencia a la obesidad y un estado de ánimo depresivo”, explica Palma. Por el contrario, las glándulas hipertiroideas elevan el metabolismo acelerando el adelgazamiento. Quienes lo sufren suelen tener tendencia a la hiperactividad y necesitan mucha comida, ya que la queman rápidamente. “Los hipertiroideos tienen más riesgo a sufrir infartos, puesto que son más propensos a las arritmias”, apunta.
“Para tratarlo, es importante que las personas que sufran tiroidismo tomen las hormonas correspondientes, porque no pueden estabilizar la dieta sin estabilizar su sistema endocrino”, asegura el vicepresidente de la FEC.
El estrés es otro de los factores que influye en el riesgo de padecer fallos cardíacos. José Luis Palma recomienda tomar sustancias naturales derivadas de plantas, como triptofano o melisa y argumenta: “Siempre es mejor recurrir a estos productos a tomarse Valium, Lexatin u otras sustancias psicotrópicas. Sobre todo, es fundamental la meditación, hacer ejercicios de control mental y deportes como yoga o pilates. Estas personas también pueden apoyarse en un psicólogo o psiquiatra que les dirigirá para tener más autocontrol”.
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