La mayoría percibimos el sudor como una secreción apestosa y desagradable. Sin embargo, los fluidos que segregan nuestras glándulas sudoríparas son prácticamente inodoros y están compuestos, principalmente, por agua.
El sudor producido en la cara o las palmas de las manos apenas huele por poco que nos lavemos, en cambio, como habréis comprobado, las axilas, la zona genital y los pies son otra cuestión…Y, ¿por qué?
Antes de todo, aclararos que hay dos tipos de sudor:
El sudor segregado por las glándulas sudoríparas ecrinas,ubicadas en el tórax y las palmas de las manos: compuesto principalmente por agua y sales minerales.
El sudor generado por las apocrinas: un líquido viscoso compuesto por agua, sales minerales, grasas, feromonas, aminoácidos y desechos metabólicos. Las proporciones entre los diferentes componentes determinan el olor propio y único de cada individuo. Es como una huella digital. Este tipo de sudor es el que tiene potencial para volverse francamente desagradable y se localiza en las axilas, la zona genital, en el conducto auditivo externo y en los pies.
Este olor que nos hace únicos, en principio, no tiene porque ser desagradable y se desarrolla en la pubertad, cuando empezamos a secretar feromonas (atractivos sexuales animales) y aumenta el tamaño y cantidad de secreción de las glándulas apocrinas y el vello corporal.
¿De dónde procede el mal olor?
El vello corporal, junto con nuestras secreciones grasas, constituye el hábitat perfecto para algunas bacterias, las principales culpables de que nuestro olor sea fuerte, desagradable y penetrante. Estas bacterias, cuyo conjunto llamamos flora bacteriana, se alimentan de los restos muertos de nuestra piel y del sudor. Toman del medio sus sustancias nutritivas (lípidos, proteínas y agua) y las descomponen en su interior con el fin de obtener energía. Al igual que todos los seres vivos estas bacterias emiten, como resultado del proceso de alimentación, productos de desecho. Y eso es lo que huele mal. Cuanto más tiempo esté el sudor en nuestra piel, más desechos se producirán y más fuerte y desagradable será su olor.
Estos procesos químicos suelen ser en su mayoría de tipo fermentativo, es decir, se llevan a cabo sin oxígeno y dan lugar a pequeñas moléculas de entre las cuales las más habituales son diversos ácidos grasos, amoniaco, alcoholes y compuestos sulfurados (también abundan en huevos los podridos). El conjunto de todas estas sustancias produce malos olores, que dependen de la cantidad y proporción de unas y otras. Estos olores suelen clasificarse en rancio, ácido, mohoso, fecal, dulzón, etc.
Pero nuestra piel no proporciona alojamiento y alimento sin nada a cambio. Nuestra flora bacteriana nos protege ante la invasión de otras bacterias que, si de instalarse en nuestra piel, nos provocarían irritaciones y trastornos más o menos graves. Además, como ya hemos comentado, nos ayuda a eliminar las células muertas de la piel y las secreciones apocrinas de las glándulas sudoríparas.
Dado que las bacterias se desarrollan mejor en lugares húmedos, calientes y poco iluminados, podemos deducir que sus zonas preferidas son las axilas, los genitales y los pies. En los genitales y las axilas los pelos favorecen el mantenimiento de un ambiente húmedo, oscuro y poco ventilado, en los pies, son los calcetines y zapatos los que favorecen su desarrollo.
Por tanto, si en estas zonas abundan las bacterias y también las glándulas apocrinas, de ahí que sea en ellas donde se concentra el mal olor corporal.
¿Por qué algunas personas emiten un olor más fuerte y desagradable?
El olor corporal es diferente en cada individuo y depende de diversos factores. Los principales son la cantidad de glándulas apocrinas que posee cada uno y la abundancia de su secreción, así como su composición. Ambos factores varían de unas personas a otras.
Igualmente, la flora bacteriana es diferente en cada individuo y su abundancia también. El desarrollo de las bacterias se ve favorecido por la abundancia de vello y la sudoración más profusa (sin hablar de la falta de aseo personal, que se da por supuesto).
Sin embargo, hay otros factores que influyen en el olor apocrino, haciéndolo más intenso, como ocurre con ciertos alimentos, bebidas o medicamentos. De hecho según los expertos, el olor del sudor revela el tipo de dieta de cada persona. Así, el ajo, la cebolla y las especias suelen intensificar el olor corporal. También las bebidas alcohólicas o muy azucaradas.
Igualmente, todo lo que favorezca una fuerte sudoración (ejercicio físico intenso y frecuente, stress, etc.) hará que las bacterias se multipliquen con mayor facilidad e incrementen su actividad.
Cuando el mal olor es especialmente intenso e incontrolable, a pesar del aseo personal, se habla de un trastorno denominado “Bromhidrosis” (bromo, mal olor). Suele ser debido a una especial abundancia de bacterias en la piel, combinada con una secreción apocrina muy intensa. Las causas de la bromhidrosis son múltiples y van desde trastornos metabólicos hasta el consumo habitual de fármacos.
En este caso es conveniente acudir a un médico especialista. Son muchos los dermatólogos en Barcelona, que se dedican a este tipo de problemas. Generalmente suelen recetar algún tipo de antibiótico específico para eliminar buena parte de la flora bacteriana de las zonas afectadas, además de otros productos que contribuirán a mantenerlas secas y a reducir la sudoración excesiva.
También ciertos trastornos ligados a desequilibrios hormonales como hipertiroidismo, la menopausia, la hipoglucemia,conllevan un aumento de la producción del sudor, aunque no tiene porqué ser muy intensa. En cambio, la sudoración de las personas que padecen alguna infección, huele especialmente mal, por la cantidad de toxinas que contiene.
También las situaciones estresantes hacen que nuestro cuerpo segregue más adrenalina, una hormona que, entre otros efectos, aumenta la producción de sudor.
¿Cómo se puede combatir el mal olor corporal?
La forma de atacar cualquier problema es intentar eliminar sus causas.
Ya que hemos comentado que el olor apocrino es producido por las bacterias de la piel y que éstas se desarrollan mejor en un ambiente concreto, podemos deducir varias pautas que contribuirán a reducir de forma importante el mal olor:La primera, lógicamente, es mantener un aseo corporal diario, lavando bien las zonas afectadas las veces que sea preciso.
Bebiendo mucha agua conseguiréis una mayor proporción de agua en el sudor. De esta forma, los componentes responsables del mal olor quedarán más diluidos.
Evitar ciertos alimentos ayudará bastante. El ajo, la cebolla, el curry y el comino contienen compuestos que pueden permanecer en el sudor. Si os alimentáis con gran cantidad de estos alimentos y condimentos, su aroma puede persistir hasta 24 horas después de ingerirlos.
Y por último no podía faltar un pequeño inciso en relación al tema de los desodorantes.
Existen muchos desodorantes, de muchas marcas y de distintos olores. Muchas veces irritan la piel o sencillamente no son saludables debido a los componentes químicos que llevan. Además, los desodorantes químicos que se venden en el supermercado tienen propiedades antitranspirantes, lo que impide la eliminación de sustancias tóxicas.
El alumbre es un mineral natural y un antiguo remedio para las irritaciones de la piel y el mal olor corporal. Deja transpirar y elimina el exceso de bacterias que generan el mal olor sin obstruir los poros.
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